Capítulo 45

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Había pasado bastante tiempo de espera cuando ya ofuscado del todo, se puso de pie y caminó entre las oscuridades de la casa a los gritos.

—¡Hawthorne! ¿Crees que soy un pelele que puede perder todo el tiempo que se te antoje? ¿Dónde diablos te has metido?

El silencio era su respuesta y ofuscado por su demora y su desfachatez es que volvió a la sala y tomó el morral que había dejado, pero en ese instante la puerta se abrió y se detuvo impávido al ver la figura que se aproximaba, quien para su sorpresa era Victoria. Frunció el ceño y apretó sus puños mientras la veía quitarse la capucha de su capa y sonreír.

—He llegado mi amor... disculpa la tardanza, pero me ha costado salir de la casa.

—¿Qué? ¿Es esto acaso una broma de mal gusto? Eres una bandida de la peor calaña que no ha dudado en enredarse en las intrigas de ese miserable. —Lo oía incrédula mientras ponía sus manos en su cintura.

–¿Por qué me insultas? ¿Crees acaso que no valgo nada?

—¿Qué haces aquí si estoy equivocado?

—Vine a verte. Will me dejó el mensaje de que me citabas aquí, que me extrañabas...

Aiden apretó sus dientes mientras maldecía y tomaba sus cosas para largarse del lugar.

—¿Vas a irte? ¿Vas a dejarme aquí con todo lo que me ha costado venir? Yo te amo Aiden... —Susurró y su voz sonaba sincera y cargada de amor. Él se volvió hacia ella, se acercó y mirándola a los ojos habló.

—No insistas... Has tu vida de una vez... Yo no podría volver a estar contigo, te lo aseguro; y si tu amor es sincero entonces déjame en paz, déjame vivir tranquilo y no crees situaciones que comprometan tu integridad ni la mía. Amo a tu hermana con todo mi corazón y doy gracias a Dios que te casaste con Marshall, pues gracias a eso es que la conocí a ella y al amor que quiero para mi vida. —Sus palabras directas, en voz calma y tan sinceras calaron dentro y ella lloró.

—Nunca pensé que sintieras todo eso por ella, creí que era un capricho para vengarte de mí... te lo aseguro. Yo te amo de verdad y no quiero verte sufrir. Elena es temerosa, tímida y hasta prejuiciosa... ¿de verdad crees que tu felicidad está a su lado? —Aiden asintió.

—Sí. Estoy seguro... —dijo por completo convencido.

—Muy bien... sólo quiero que sepas que voy a estar esperándote, y cuando ella te rompa el corazón yo estaré aquí. —se volvió hacia la puerta y abandono el lugar confundido por las intenciones de William, por su cita engañosa y por lo que se avecinaba, puesto que si se había atrevido a citar a Victoria es porque conocía también de su historia con ella. Se acercó al caballo y acomodó el morral, absorto por completo en su desdicha y hasta el extremo decidido a poner las cosas en su sitio antes que siguieran enredándose.

Elena estaba de pie con William apostados en el callejón de enfrente y sus entrañas se apretaron en un nudo al verlo salir de esa casa. Era la confirmación que faltaba para terminar de convencerse de sus mentiras y sus marañas de engaños. Grabó en su memoria el perfil de su rostro, su cabello negro sedoso cayendo sobre sus hombros y el contorno de su espalda y su cintura. Sabía que ahí, en ese instante todo acababa y moría, que ni volvería a verle ni oír su voz, a sentir sus caricias ni sus besos dulces.

Lo vio salir al galope por la callecita mientras su amigo apoyaba su mano sobre su hombro dándole aliento.

—¿Es acaso que aquí sucede algo más? —pregunto extrañado por todas sus angustias y lágrimas.

—¿A qué te refieres?

—Es que he creído que lo tuyo era también parte de ese acuerdo, pero la manera en que lo miras y tus lágrimas son indicativos que se ha adueñado de tu corazón. ¿Es que estoy acaso en lo cierto?

Corazón en  PenumbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora