...con un poco de miedo

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Tiene las manos magulladas, el cuerpo entumecido.
Está cansado y de sus jadeantes respiros, se le escapa la vida, la energía... Y se apaga.
Sonámbulo inválido, que apenas se mantiene en pie, perdido se rinde ante la gravedad que cada vez le pesa más sobre sus hombros.
Sonámbulo inmóvil, saborea la tierra húmeda de la calle oscura, de la calle aburrida, del lugar del que se siente preso.
Sonámbulo que no ve, pero siente. Sus heridas abiertas se despiertan, y las cicatrices florecen como las rosas tan vívida, que extienden sus pétalos y perfuman el espacio.
La calle huele a dolor, a angustia y a soledad... ¿Acaso estas cosas tienen olor?
Es muy similar al sabor que el sonámbulo percibe en sus labios. Un sabor tan irremediablemente reconocible, como terrible. Un sabor metálico tan contundente que lo aturde.
Cuando el último suspiro se escurre de entre sus labios cortados, él escapa también. Se quita la piel y vuela al cielo.
Y de entre sus labios de hielo, inertes que ya no cobijan suspiros en ellos, se escapa serpenteando un espeso líquido que cae sin hacer ruido al suelo. Tiene un color  tan intenso, que es lo más bello que hay allí. Un rojo incluso más bello que el de las rosas.

En lo más profundo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora