CAPITULO 28

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La ceremonia resultó breve y tradicional y Emily llevó las flores, muy orgullosa y con mucha serenidad. La niña estaba encantada y, cada vez que su padre la miraba, sonreía feliz.

Melissa estaba contenta porque Donghae había conseguido en muy poco tiempo establecer con su hija una relación cariñosa, llena de juegos y de tolerancia.

—¿Nos vamos al avión ya? —preguntó Emily mientras sus padres firmaban los papeles.

—No, mañana —le contestó Melissa.

—Voy a conocer a mi abuela, ¿verdad?

—Sí.

—Eso me había dicho papá. ¿Y puedo llevarme todos los juguetes que papá me ha comprado para enseñárselos?

—Sólo unos cuantos —contestó Melissa.

—Puedes llevártelos todos —intervino Donghae acariciándole la cabeza.

Melissa lo miró molesta. No le gustaba que le quitara autoridad delante de la niña.

—¿Estás enfadada con papá? —le preguntó Emily metiéndose el pulgar en la boca.

—No, claro que no —mintió.

—No quiero que te enfades con papá porque yo lo quiero mucho...

Melissa sintió que se le formaba un nudo en la garganta.

—Yo también... lo quiero mucho... pero es que estoy muy cansada porque últimamente he tenido mucho trabajo.

—¿De verdad lo quieres?

—Sí, claro... ¿cómo no iba a querer al padre de mi niña?

—Vamos, cariño, tenemos que despedirnos de los invitados — intervino Donghae agarrando a la pequeña de la mano.

Una vez a solas, Melissa suspiró aliviada. Como Donghae la tenía por una mentirosa consumada, era imposible que se diera cuenta de que, en aquella ocasión, había dicho la verdad.

Después de acostar a Emily, Donghae se acercó al salón, donde Melissa estaba hojeando una revista.

—Quiero hablar contigo —anunció.

—¿De qué? —contestó Melissa sin apartar los ojos de la revista.

—¡No me ignores! —exclamó Donghae acercándose y arrebatándole la revista.

—Tú llevas tres semanas ignorándome a mí —protestó Melissa—. Apenas me hablas. Solamente lo haces cuando Emily está delante. Eres un hipócrita.

—¿Y tú? Tú también le dices cosas que no sientes. La niña está confusa porque le dices que me quieres, pero me insultas constantemente.

—¿Y qué quieres que le haga? ¿Qué quieres, que nos demos un beso y hagamos las paces?

—Eso estaría bien.

—Vete al infierno.

—Melissa, mañana nos vamos a Seúl. Allí se supone que somos una pareja felizmente casada y no quiero que mi madre tenga ningún motivo para sospechar que no es así.

—¿No le has contado la verdad?

—Por supuesto que no. Quiero que mi madre pueda disfrutar de su primera nieta sin tenerse que preocupar de que no haya más. Quiero que tenga muy claro que va a tener más nietos.

—¿Me estás diciendo que quieres tener más hijos conmigo?

—¿Tan desagradable te parece la posibilidad?

—¡Me parece indignante!

—¿Por qué? Tenemos una hija y es normal que queramos tener más hijos para formar una familia.

—¡Nuestra familia es una farsa!

—No tiene por qué serlo si cooperas conmigo. Quiero que las cosas salgan bien. No solamente por Emily sino también por nosotros. No sabes cuánto te agradezco que decidieras no abortar.

Melissa se mordió emocionada el labio inferior.

—La quiero desde el momento en el que supe que estaba embarazada...

Donghae se acercó a ella y le acarició la mejilla.

—Yo también la quiero mucho —declaró con voz trémula—. Haría lo que fuera por ella.

—Ya lo has demostrado. Te has casado con la mujer a la que más odias en el mundo.

Donghae se quedó mirándola a los ojos.

—Espero que con el tiempo podamos llevarnos mejor. Tenemos posibilidades de que lo nuestro salga bien.

Melissa no lo creía posible mientras Donghae no le pidiera perdón por acusarla de robo y, para eso, lo primero era que creyera en su inocencia.

—Vámonos a la cama, mi amor —le dijo de repente.

Melissa lo miró sobresaltada.

—¿Me estás diciendo que te quieres acostar conmigo?

—¿No es eso lo que se hace la noche de bodas?

—Sí, pero...

Donghae se acercó a ella y la abrazó.

Melissa sintió el calor que emanaba de su cuerpo y lo deseó al instante. Donghae la desnudó a toda velocidad y, cuando se disponía a penetrarla, se fijó en la cicatriz que había dejado en su cuerpo la cesárea.

—¿Qué te pasó en el parto?

—Estuve doce horas dilatando y me tuvieron que hacer una cesárea de urgencia —contestó Melissa.

Donghae la miró apenado.

—¿Había alguien contigo?

Melissa recordó aquel día. Le habría encantado que Donghae hubiera estado a su lado, pues había sido uno de los momentos más felices y más solitarios de su existencia.

—No —contestó—. Mi madre había muerto tres semanas antes y Stacey... bueno, no sé dónde estaba... me había prometido ir al hospital, pero...

—Melissa... —se lamentó Donghae mirándola a los ojos.

—No pasa nada, la enfermera era un encanto y el médico, fabuloso —intentó sonreír.

—Dios mío, qué sola has estado y qué bien lo has hecho todo —le alabó Donghae.

—Gracias...

Donghae la besó en la boca con pasión y buscó debajo de la cicatriz de la cesárea su tesoro femenino. A continuación, recorrió todo su cuerpo haciendo que Melissa estallara de placer una y otra vez.

father - donghaeWhere stories live. Discover now