30. Un minuto de silencio

1.2K 156 18
                                    

Tardé en lograr que rodara hacia un costado, para así tener mayor libertad al moverme

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tardé en lograr que rodara hacia un costado, para así tener mayor libertad al moverme. No sabía con exactitud qué pensar respecto a lo que mis ojos habían captado en cámara lenta, tampoco sabía cómo reaccionar después de que dijera un nombre que no me correspondía. Simplemente estaba confundida, a tal punto que una parte de mí deseaba salir del auditorio sin importar cuán solo se quedara Evanston.

Pero, ¿a quién engañaba? La otra parte de mí se negaba a abandonarlo.

—Demonios —renegué, poniéndome de pie.

Estábamos sumergidos en la oscuridad absoluta, sin un rayo de luz ingresara por las ventanas que nadie había pensado en construirlas. Eso fue un problema, sobre todo cuando tanteé tontamente en llegar hacia el interruptor sin ocasionar algún estrago. Evidentemente, me golpeé un par de veces ─nada grave─ antes de lograr presionar el interruptor que iluminaría la el tercio del auditorio, el más lejano a nosotros. Fue suficiente.

Regresé hacia Evanston, quien yacía recostado boca arriba sobre la alfombra. Me arrodillé a su lado. —Lo siento —dijo antes de juntar los párpados, negándose a enfrentarme—. Siento lo que dije.

Tragué saliva sin saber cómo responder.

Aunque mi sangre hirviera ante la idea de no poder despegarme del fantasma que era Maccarena Brown, no podía culparlo por continuar amándola. Era su elección y sería egoísta forzarlo a dejar el recuerdo de ella solo para convencerlo de que vivir en el presente parecía una mejor opción. Pero lo quieres, murmuró mi subconsciente, asentí. Suspiré, tomando asiento sobre la alfombra, justo a su lado. No lo veía aunque estuviera así de cerca, miré hacia el punto más oscuro, donde el fondo negro parecía simular un hoyo de desesperación.

Tenía que actuar. —Vendrás conmigo —ordené.

Evanston apoyó los codos contra el suelo para levantarse o al menos sentarse, quedando a unos peligrosos diez centímetros de mi rostro. Sus orbes destellaban con el mismo brillo de una noche despejada, lo que me hizo dudar ante mi propuesta.

¿Por qué debía ser él a quien quisiera?, renegué, para nada contenta con mis sentimientos, mucho menos con mi egoísmo. —Vendrás a casa conmigo —agregué tras ponerme de pie para romper la densa cercanía—. Le escribiré a papá, explicándole lo que sucedió.

Evanston se tensó, pero no lo dejé hablar. —Es la única opción que tienes a menos que desees regresar a la casa donde vive el señor Bazier —él desvió la mirada ante la mención del tercero. Cogí su barbilla, obligándome a enfrentarlo—. Sé que quieres escapar de ese infierno, así que no te niegues a mi petición. Ven conmigo que del resto me encargo yo. ¿Quieres?

Remojó sus labios antes la duda. Aparté mi mano, sintiendo una punzada sobre el corazón.

—Si quieres puedes continuar odiándome —aclaré, teniendo en cuenta lo sucedido en el salón minutos antes de que su padre se lo llevara o incluso antes de que Heartbreaker entrara—, no tengo algún conflicto con eso. Además, que vivamos en la misma casa no significa que debamos dirigirnos la palabra. Prometo respetar esto último.

Una melodía para un corazón roto [CCR #1] ©Where stories live. Discover now