aquí no hay moraleja

320 22 0
                                    

Leo un libro de poemas de Bukowski mientras recuerdo la forma en la que me mirabas cuando aún querías comerme la boca.

Supongo que hacerlo ahora sería volver hacia atrás (y a nadie le gusta retroceder sobre sus pasos).

Charles habla sobre alcohol y prostitutas
y eso me hace sentir algo menos vulnerable ante tu recuerdo melancólico.

Quiero partirte la cara y besarte el cuello.
Quiero darme un puñetazo por sentirme miserable cada vez que te veo.

No dejo de soñar contigo, siempre apareces para salvarme la vida y repetirme todas las mentiras preciosas que me soltabas colocado.

Has sido un capullo egoísta, y yo lo suficientemente tonta como para quererte.

No creo que haya moraleja al final de nuestra historia.

A veces hay que marcharse dando un portazo,
olvidando las consecuencias,
sin pedir disculpas ni esperar el beso de despedida.

A veces hay que marcharse dándose la mano,
cerrando el contrato de la relación,
exigiendo menos de lo que en realidad mereces.

Yo me marché de nuestra historia sin carta de recomendación —al menos podrías haber preparado un poco mejor tu defensa—.

No te dignaste, si quiera, a empatizar conmigo mientras se me encharcaban los ojos.

«No quiero que me odies —decías—, prefiero una indiferencia positiva»

Si crees que te quedarás más tranquilo, 
si crees que no te comerá la culpa si lo digo: 
no te odio
(no soy capaz).

No creo que haya moraleja para el final de nuestra historia.

Autorretrato de un corazón desmantelado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora