CAPITULO 1

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En cuanto Melissa entró en la sala de juntas supuso que él ya estaba allí, porque sintió un escalofrío por la columna vertebral que le erizó el vello de la nuca, y lo buscó con la mirada.

Como si él también hubiera sentido su presencia, giró la cabeza y sus miradas se encontraron después de casi cuatro años sin verse.

Melissa se quedó mirándolo mientras Donghae se excusaba educadamente ante los miembros del museo con los que estaba hablando y avanzaba hacia ella, y sintió que se le cerraba la garganta hasta que apenas le era posible respirar.

Llevaba meses temiendo aquel momento, desde que se había enterado de que Lee Donghae, el padre de su hija, Emily, era el patrocinador principal de la exposición sobre Grecia que estaba organizando junto con el conservador del museo.

—Hola, Melissa —la saludó Donghae poniéndose ante ella.

Melissa intentó mantener la calma, pero lo cierto era que estaba nerviosa.

—Ho... Hola, Donghae.

Donghae la observó lentamente, desde su pelo castaño a su boca. A continuación, deslizó la mirada hasta su escote, que quedaba al descubierto con el vestido de noche de terciopelo que lucía y, por último, se posó de nuevo en sus ojos.

Melissa se sentía como si la hubiera acariciado en todos aquellos lugares, sentía la electricidad pasando del cuerpo de Donghae al suyo, sentía la piel tirante y el aire que los rodeaba, cargado.

—Te veo muy bien —comentó Donghae en un tono que hacía sospechar que no lo hubiera esperado así—. Por lo que me han dicho, eres la ayudante del conservador, ¿no? Has llegado muy alto, ladronzuela. Claro que supongo que, al igual que me hiciste a mí, los tendrás a todos engañados. Supongo que no sabrán cómo eres de verdad.

Melissa sintió un inmenso rencor en el bajo vientre, exactamente en el mismo lugar en el que se había formado el bebé que Donghae había rechazado como suyo.

—Yo siempre he sido de verdad —contestó con frialdad.

Donghae sonrió con desdén.

—Ah, ¿sí? Vaya, será que estaba demasiado cegado por la pasión como para darme cuenta.

Al oír que Donghae se refería a la pasión que había desbordado lo que había habido entre ellos, Melissa sintió que se sonrojaba al instante, pues los tórridos recuerdos se apoderaron de su mente.

Al recordar sus cuerpos entrelazados, sintió que se estremecía de pies a cabeza y que le temblaban los muslos. Donghae la había hecho conocer el placer una y otra vez durante los dos meses de vacaciones que había pasado en Seúl.

Así que Donghae sólo había sentido pasión por ella, mientras que ella lo había amado sin reservas.

—Perdón por interrumpirlos, señor Lee —intervino Diane Perry, un miembro del personal del museo—, pero tengo que hablar un momento con Melissa.

Donghae sonrió con desprecio.

—No pasa nada, ya habíamos terminado.

Melissa se quedó mirándolo mientras se alejaba, sintiendo que le dolía el estómago como si alguien le hubiera dado una patada con una bota de puntera de hierro.

—¿Qué pasa? —le preguntó Diane frunciendo el ceño.

—Nada —contestó Melissa intentando mostrar indiferencia—, ya sabes cómo son los millonarios. Unos arrogantes.

—Ya. Bueno, pues ten cuidado con Lee Donghae —le advirtió Diane—. Me acaba de llamar Gaye, la mujer de Julián. Julián ha tenido un infarto y está en el hospital.

father - donghaeWhere stories live. Discover now