Capítulo 42

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MÍA.

Finalmente si escogimos una película, aunque ninguno de los dos le daba demasiada atención porque preferíamos hablar. Justin repetió mil veces lo mucho que quería poder estar junto a mí de la manera que fuera, él solo quiere ganarse mi confianza y yo realmente quiero poder confiar en él.

-¿Por qué yo? -dije y mi voz sonó nerviosa, sus ojos estaban fijos en los míos.

-¿Por qué tienes que buscarle razones a todo? A veces las cosas simplemente pasan, no puedo preguntarle a mi corazón porque comenzó a latir así cuando te vio, o por qué me preocupo si no te veo feliz, o por qué me alegro tanto cada vez que te veo sonreírme -acarició mi mejilla-. No sé que razones existen, solo sé que te quiero.

Mi cuerpo se tensó ante esas dos palabras que significaban un sentimiento, algo que no pensé escuchar de él.

-¿Me... quieres? -hablé pausadamente y él asintió.

-Te quiero -susurró.

Apoyé mi cabeza en su pecho y él acarició mi cabello en silencio, toda esa tranquilidad que él me daba ahora era la que había extrañado por tanto tiempo. Miré sus brazos tatuados mientras me acariciaba, no pude evitar recordar lo que me había dicho Tomás.

-A mi mamá le encantarías -dije de repente.

-¿Sí? ¿Por qué lo dices? -respondió sin dejar de acariciar mi cabello.

-Porque a ella le gustaban los tatuajes, aunque le daba miedo hacerse uno -reí un poco-. Era bastante moderna, por eso era mi mejor amiga, podía contarle cualquier cosa y no me juzgaba.

-Me hubiera encantado conocerla.

-A mi también me hubiera encantado que te conociera, hubieran sido buenos amigos -suspiré.

-Sé que la extrañas mucho, pero sabes que a ella le gustaría que estuvieras feliz, que continuaras con tu vida.

-Lo sé, pero es difícil hacerlo, a veces necesito decirle tantas cosas y simplemente no está aquí, no puedo hacerlo, no puedo hablarle y esperar sus consejos -las lágrimas amenazaban con llegar.

-Si puedes hablarle Mía, ella siempre está escuchándote, quizá no puede responder con palabras pero si de otras maneras, como enviándote buenas personas a tu vida, como Any, como Dylan.

-Como tú -lo interrumpí y hubo un silencio de minutos-. Tengo miedo de quererte -me alejé para mirarlo a los ojos.

-¿Por qué?

-Porque ya no confío en la vida, las cosas pueden estar tan bien y de repente todo se desmorona de un momento a otro, la vida te quita a las personas que mas quieres sin previo aviso.

-Mía, no puedes pensar así, las cosas simplemente pasan pero...

-Mi vida era perfecta, pero no me refiero a lujos -lo interrumpí-, me refiero a que era feliz con mi madre, ella era la mejor que pudo existir en este mundo, mi hermano es mi vida y mis amigos eran geniales, me gustaba mi vida, pero de un segundo a otro ella se fue y tuve que abandonar mi antigua vida, perdí todo lo que tenía -una lágrima cayó por mi mejilla y la limpié enseguida-. Lo primero que pensé cuando supe que debía venir a vivir con mi padre es que no quería encariñarme con nadie, no quería sufrir nuevamente cuando la vida sorpresivamente me hiciera perder todo, pero aquí estoy, con dos amigos que me han hecho sentir increíble y... contigo, que me haz demostrado que las apariencias engañan.

-Lo siento, realmente siento por todo lo que haz tenido que pasar -acarició mi mejilla-, pero debes superar las cosas, la vida no es cruel Mía, simplemente no es fácil, no estamos libres de las cosas malas, pero junto a ellas pueden venir otras buenas, tú lo haz dicho, tienes dos amigos increíbles y me tienes a mí -besó mi mano-. Y no te dejaré Mía, no amenos que tú me lo pidas, realmente quiero estar contigo y ni la vida ni el destino podría alejarme de ti.

Dulce Tormento © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora