Si me vas a mentir... FIN

Începe de la început
                                    

Me cruzo de brazos para mantener el control y Anahí me mira.

— ¿Dónde vamos a ir hoy?

— A donde quieras. ¿Vamos a merendar un dulce?

— Vale. ¿Puede venir mamá?

— No —me apresuro a decir—. Pasadlo bien, te veo después cielo —le sonrío.

Anahí mira a Ian, que no me quita la mirada de encima y se gira. Mi hija me dice adiós con la mano y la imito.

Cierro la puerta cuando el coche desaparece y suspiro pesadamente porque está siendo muy difícil.

Voy a la cocina y abro una botella de vino recordando la primera vez que quise abrir una.

Frunzo mi ceño y tiro hacia arriba para sacar el corcho de la botella de vino pero no lo consigo.

Ian me mira desde el otro lado de la cocina con una sonrisa en su rostro. Tiro de nuevo y lo saco. Bueno, no. Lo he roto.

Mi novio suelta una carcajada y lo miro, riéndome también.

— No se puede ser tan torpe —se acerca a mí y me quita la botella de mis manos para intentar arreglar el desastre que he hecho.

Me aparto un poco para que no me de con el codo y descorcha la botella. Sonrío y cojo las dos copas para que él las llene.

No hay nada que celebrar, y los dos bebemos del vino sin despegar la mirada del otro.

— ¿Cuál es tu sueño, Cassandra?

— Ser feliz, supongo.

— ¿Solo eso? Me esperaba un ver el mundo o algo por el estilo.

Me encojo de hombros y me acerco a él, dejando mi copa de vino en la encimera. Me pongo de puntillas y apoyo mis manos en su pecho para besar sus labios.

Su mano libre se pone en la parte baja de mi espalda y rodeo su cuello con mis brazos.

— Eres la única mujer que ha conseguido que la bebida pase a un segundo plano.

Me río y él deja la copa en la encimera para poner sus manos en mi trasero y alzarme.

Ian me encanta. Mi corazón late con nerviosismo cada vez que él me mira o me sonríe. Me da miedo porque estoy empezando a enamorarme, pero, ¿Cómo no hacerlo?

— Ian —me río cuando en el camino a la habitación, mi espalda choca con el quicio de la puerta.

— Lo siento, ¿te he hecho daño?

— No —le doy un pequeño beso y me doy cuenta que hemos abierto la botella para nada— Trae la botella —digo y me tira en la cama haciendo que suelte una carcajada.

— ¿Quieres la botella? ¿Para ver?

— Hay que beberla. Nunca se deja una botella de vino por acabar. Omite los vasos.

Ian sale corriendo de la habitación y muerdo mi labio inferior porque consigue ponerme caliente con solo un beso.

Ian aparece con la botella de vino y se sienta a mi lado en la cama. Le da un sorbo y me da la botella.

— ¿Has pensado ya dónde quieres ir cuando me den vacaciones? —Pregunta.

Sonrío y me subo encima de él con la botella en mi mano.

— Dónde quieras, sorpréndenme.

— Duro reto —pasa sus manos por mis piernas mientras le doy un sorbo a la botella—. ¿Te gusta el mar o la montaña?

— El mar —me acerco a sus labios y dejo un suave beso en ellos—. ¿Y a ti?

— La montaña.

Sonrío y vuelvo a besarlo. — Podríamos ir a la montaña entonces, hacer senderismo.

— O tumbarnos en la arena mientras te veo en bikini.

Me río un poco y beso su nariz. — Puedo comprarme un picardías y verme en la habitación de una cabaña.

— Creo que me has convencido.

Dejo la botella en la mesita de noche y lo beso.

Esa noche fue el día en el que concebimos a Anahí. Nos fuimos de vacaciones a la montaña y me enteré de que estaba embarazada.

Cuando me doy cuenta, me he bebido la botella de vino entera y mamá me dice que se va a cenar con su nueva conquista.

Está anocheciendo y meto todas las cosas dentro de casa. Escucho unos golpes en la puerta y abro para ver a Ian con Anahí en brazos.

— Se ha quedado dormida en el coche —dice en voz baja.

Lo dejo pasar para que lleve a Anahí a la habitación y cierro la puerta para después seguirlo. Él la pone encima de la cama cuando quito las sábanas y le empieza a quitar los zapatos.

— ¿Ha sudado mucho? —Le pregunto.

— No, y ya ha cenado.

Le quita el vestido y me ayuda a ponerle su camiseta del pijama rosa en el que tiene un conejito en medio.

Ambos la miramos cuando ya está tapada y tengo ganas de llorar.

— No entiendo por qué lo hiciste —susurro.

— No tengo ninguna explicación, Cassandra. Simplemente, lo hice y me arrepiento.

Miro hacia arriba para encontrarme con sus ojos azules y salgo de la habitación suspirando. No he vuelto a hablar con él desde ese día, solo de temas que incumben a nuestra hija.

Lo veo besar su frente y recuerdo las palabras de Anahí cuando él vino a buscarnos.

“Ha venido a buscarnos mamá, te dije que nos quiere”

Ian sale de la habitación y encaja la puerta. Bajo las escaleras para ir a la puerta y la abro invitándolo a salir.

— ¿Has estado bebiendo? —Me pregunta antes de salir.

— ¿Por qué?

— Tus mejillas —pasa sus dedos por ella y me aparto para no sentir su caricia—. Te volveré a conquistar, Cassandra.

— Buena suerte, Ian.

FIN

Sorpresa.

Aquí el fin del one shoot. Siempre con un final abierto porque nunca se sabe si de esto puede surgir una historia 😬

Así que, aquí está.

Quién la hace, la paga.

E Ian ha perdido a su familia por un calentón. Por buscar algo de acción fuera de su casa cuando podía perfectamente solucionarlo.

O dejar a Cassandra, claro.

Espero que os haya gustado, aquí abajo está la canción que me inspiró para este one shoots. Yyyyyy ya está, espero subir otro pronto.

Stay tuned!

One-shots. Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum