CAPITULO 17

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Donghae la estaba esperando en el hotel cuando Melissa llegó, con prisas y las mejillas coloreadas, el pelo recogido y algo revuelto como si acabara de despertarse, un estilo que en otras mujeres hubiera parecido horrible pero que en ella resultaba increíblemente sexy.

—Perdón por llegar tarde —se disculpó.

—¿Quieres una copa para calmar los nervios? —le preguntó Donghae.

—No estoy nerviosa.

Donghae sonrió.

—Sí, sí lo estás.

Melissa sonrió también mientras se sentaba en un taburete a su lado.

—Está bien, lo admito, estoy nerviosa.

—No tienes por qué estarlo, Melissa —le aseguró Donghae—. Hemos quedado para restablecer la amistad entre nosotros.

Melissa lo miró con los ojos muy abiertos.

—¿De verdad crees que dos personas que han sido pareja pueden ser amigas? —le preguntó.

—¿Quién sabe? —Contestó Donghae mirándola a los ojos—. Yo venía más que dispuesto a intentarlo, pero te confieso que, cuando te he visto aparecer, lo primero que se me ha pasado por la cabeza ha sido subirte a mi habitación y...

—No sigas, por favor —lo interrumpió Melissa poniéndole el dedo índice sobre los labios—. Esta situación ya me resulta suficientemente difícil sin que me tientes.

—¿Así que te sientes tentada? —le preguntó Donghae besándole el dedo.

—Un poco...

—¿Sólo un poco?

—Bueno, mucho —sonrió Melissa.

Donghae se metió el dedo en la boca y se lo chupó sin dejar de mirarla a los ojos. Melissa sintió un profundo calor entre las piernas. Era imposible que fueran amigos. Era imposible porque se deseaban mutuamente.

—Donghae...

—No —le dijo poniéndole también un dedo sobre los labios—. Escúchame. Lo que hubo entre nosotros no se va a borrar.

—Pero yo no puedo darte lo que tú quieres.

—Sí, sí que puedes —insistió Donghae—. Puedes liberarme de este tormento. Siempre nos entendimos muy bien en la cama. Podríamos volver a entendernos. Sé que saldría bien.

—Donghae, hay algo que deberías saber... —dijo Melissa tomando aire.

—Sé todo lo que necesito saber, que me sigues deseando y que es imposible que seamos amigos, Melissa. Hay demasiada pasión entre nosotros.

—Es imposible que haya futuro para nosotros si no dejamos bien cerrado el pasado.

—El pasado ya está cerrado. No quiero hablar de ello. Creí que eras culpable de un delito que tú sigues jurando que no cometiste y quiero creerte incapaz de mentir, pero confieso que todavía no lo tengo asimilado al cien por cien. En cualquier caso, creo que es mejor que dejemos ese tema a un lado y que nos concentremos en lo que hay entre nosotros.

Melissa sintió una gran presión en el pecho. No le había hablado de la existencia de Emily. No quería engañarlo, pero lo estaba haciendo.

—La vida nos da otra oportunidad —insistió Donghae—. Me equivoqué al cortar el contacto contigo por completo. Lo hice por enfado y orgullo. Debería haber escuchado tu explicación, pero me dejé arrastrar por el orgullo.

—Donghae... no sé cómo decirte esto...

—No me digas que me odias porque no te creo —la interrumpió Donghae.

—No, no te odio, pero...

—Sé que estás nerviosa ante la posibilidad de que retomemos nuestra relación, sé que lo pasaste muy mal y estoy dispuesto a no meterte prisa.

Melissa sonrió a pesar de la angustia.

—Perdón, señor Lee —los interrumpió un empleado del hotel—. La cena que pidió está lista.

—¿Vamos a cenar en el hotel? —se sorprendió Melissa.

—Sí, en mi habitación —contestó Donghae—. Quería estar a solas contigo.

Melissa lo siguió nerviosa hasta el ascensor.

Ella creía que iban a salir a cenar a un restaurante y que iban a bailar en un sitio con más gente, no esperaba una cena íntima en su suite. Resistirse a él en aquellas circunstancias iba a resultar mucho más difícil.

Al entrar en la habitación, Melissa vio que había flores y velas por todas partes y una botella de champán francés en una hiciera sobre una mesa con servicio para dos.

—Ven, siéntate —le indicó Donghae—. Vamos a disfrutar de la cena que el chef nos ha preparado especialmente para nosotros.

Melissa se sentó y dejó que Donghae le sirviera. Mientras lo hacía, observaba sus dedos pensando en que conocían cada centímetro de su cuerpo. Con cuánta naturalidad se había entregado a él. Su inexperiencia no había sido problema. De hecho, la primera vez que se habían acostado su cuerpo lo había recibido sin dolor, como si estuviera hecha para él.

—Estás muy callada —comentó Donghae tras el segundo plato—. ¿Quieres bailar?

—¿Aquí?

—Siempre te gustó mucho bailar —insistió Donghae—. Estábamos tan compenetrados que parecíamos un solo cuerpo.

—Llevo años sin bailar... —contestó Melissa desviando la mirada.

Donghae apretó el botón de un mando a distancia y las notas de una balada romántica inundaron la estancia. De repente, Melissa se encontró entre sus brazos, moviéndose al unísono y sintiendo que el corazón le latía desbocado.

—¿Lo ves? Nuestros cuerpos todavía se acuerdan...

father - donghaeWhere stories live. Discover now