13. Luz o niebla

1.3K 176 18
                                    

Dante se colocó frente a mí, dejando apenas unos diez centímetros entre ambos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Dante se colocó frente a mí, dejando apenas unos diez centímetros entre ambos.

—¿Estás lista?

Asentí, controlando mis nervios.

El señor Osler se paseó alrededor de cada pareja, cerciorándose de que nadie se quedaba solo. Entonces, a un metro de nosotros, alzó la voz. —Comiencen en tres, dos, uno... ¡Ya!

No falles.

Las orbes, redondas y destellantes, de Dante se detuvieron en las mías, temerosas. Me observaron con amabilidad, aprovechando el que nos hubieran prohibido quitarle la mirada de encima a nuestra pareja temporal de Artes escénicas, para detenerse a analizar con exquisitez cada detalle insignificante en mi rostro. Sufrí. Solo un minuto, lamentó mi corazón, mientras comenzaba a alterar su ritmo y la frecuencia de los latidos.

Tener frente a frente a Heartbreaker, sin ninguna barrera entre su mirada, tan extensa y viva como el cielo despejado, y la mía, igual de emotiva y gloriosa, era como enfrentar dos universos con muchos secretos encerrados. Suspiré. Cada segundo parecía transcurrir lento, peor aún cuando los finos labios de Dante se deslizaron hacia arriba, dibujando una sonrisa traviesa. No se supone que acabaríamos así: uno de pie frente al otro, revelando sus dolencias o preocupaciones pese al silencio. Me sentí desnuda, como si el caparazón que separaba mis emociones de la realidad hubiera colapsado ante la sonrisa de Dante.

Fue entonces cuando recordé lo que sucedió el lunes pasado. Rememoré nuestra cercanía. Retrocedí el tiempo, encontrándome en el pasaje fuera de Kley & Meith, junto a él, y con sus labios sobre mi frente. Sentí la calidez del tacto. Y en ese instante, me transporté a la noche en la que nos besamos por accidente. Recordé el sabor y la forma de sus labios, tensando mi cuerpo. Y volví a exhalar, tratando de deshacerme de aquel momento, pero solo me puse más nerviosa. Entonces, cinco o diez segundos antes de cumplir el reto, desistí.

No podía mirarlo sin sentirme ingenua, tonta. Desvié la mirada, consciente de que había fallado en la prueba, y busqué a quien había dejado de hablarle hace ya dos semanas. Mi amigo a medias, Evanston. Él estaba de pie frente a Galia Chenoa. Su mirada, desinteresada y vacía, se mantenía fija en la de ella. Y sin importar que ella fuera quien lo acompañaba, sentí paz en mi interior. Verlo me devolvió eso, mi tranquilidad, disminuyendo mis aceleradas pulsaciones.

—Es mejor así —Dejé de ver a Evanston al oír a Dante, sintiéndome culpable por haber cambiado de pareja solo por capricho de este último—. Ese chico solo podría lastimarte, Naná, así que no te arrepientas por la decisión que tomaste. No merece tu amistad. El merece lo que tiene: nada.

Bajé la mirada, sin saber qué responder. Porque apoyar a Evanston era osado, pero darle la razón a Heartbreaker era insensato. ¿Qué se supone debía hacer? Suspiré al pensar en ello, entonces miré a mi gran y único amor. —¿Acaso no merecemos segundas oportunidades?

Una melodía para un corazón roto [CCR #1] ©Where stories live. Discover now