Un día con Reyna

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Si le hubieran dicho una semana antes que iría a la escuela, hubiera huido a Roma en un pegaso y desparecido del mapa en un dos por tres.

Sin embargo, un día se encontraba desayunando cuando de repente, Hazel y Frank aparecieron en el Campamento Júpiter durante un fin de semana y le anunciaron una noticia: Que los dioses habían decidido que ella también iría a la escuela.

Y ahí se encontraba a los dos días, de repente, en un callejón, con una mochila a los pies y los semidioses, junto a Apolo y Calipso. De repente, estaba vestida con unos jeans y su playera de SPQR, junto a unos tenis y si trenza amarrada con una liga morada.

—  ¿Qué sucede aquí? — Preguntó Reyna, recogiendo la mochila morada del suelo.

— Llevamos preguntando lo mismo desde hace meses — Dijo Percy, encogiéndose de hombros — Tú disfruta mientras puedas.

Annabeth se acercó a ella y le entregó dinero mundano: unos cincuenta dólares.

— Quirón te manda esto. Nos da a todos dinero mundano por cualquier cosa — Dijo ella, y le dedicó una sonrisa, probablemente diciendo «Lo siento, pero es lo que hay»

Observó a Nico, quien se encogió de hombros reteniendo una risita.
Después dirigió su mirada a Jason, quien le dedicó la misma sonrisa que Annabeth.

Ambos caminaron detrás de todos, junto a Will Solace, quien estaba jugando a no pisar las rayas.
Reyna observó el dinero y a todos, quienes tenían mochilas en los hombros y se dedicaban a charlar mientras caminaban.

Ella debía parecer segura. Era Praetor del Campamento Júpiter y no iba a dejar que una experiencia tan fuera de lo normal la intimidara. Debía tomar esto como una misión más.

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Cuando llegaron a la escuela, se le revolvió el estómago.

Pensar en eso como una misión era bastante difícil: no podía tener a sus perros ahí, Aurum y Argentum, ni tampoco podía sacar una espada para sentirse segura en el mundo mortal.

Mientras caminaban dentro de la escuela, sintió ojos posados sobre ella. Alzó la barbilla y de reojo observó a la gente: habían muchachos de su edad. Chicas con maquillaje que no eran hijas de Venus. Chicos con libros que no eran hijos de Minerva. Chicos y chicas seguidas de un grupo de personas que no eran Praetor ni hijos de Júpiter o Juno para asumir un rol de liderazgo.

Por los dioses, era demasiado extraño.

— Tu casillero es ese — Dijo Annabeth, señalando uno al lado suyo. No tenía nada de especial: sólo un casillero pintado de azul — Y esta es tu llave.

Le entregó una llave pequeña.

La agarró por los hombros y le dijo, como si estuviera a punto de partir a una misión:

— Buena suerte.

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En su primera clase (matemáticas), a pensas entró y se dio cuenta de que llamaba bastante la atención. Muchos la observaron con interés, como si supieran que había algo misterioso en ella.

Apolo, Hazel, Frank y Will entraron junto a ella, sin embargo, la profesora solo la detuvo a ella .

— ¿Por qué no se presenta a la clase, señorita Ávila?

Reyna observó a los semidioses, y todos negaron con la cabeza: le decían que no se presentara como normalmente lo haría.

Observó a su público, se puso tam recta como pudo y habló:

— Yo soy Reyna Ramirez Arellano, un placer trabajar con ustedes.

De inmediato se arrepintió. No había sonado normal.
Algunos estaban riendo.
Simplemente se acercó a sus amigos y se sentó con ellos. Se acercó Frank y le habló en susurros:

Percy Jackson: Y los héroes de la escuelaWhere stories live. Discover now