08|Siete minutos en el paraíso

151K 9K 3K
                                    

Los Bulls de Monroe son un orgullo para toda la ciudad y que hayan pasado a los cuartos de final es motivo de celebración entre todos, pero, en especial, entre nosotros, los estudiantes. Y para esta ocasión, los protagonistas son mis dos hermanos y el idiota de Logan, puesto que además del gol de Harris, James logró hacer otras dos anotaciones que le dieron la victoria definitiva a nuestro equipo, por lo que habrá fiesta en la casa del capitán.

Con mucha persuasión, Becca logró convencerme de regresar a casa para cambiar mi atuendo, debido a que me renegó por mis jeans flojos y la camiseta de colores como algo típico de mí y no una forma de vestirse para una fiesta de este calibre.

—Sigo insistiendo en por qué me debo cambiar —rezongo mientras busco que usar, pasando una prenda tras otra con un poco de brusquedad.

Becca a un lado, curiosa viendo entre mis cajones, me sonríe con diversión.

—Porque vamos a una fiesta y no puedes seguir con la camiseta del equipo, eso no es para ti, no esta noche —me ve de pies a cabeza—. Tienes un hermoso cuerpo que mostrar, linda.

Me giro y la miro muy de cerca, porque de la nada está nariz con nariz a mí. ¿En qué momento se levantó tan rápido? Además, el sobrenombre que me dio solo me recuerda al terrible de Harris cada vez que me habla. Iugh.

—Becca, en una semana he agarrado cariño a ti —empiezo, parpadeando enfrente de sus ojos casi—, pero te pido por favor que dejes de coquetear conmigo, me pones nerviosa. Y claro, que me regreses mi espacio personal que te acabas de robar.

Aun estando cerca mío, sonríe de lado. —Debes acostumbrarte para cuando los chicos lo hagan.

Ja, qué buen chiste ese. Las ganas de reír ante eso están de sobra, como si eso pudiera pasar.

—¿De qué habl... ? —intento preguntar antes de que mi voz sea opacada.

—Ya sé que usarás —exclama, su sonrisa convirtiéndose maliciosa mientras se aleja de mí y vuelve a los cajones. Promete algo a lo que no estoy acostumbrada. Doy un fuerte respiro y me dejo sorprender por una vez.

Termino vistiendo lo que ella dijo se vería de maravilla en mí y aun no puedo creer que me estoy atreviendo a usarlo enfrente de otros. Mi conjunto se basa en un overol de short. ¿El problema? Me queda más pequeño de lo que esperaba, casi a la mitad de mi muslo, muy corto para lo que no estoy acostumbrada; además, Becca me obliga a usar un top de tirantes delgados azul-marino por debajo.

—Cuando dijiste nada de prendas flojas —comento, viéndome al espejo—, ibas muy en serio, amiga.

Agradezco que no me obliga a usar zapatos de tacón, deja que use mis Vans favoritos. De hecho, la hubiera llamado hipócrita a que me obligara a eso cuando ni ella utiliza los zapatos del demonio. Mientras vamos bajando las escaleras, veo a mis hermanos esperando en la sala, puesto que después de la sudada que dieron, debían tomar una ducha y cambiarse de ropa. Sin embargo, se ven algo desesperados por salir de aquí.

—Al fin —hablan al unísono, molestos, pero al instante que me ven, todo cambia—. ¡Guao!

Los tres quedan con los ojos bien abiertos y sus cejas a punto de tocar el cielo, todos en sorpresa, pues estoy segura que del mismo modo que yo no me veía bajando con esto puesto, ellos tampoco. Siento tan extrañas sus miradas sobre mí.

—No me vean así —hablo rápido, haciendo un puchero.

—Mi niña linda, te ves hermosa —llega mamá, tomándome una foto desprevenida con su celular en mano.

—¡Mamá! —exclamo, cansada y siento mis mejillas enrojecer. Esa fotografía me perseguirá el resto de mis días.

—¡Guao! —papá también se ve asombrado por mi atuendo—. Tal parece que mi pequeña niña ya creció, eh.

El deportista y ¿la nerd? [PI #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora