Semidioses en la escuela

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Te preguntarás, ¿Cómo terminaron los semidioses que salvaron el mundo más de una vez, un ex-dios, un oráculo, una ex-titana y dos muertos en un instituto? 

Bueno, ellos también, pero no se quejan. Es lo más normal que vivirían en mucho tiempo.

Claro, para seres mitológicos, la normalidad tiene su costo. 

Percy

- Annie, ¿Me prestas tu gorra? 

Annabeth ni siquiera retiró su mirada de la pizarra. Desde que Leo les había dado unos lentes de contacto que traducirían el inglés al griego para ayudarlos con su dislexia, había aprovechado la oportunidad para poder prestar atención en clases, sin embargo, Percy no paraba de distraerla. Sabía para qué se la pediría, pero aún así, decidió preguntar:

- ¿Para qué?

Percy comenzó a hacer garabatos en su cuaderno: dibujó a Bessie, el Taurofidio al que le había agarrado cariño cuando apenas tenía catorce años, y aunque no se parecían en nada el dibujo a la realidad, le gustó.

- Quiero ir a comprar refresco y papas. ¿Me la prestas?

Annabeth apuntó algo en su cuaderno en griego. 

- Dame una buena razón para permitirte salir de clases.

- Te compro algo. 

Annabeth dejó de escribir en su cuaderno y buscó algo en su mochila. Después de unos segundos, sacó su gorra mágica, el regalo de su madre Atenea y se la dio a su novio.

- No tardes. No quiero inventar una excusa o usar la niebla en los mortales.

Con una sonrisa triunfante, Percy tomó la gorra de invisibilidad de Annabeth.

- Por supuesto, Listilla.

Se la puso, y sin que nadie supiera más que Annabeth, salió del salón de clases de física, con Contracorriente en sus manos.

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Annabeth

Annabeth siguió escribiendo y pensando en las clases, y no podía evitar sentirse emocionada. Siempre había querido vivir una vida normal, estudiar junto a Percy, su novio y al salir de clases pasar al parque y poder contar historias de terror juntos mientras comían un helado.

Sin embargo, también quería estudiar, y Percy nunca la dejaba. A penas llevaban una semana yendo a clases y Percy ya se encontraba en su límite:

«Prefiero seguir insultando a Hera en mi cabaña que estar aquí. Es más fácil» Solía decir.

Pero Annabeth apreciaba la normalidad. Que recordara, nunca había sido tan feliz en el mundo mortal como lo era ahora. Sin profecías, sin misiones, sin carreras por el laberinto y sin salvar el mundo.

Sin pensarlo dejó escapar una sonrisa. 

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Pasaron unos minutos y Percy no volvía. Empezó a preocuparse y, como acostumbraban los hijos de Atenea, comenzó a pensar de más. ¿Había encontrado algún monstruo? ¿Se había perdido? ¿Alguien lo había secuestrado otra vez?

Decidió dejar de pensar e ir a buscarlo.

- Profesora - La llamó Annabeth. Cuando captó su atención, continuó - ¿Puedo ir al baño?

En cuanto le dijo que sí salió corriendo hacia los pasillos de camino a la cafetería, gritando el nombre de Percy. 

Cuando llegó a la cafetería, se encontró con algo con lo que no supo si reír o llorar:

Percy Jackson: Y los héroes de la escuelaWhere stories live. Discover now