Capítulo 47

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John estaba de pie junto al cristal mientras veía el carruaje de Marshall aproximarse por el camino, suspiró abatido y maldiciendo, si todo hubiera sido como lo habían planeado, si Aiden lo hubiera oído y si esa mujercita no hubiera complicado todo, esa misma tarde hubieran estado festejando lo que tanto tiempo habían esperado: ver al tipejo postrado antes sus pies y revolcándose en la nada. Cerró la ventana y se volvió para ver a Aiden tendido en la cama durmiendo su borrachera y con las vendas en su pecho golpeado.

-Lauren, quita por favor cualquier botella que puedas encontrar, recorre cada lugar recóndito y tiras lo que encuentres. Si sigue así, ni va a encontrar a la mujer, ni va a vivir... terminará arrojándose por el techo de la casa.

-Sí... enseguida...

-Bajo ningún concepto le haces caso en nada que te pida que tenga que ver con licor y si se pone complicado me avisas. -Ella asintió mientras doblaba la ropa que estaba en suelo. -De paso, ventila este antro y limpia un poco que es un desastre.

-¿Y Oliver?

-Dile que está enfermo...

-Es que el niño no es tonto... la señora se fue y Aiden está en este estado, cada vez que lo veo está llorando...

-¿Y qué quieres que haga? ¿Qué me vuelva nana?

-Claro que no... no seas grosero... pero llévalo a montar... no sé... sácalo un poco de la casa hasta que Aiden mejore un poco su estado.

-No tengo tiempo Lauren... dile a Martha. -Respondió indignado y agobiado.

-Es que está haciendo casi todo lo de la cocina... apenas si ha podido dedicarle un momento.

-Dile a la otra.

-¿A Freya?

-Claro... si no la he visto hacer nada más que lavar ropa y llorar a su señora, al menos que colabore.

-Está bien... hablaré con ella.
John volvió a mirar por el cristal y el carruaje ya se detenía frente a la casa, apretó los dientes y el ceño mientras resoplaba, tomó las escaleras y se presentó en la entrada para recibirlo.

-Señor Marshall... Buenas tardes.

-Buenas tardes. ¿Aiden? Me urge hablar con él. -dijo por completo afectado y nervioso.

-Entiendo, pero el señor no se ha sentido nada bien y está en cama bastante afectado.

Adam miró hacia el piso superior tan solo un instante, satisfecho de que eso estuviera sucediendo ya que le daba un poco más de tiempo para solucionar sus problemas que en realidad iban de mal en peor, puesto que a pesar de toda la inversión que habían realizado con el préstamo les era imposible competir con Foster en precios, y hasta había llegado a pensar que el misterioso tipejo debía de regalar la producción, puesto que era imposible que obtuviera algo de dinero.

-¿La señora Elena? -la idea de hablar con Elena y que interviniera en los plazos de los pagarés se le hizo una posibilidad más que aceptable.

-Ha salido... me temo que tenía algunas diligencias que realizar... Lo siento mucho señor.

-Está bien. Volveré pronto. -Lo vió subir al carruaje y partir mientras apretaba sus puños ofuscado y maldiciendo.

Entró a la casa y se encerró en el estudio, se sentó frente al escritorio y encendió un cigarro. Hizo una pitada profunda mientras intentaba apaciguar su mal humor y las preocupaciones, pero tres golpes en la puerta lo hicieron resoplar.

-¡¿Y ahora qué?! -gritó-
Lauren abrió y se presentó allí un tanto turbada.

-Deja ya el fastidio y mal humor. Quiero mostrarte esto que encontré en uno de los bolsillos de su ropa.

Corazón en  PenumbrasWhere stories live. Discover now