Los chicos se levantaban y decían su nombre, el azabache pudo notar como la relación de los alumnos con el maestro era muy respetuosa como amistosa, las risas no faltaban en las presentaciones de algunos, el solo se limitaba a mirar y escuchar atentamente cada palabra; hasta que llegó su turno.

—Sam... ¿Alexander? — el maestro titubeó un poco buscando de entre todos los alumnos al responsable de dicho nombre en la lista

—Aquí— el azabache se levantó con mucha energía y alzó su brazo en un gesto en la frente simulando un saludo militar mal hecho —yo soy Sam Alexander... es un placer, profe— sonrió de oreja a oreja mientras seguía sosteniendo dicho gesto

Todos los alumnos miraron con asombro al chico. Para ellos, verlo casi a la par de estatura que el maestro les hacía tener un gran respeto hacía el, no hay nada como la primera impresión.

—Muy interesante...— miro de pies a cabeza al chico —Con esos ánimos encajaras sin problemas por acá... Claro, solo si entregas todos tus trabajos y no holgazaneas... ¿Quedó claro? — hablo con cierta burla en su voz, fue claramente una broma

—Ey, ey profe... Tranquilo... Apenas soy nuevo, no me amenace así...— río avergonzadamente mientras se dejaba caer en su banca, no había entendido la broma, se sentó como señal de haber entendido la amenaza. Regresó a su típica sonrisa mientras —Haré lo mejor que pueda, señor— alzó un pulgar mientras disfrazaba sus nervios con esa sonrisa burlona.

—Esa es la actitud, y por último...— el profesor hizo una pausa mientras leía atentamente la tabla. Su expresión se apagó y agacho la cabeza un poco, dando la clara impresión que algo le había incomodado —...Nyron Zhongli— su tono de voz fue apagado a comparación del anterior. El ambiente en el salón cambió para mal, todos los chicos empezaron a denotar miradas incómodas y los murmullos brotaron de todas partes.

El azabache no comprendía que sucedía en dicha situación, miró con detenimiento a cada persona, trato de escuchar concentrándose debidamente. Pero lo único que pudo comprender fue una frase: "¿Por qué el otra vez?" Una frase fuera de contexto le hizo arquear una ceja mientras buscaba con detalle a esa figura, esperando atentamente a mirarla parada; sin embargo, ninguno se paró.

Un chillido metálico azotó por completo el aula, el sonido fue originado atrás del joven azabache, cosa que le hizo voltear rápidamente para aclarar sus dudas.

—A~aquí...— hablo una voz tan tenue como un susurro. Fue ahí donde el azabache notó el origen de la palabra, era un chico de mediana estatura. Un chico que llevaba una capucha de color amarillo gracias a una sudadera que llevaba debajo del suéter de la escuela.

—Disculpe Zhongli... Pero no pude escucharle— el profesor habló con cierto suspiro entrecortado, sonó como si estuviera cansado de dicha actitud

—E~eh... Si... A~aquí...— nuevamente su tono de voz no expresó gran sonido, pero fue algo más agudo que el anterior. Se retiró la capucha y así aquel azabache pudo notar bien sus facciones. Era un chico de un pelo escarlata fuerte, cosa que era sumamente rara, ¿acaso se teñía?; un rostro ensombrecido por la luz; pero podría denotarse en él una mirada completamente triste, acompañada de una bandita enrojecida que adornaba su mejilla derecha; unos ojos escarlatas profundo, sin brillo alguno; unas manos que temblaban levemente; tenía toda la pinta de ser un chico completamente desmotivado, o depresivo, en el caso de la percepción del azabache

El profesor suspiro tras esa terrible presentación y se resignó a dar la clase normal, fue ahí donde el azabache de entre poco, empezó a dejar de darle importancia a ese chico. Nadie lo llamaba para hacer actividades en grupos, raramente se paraba al escritorio del profesor a entregar un apunte u otro, siempre con la mirada agachada, no quería hablar con nadie y nadie quería hablar con él, el profesor y a duras penas intercambiaba palabras con él.

La campana del receso sonó, el azabache se recargo en su silla y soltó un bostezo de alivio, sobrevivió a su primer y módulo. Miro de reojo detrás de sí mismo y simplemente pudo notar como aquel chico tomaba sus cosas y salía del salón a un paso apresurado.

Unos compañeros le ofrecieron jugar baloncesto, haciendo más énfasis en su altura, pero el chico rechazó cortésmente la oferta. Pero eso no evitó que su carisma alentara a los otros a insistirle que fuera con ellos, el chico aceptó sin reparo alguno y los siguió a la cancha de basquetbol con el fin de conocer más de la escuela.

Conversó, vio, escuchó, carcajeó, hizo toda clase de actividades de un chico de su edad de 15 años en una escuela nueva, pero su atención fue robada por ese chico pelirrojo. Entraba a la escuela ocultando su rostro, sus ropas estaban cubiertas de polvo. Una chica de cabello brillante y castaño se le acercó a toda prisa y le levantó la mirada con cierta cautela; pero el pelirrojo la bajo rápidamente y entro a la escuela seguido por ella.

El azabache le perdió de vista tanto a él como a la chica, volvió su mirada a sus compañeros y se les acercó con una enorme duda en su cabeza.

—Oigan... Una pregunta, ¿quién es... Nyron... Zhongli?... ¿lo dije bien? — el azabache rio un poco por su pequeño chiste y miró a sus compañeros. Todos cruzaron sus miradas entre ellos y luego uno le hizo un pase con el balón, a lo que él lo recibió atrapó sin problemas.

—Olvídate de él, o te ira mal— un compañero de el con el cabello castaño le hablo con una gran sequedad mientras volvía con los demás

—Ok, ok... Perdonen por incomodarlos— el chico se puso a jugar al baloncesto con los demás, mientras esas dudas sobre el chico aumentaban levemente. Pero entre más lo pensaba, más le aburría el saberlo... él quería emociones fuertes, no seguir los pasos de un emo a sus ojos

Pero esto no es el inicio de la historia, la historia inicia con una carta... una carta que cambiará el destino de muchos en esta pacífica ciudad.


El mundo está por cambiar

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now