Capítulo 45

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"The death of a bachelor."

La noche cayo, ¿cómo creí que podría volver a esto? Los recuerdos son demasiados, aún puedo escuchar nuestras riñas con Ginger y Sam, nuestras risas escandalosas o nuestros planes ridículos.

—Sam, ¿qué has hecho? ¿Qué te inspiro a traicionar a tus amigos así? —Cuestiono con la mirada fija en el firmamento desde mi ventana, me alejo de ella suspirando frustrada. Quiero respuestas pero no tengo ni la más mínima idea de dónde está Sam.

—Insomnio, ¿verdad, Fa? —Su cuerpo se hace visible junto una rosa roja entre sus dedos. Me acerqué a él con una media sonrisa.

—Eres un cursi, Dev. —Agarre la rosa pero él levanto una ceja.

—Y tú una egocéntrica, no es para ti. —Oh vaya mierda, ¿qué puedo hacer más que reír para disimular?

—Deberías mejorar tu sentido del humor, ya no captas bromas. —Maldito perro. — ¿Por qué la rosa entonces?

—Debes venir conmigo para descubrirlo y sé que no estas cansada. —Asentí tomando su mano.

—Guíame entonces. —Asintió subiéndome al marco para pronto volar sobre el campus.

¿Qué planea este hermoso hombre de ojos cafés? ¿Complot quizá?

Bajamos para darme cuenta que no, no lo es y, es más, es demasiado para mí. Lápidas nos rodean y hay una que llama mi atención por el nombre:

<<Warren D. Maclein

2000-2018

Amado hijo y amigo>>

Algo dentro de mí se rompió, no había tenido oportunidad de verlo.

—No pudiste ni despedirte. —Me entrega la rosa. —Ahora puedes. —Lo veo con el labio tembloroso.

—Gracias. —Apenas formule, él se alejó un poco dejándome con mi amigo.

—Hola, amigo de la patineta. —Me acerqué a la lápida tocándola con delicadeza. —Paso mucho desde que nos vimos, desde que deseabas estar con Natasha y estoy muy segura que intentaste algo con Ginger. Eres todo un casanova ¿eh? —Solté una risa ahogada. —Te extraño, y está muy jodido que ni si quiera estuve en tu velorio o en tu entierro ni mucho menos en tu cumpleaños y lo siento tanto, Warren. Lo siento por haberme ido, por no haberte dicho todo cuando pasó, por ser tan terca y todo. —Tomé aire. —Voy a llegar hasta el fondo de esto, voy a saber qué demonios pensó Samanta cuando hizo esto. Ese chico de allá me dio la chance de verte por última vez y estoy muy agradecida por ello, incluso te trajo una rosa. —Bese la flor antes de ponerla al lado de la tumba. —Te quiero amigo, todo estará bien, lo prometo.

No hubo ruido, nada más que la brisa golpeando las ramas de los árboles. Decido pararme limpiando mis lágrimas, busco con la mirada al chico hasta hallarlo en el borde apoyado sobre la verja.

Tomo aire y me aproximo a él. — ¿Cómo te sientes? —Murmuro mirándome directo a los ojos.

—Gracias. —Pronuncie antes de abrazarlo con fuerza, poniendo mi cabeza sobre su pecho.

—Merecías despedirte. —Menciono acariciando mi cabello. Recibo el más cálido abrazo de un ser gélido y debo admitir que logra juntar algunos de los pedazos dentro de mí.

Me separo lentamente observándolo, sus ojos deslumbran con la luz de la luna y su cabello baila al compás de la brisa.

Nuestros rostros se acercan rozando narices indecisos, nuestros labios desprenden alientos cálidos que se fusionan mientras más nos decidimos y acercamos, pronto estos bailan lentamente tras nuestros párpados cerrar, y créanme, se sienten como el bendito paraíso. No es apresurado, es puro e inocente.

Vampiro por Accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora