ADA.

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Suspiro pesadamente y tiro del equipaje por el aeropuerto de Honolulu. Llevo a Ada de la mano, que está hiperactiva después de un vuelo de treinta y dos horas mientras que yo necesito una cama urgente.

El padre de Ada y mi polvo de una noche hace cuatro años, se encuentra esperándonos a la salida.

Hay gente que comete errores, le echa sal a un pastel en vez de azúcar, bebe demasiado una noche o se casa con la persona equivocada.

Yo me acosté con un militar una noche de fiesta y por eso Ada lo ha visto pocas veces en tres años. A pesar de que él la llama todos los días y hacen videollamadas, el contacto en persona con su padre ha sido escaso.

El chico va destinado de un lugar a otro y yo no siempre puedo viajar y no, no voy a dejar a Ada viajar sola tan pequeña en un vuelo de tantas horas.

Eric está allí, tan guapo y musculoso como siempre. Lleva una gorra, también como siempre, y una camiseta de mangas cortas con unos pantalones por las rodillas.

No sé qué se esperaba él que Ada hiciera, pero no era lo que se había imaginado. Nuestra hija se esconde detrás de mis piernas cuando lo ve y él la mira extrañado.

— Eh, pequeña, soy papá —dice agachándose.

— Dile hola a papá —muevo la mano de Ada y ella lo saluda tímida.

— ¿Cómo estás, Lu? —Se pone de pie y me da un pequeño abrazo— Deja que coja el equipaje.

Lo dejo, porque Ada me pide que la coja y lo hago.

— ¿Cómo ha ido el vuelo? —Pregunta mientras caminamos en el coche.

— Bien, agotador. ¿Cuántas veces hemos visto la película de Lilo y Stitch, Ada?

— Unas mil veces —mira a su padre.

— ¿Tantas veces? Te la tendrás que saber entera.

— Se ha aprendido el baile, ¿verdad? —Le meto un mechón de pelo a Ada detrás de su oreja y ella asiente.

Tiene el pelo negro, igual que el padre. Por suerte, ha sacado mis ojos grandes, pero negros, como Eric y por ahora se parece bastante a mí. Imagino que es porque yo la estoy criando y no hay rasgos aún de la personalidad de Eric.

Nos acostamos un par de veces y hablamos unos cuantos meses. Después me enteré que estaba embarazada. Sor pre sa. Ni siquiera sé por qué quise seguir adelante con el embarazo, no sé si fue porque él no quería que abortara o porque pensé que podría tener una historia de amor de libro.

Fui ingenua, ahora no lo soy.

Lo que hay entre Eric y yo es relación de padres separados. Él me pregunta por Ada, la situación y cómo va todo y fin.

La monto en la sillita de seguridad que él ha comprado para ella y me monto en el asiento del copiloto cuando ella está bien atada.

— Mis padres vendrán dentro de unos días, quieren ver a Ada.

— Vale —Veo como Eric mira por el espejo retrovisor a Ada— Dale media hora, necesita coger confianza.

Él me mira y asiente.

— ¿Quieres que ponga un poco de música, princesa? —Le pregunta a Ada.

Miro hacia atrás para ver a Ada asentir y Eric enciende la radio. Empieza a decirle lo maravillosas que serán esas vacaciones y lo bien que nos lo vamos a pasar.

Eric no es mal chico. No tengo ninguna guerra hacia él y siempre he intentado que sepa de Ada.

Sí, pasé el embarazo sola porque lo destinaron a otro sitio al mes de enterarnos que estaba embarazada. ¿Elegí yo pasar el embarazo así? Sí. Escogí para Ada un padre que apenas vería.

One-shots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora