Capítulo 40

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Entornó sus ojos adormilados y la claridad del día ingresaba por el ventanal. Se oían los suaves golpes de Freya en su puerta y envuelta aún en los brazos de Aiden que dormía profundamente, se enderezó. Apretó su frente al oír el continuo golpeteo y la voz de su doncella.

—¿Señora? ¿Está despierta? Traigo los ungüentos…

Despacio y con suavidad para no despertarlo corrió sus brazos para liberarse, se apuró a colocarse una bata y entornó la puerta.

—Señora… ¿ha sucedido algo? —inquirió extrañada.

—No… es que… —titubeaba nerviosa pues no se animaba a decirle nada de lo que había pasado, pero antes que pudiera terminar de explicarle, su  voz  las sorprendió.

—Dile que deje la bandeja, yo voy ayudarte. —Apretó la frente y los ojos por completo avergonzada mientras Freya aguantaba la alegría. Cuando volvió abrir sus ojos, aunque aún llevaba la frente apretada se encontró con la sonrisa de su amiga que le extendía la bandeja y vocalizaba silenciosa.

—Sea Feliz. —Recibió los ungüentos y devolvió una sonrisa a esa mujer que había estado a su lado siempre y como una fiel amiga le había ayudado.

—Gracias. —Murmuró.

Cerró la puerta y al volverse, él estaba apoyado en sus brazos y la miraba sonriente.

—¿Querías escaparte o algo así?

—No, claro que no… es solo que me da vergüenza con Freya…

—¿Vergüenza? Eres mi esposa… lo más normal es que duermas en mi cama a mi lado. —Ella lo miró mientras apretaba sus labios, dejaba la bandeja a un costado y ponía sus manos en jarra sobre su cintura.

—Sí, pero ella sabe del acuerdo y todo eso.

—Y sabe que te amo.

—No lo sé…

—Sí lo sabe. Estoy seguro, es más, apostaría que se  dio cuenta antes que tú misma. —Elena rio mientras se acomodaba en la mecedora para colocarse los ungüentos.  Aiden se apuró a levantarse, se acercó a ella y se acuclilló a su lado.

—¿Qué haces?

—Ponerte los ungüentos.

—¿Estas loco? Claro que no voy a dejarte. —Aiden llevó sus manos a la cintura.

—¿Tienes idea de todas las veces que lo hice mientras estabas inconsciente?

—No me digas eso porque ya mismo mato a Freya. —dijo incrédula y fastidiada.

—Claro que sí… yo mismo te masajeaba y te colocaba eso. Para que veas que te amo y que tienes una doncella muy buena y fiel. No debes ser dura con ella. Te aprecia muchísimo y hasta tuve que amenazarla con colgarla en la fuente para que me dijera algo. —Elena rio mientras se recostaba hacia atrás en la mecedora y Aiden masajeaba su pierna.

—A veces creo que es la única persona que de verdad me aprecia… incluso sobre mis padres y familia en general.

—Seguro que sí. Ha sido incondicional contigo.

Elena cerró sus ojos mientras se relajaba y él acariciaba su cicatriz como aquella noche las heridas de su corazón.

Elena cerró sus ojos mientras se relajaba y él acariciaba su cicatriz como aquella noche las heridas de su corazón

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