Introducción y Prefacio

2.7K 175 63
                                    


Una noche como todas en la Morgue. Gerard Way solo tiene que encargarse de un cadáver más... lo trajo la policía, nadie lo ha identificado aún. Corre el cierre de la bolsa y examina el cuerpo. Sin embargo... está respirando.

 
 

Gerard lo reanima horrorizado. El chico responde pero al despertar no puede recordar nada... ni su nombre, quién es o como terminó ahí. Gerard lo atribuye a los fuertes golpes de su cabeza, que sin duda, el que trató de matarlo le causó. Gracias a la identificación de su cartera descubre su nombre... Frank Iero.

 
 

Frank acaba al cuidado de Gerard mientras él trata de ayudarlo a recordar su vida para que pueda volver a casa. Sin embargo, no sólo descubren que Frank Iero no aparece en las computadoras del gobierno... simplemente no existe; además de que la persona que trató de asesinarlo... ya sabe que sigue vivo y que Gerard lo ayuda...
 
 

Sus vidas corren riesgo, sus respiraciones estarán contadas si dan un solo paso en falso. Secretos y sentimientos se comienzan a desvelar. Pronto, ya no se trata sólo de que Frank recupere la memoria... ahora están en una carrera contra el tiempo, entre la vida y la muerte, tratando de mantenerse juntos y vivos...

 
 

Y siendo fieles a la terquedad digna de un amor tan letal, el único miedo es...
 
 

“—...que te arranquen de mis brazos... —murmuró.

 
 

—No dejaré que nos hagan daño...”

 
 

¿Pero qué pasa cuando lo que descubres es más grande de lo que creías?

 
 

¿Qué ocurre cuando nada es como imaginaste?

 
 

¿Y como seguir creyendo... cuando todo parece perdido?






****

 
PREFACIO
 

 
 
 
 
 
Los acontecimientos de los meses pasados parecían demasiado lejanos ahora. Mi respiración entrecortada y mi corazón acelerado eran lo único que escuchaba.
 
 
 
  
El pánico se apoderaba de mi cuerpo, así como la esperanza de volver a ver la luz del día se había esfumado.
 
 
 
  
No era capaz de moverme y no me atrevía a hacerlo de todas formas, ya que estaba conciente de que “él” no había bajado el revólver color negro en ningún momento.
 
 
 
  
Traté de fijar mi vista únicamente en Frank. Yacía tendido en el suelo sin moverse, sobre ese charco de sangre que se continuaba extendiendo por todo el húmedo lugar. Estaba tumbado de lado, dándome la espalda, por lo que no podía asegurar si se hallaba demasiado mal... rogaba con todas mis fuerzas que siguiera vivo, aunque la escena no resultaba muy alentadora.
 
 
 
  
“Él” caminó hacia mí con una cínica sonrisa en el rostro. Yo no permití que mis ojos se apartaran de Frank hasta que ya tenía al sujeto justo enfrente. Miró a Frank, luego a mí y chasqueó la lengua con fingida tristeza.
 
 
 
  
—Las cosas no parecieron salir bien ¿verdad? —me dijo con voz queda. Pegó la punta del arma a mi frente y yo sólo pude tragar grueso.
 
 
 
  
—No le hagas daño... por favor —dije en un tembloroso susurro, mentalizando mis palabras como las últimas.
 
 
 
  
—¿Me pides eso después de que él tratara de asesinarte? —se exasperó.
 
 
 
  
—No importa lo que halla hecho... sólo promételo...
 
 
 
  
—Y ahí está de nuevo —dijo riendo abiertamente—. Esa cosa patética que llamas amor te trajo hasta aquí... ¡de no ser por él tu estarías en tu casa tranquilamente! Y ahora sin embargo... —bufó dejando la frase al aire. Yo no hablé—. En fin... te mandaré al infierno junto con él, así que no lo extrañes demasiado.
 
 
 
  
—Ahí nos veremos entonces... —murmuré con valentía... o quizás testaruda estupidez, observándolo desafiante.
 
 
 
  
Él soltó un gruñido de inconformidad. Escuché el chasquido que hizo el arma cuando hizo el percutor hacia atrás de forma amenazante, listo para soltarlo y terminar con mi patética vida con ese sencillo movimiento.
 
 
 
  
Cerré los ojos despacio, sintiendo que la valentía de hacía unos momentos desaparecía por completo.
 
 
 
  
Cientos de veces imaginé mi muerte, y nunca le temí, pero era horrible pensar que todo acabaría así: Un revólver en mi frente, de rodillas y sin poder acercarme a Frank para cerciorarme si aún respiraba. Más miedo acometió contra mi pecho y el aire pareció solidificarse. Apreté los ojos con más fuerza y derramé un par de lágrimas sin poder evitar el temblor de mis manos que cerraba con fuerza, esperando el ultimo sonido que escucharía... el de un disparo...
 
 
 
  
Me sorprendía el echo de que morir me asustara tanto. Hacía unos meses estaría resignado, pero ahora no. No quería morir, no quería dejar el mundo de los vivos, porque ahora tenía un verdadero motivo para estar vivo... y ese motivo estaba en el suelo, sangrando abundantemente, y quizás... muerto.
 
 
 
  
—Discúlpame —susurré dirigiendo mis palabras exclusivamente a mi adorado Frank... que aunque estuviera vivo o muerto, de todas formas no podría escucharme—. Discúlpame Frank... —otra lágrima salió de mis párpados fuertemente apretados—. Te fallé... —musité.
 
 
 
  
El asesino estiró una sonrisa al escuchar mis palabras, pareciendo entretenido de oír mi herido lamento que no se encargó de suavizar su mirada sedienta de muerte... mas bien, la avivó...

Seducción Homicida |Frerard|Where stories live. Discover now