11. Amigos sí, enemigos tal vez

1.6K 190 51
                                    

Una ráfaga de viento acarició la disrupción de la piel de mi mejilla cuando Hansen extendió su brazo cual bala apresurada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Una ráfaga de viento acarició la disrupción de la piel de mi mejilla cuando Hansen extendió su brazo cual bala apresurada. Y en cámara lenta observé cómo sus músculos se tensaban para finalmente delinear sus nudillos al abombarse en el pómulo de Evanston. Fue un puñetazo limpio que logró que el Chico de audífonos golpeara la pared tras de él. Me alarmé. Pero no tuve tiempo de procesar lo que acontecía cuando otro puñetazo dejó una herida sobre el labio inferior de mi nuevo amigo, lanzándolo sobre el suelo. Me enfurecí. Él no se defendió mientras Hansen lo golpeaba a diestra y siniestra tras colocarse encima suyo, solo dejó que cada impacto cuerpo contra cuerpo dejara secuelas sobre su tez pálida. Y estaba tan horrorizada, preocupada y molesta, que tardé un par de minutos en trazar un plan, encontrando mi voz en un sólido grito que ahogo los gemidos de dolor. Pronuncié sin dudas el nombre de Hansen para detenerlo, quebrando el silencio que nos agobiaba, mas no se movió. Y no lo dudé, me lancé sobre él, volviéndome una carga y enlenteciendo sus movimientos.

—¡Suéltalo! —Hansen intentó quitarme del camino sin lastimarme. No lo logró. Seguía trepada a su espalda—. ¡Déjalo en paz¡ ¡Hazlo!

—Quítate, Serena.

Estaba igual de molesto que yo, entonces saqué el as bajo mi manga: tiré de él, lanzándonos a ambos sobre el suelo, liberando de esa manera a Evanston. Y me coloqué encima de mi hermano, bloqueando de esa manera sus movimientos, mientras su respiración agitada aceleraba su pulso. Y cogí su rostro con ambas manos, manteniéndolo fijo para que no fuera en busca de un golpeado Evanston. Mientras, me observaba con un toque de decepción y preocupación. Dejé que analizará mis heridas, de esa manera no se concentraron en nada más, solo en mí.

—Confía en mí —le rogué, agradeciendo que lo hiciera cuando su tórax comenzó a ampliarse con menor frecuencia—. Fue un accidente.

—Intentas protegerlo.

—Juro que no —insistí. Él aún dudaba, pero poco—. No te mentiría, Hansen. No sobre algo así.

—Bien —Bastó con esa respuesta.

Y al verlo calmado decidí apartarme, extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse. El único cambio en su atuendo era el peinado alborotado, junto con unas gotas de sangre que no eran suyas. Y al reparar en eso un escalofrío azotó mi columna vertebral, forzándome a moverme apenas unos centímetros para divisar a un mal herido chico sentado con la espalda apoyada sobre la pared. Tenía gotas de sangre sobre la camisa y la chaqueta que conformaban el uniforme, y nos observaba con cansancio. Ni si quiera había odio o resentimiento contra el otro Jules, solo aceptación. Eso me hizo sentir mal. Por eso no medité, como era usual. Dejé a mi hermano para caminar decidida hacia Evanston para ayudarlo a incorporarse y coloqué su brazo sobre mis hombros, aun cuando pesara casi el doble que yo.

—¿Te encuentras bien? —Negó. Asentí—. Parece que nuestra primera parada será en enfermería...

—Y la segunda será la oficina del director, jóvenes —Me sobresalté y los tres giramos sobre nuestros pies, encontrando al señor Rodríguez. No lucía contento—. Sus padres también están al tanto. Ahora, vayan a que les curen esas heridas, luego regresen.

Una melodía para un corazón roto [CCR #1] ©Where stories live. Discover now