Capítulo 26

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Guardaba en un morral toda la documentación que pudiera hacer falta, dinero y su arma. Miró por la ventana hacia el camino mientras terminaba el cigarro y sopesaba lo que demoraría Hawthorne en llegar. Martin había viajado a Londres de urgencia para adquirir las demás máquinas, y la textil ya marchaba. Sólo le quedaba concretar el tema de las exportaciones y al menos llegarían rumores a sus oídos de que los Bennett-Marshall se sentían molestos.
Tomó sus cosas y salió al jardín, vio a Oliver junto a Elena jugando en la hierba y sonrió. Ese par era el único capaz de calmar sus ansias y sus temores.

—¡Oliver! Ven acá... ya me voy. —El niño corrió a sus brazos y lo abrazó hundiéndose en su cuello.

—¿Vas a demorar?

—Como siempre...  —Oliver hizo una mueca de fastidio y volvió a abrazarlo.

—Tráeme un regalo.

—¿Qué quieres?

—Un petirrojo.

—¿Cómo voy a conseguirte un petirrojo, Oliver?

—No sé... yo quiero un petirrojo. —Aiden rio y levantó sus ojos hacia Elena que se mantenía a la distancia y mirando hacia otro lado. La notaba extraña, desde la salida de pesca no era la misma, estaba distante de absolutamente todo lugar donde él se encontrara y aunque era lo normal y lo que debía ser, le dolía dentro. Tragó mientras se acercó a ella y se detuvo a unos pasos.

—Cuide al niño, por favor. —su voz dirigiéndose a ella, inevitablemente le hicieron volverse a él.

—Claro. —fue su respuesta escueta. Él solo asintió mientras acomodaba su morral en el hombro.

—Usted también cuídese. —lanzó y ella volvió a mirarlo. Él sonrió y ella finalmente replicó. 

Cargo el morral en su caballo y montó. El día sería largo y la ausencia eterna. Se acomodó los guantes y la levita y salió a galope por el camino entre los árboles.

Era la primera vez que se ausentaba de la casa desde la boda, a excepción de los días que Elena había viajado con él. Dejarla lo inquietaba, sabía que Hawthorne estaba por llegar a Lancaster y no quería que se vieran a solas, ella estaba distante, ya ni peleaba con él o lo increpaba, solo asentía o guardaba silencio. Resopló mientras el caballo ajusto el galope y cruzaba el río.

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