III

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- ¡No dispares!.- Exclamó. Chaeyoung la miró desentendida, pero aun así no bajó el arma.- ¡Ni se le ocurra disparar, Sargento, esa muchacha cuesta más que su propia vida!.

Con eso último la pelinegra volteó a ver a la castaña a su pies, la cual no paraba de sonreír, sus ojos con un extraño brillo sádico en ellos.

- Pero... Alcaide, intentó asesinar a una celadora, además intentó escapar, según las reglas eso significa-

- Pena de muerte, lo sé.- Completó la mujer cruzando la línea, acercándose a la pelinegra para tomarla de la mano que sostenía el arma.- Eso aplica para todos, menos para esta escoria.- Le dio una mirada rápida.- Deme el arma.

- Podría intentar escapar...

- No se atrevería, sabe que no puede hacer nada cuando yo estoy aquí, se convierte en un gatito herido cuando aparecemos.- Con esa oración, la pelinegra bajó el arma, dándosela a la mujer frente a ella.

Tenía razón, la castaña no hizo ningún movimiento físico, eran sus ojos que seguían los movimientos de las mujeres frente a ella, deteniéndose una última vez en la mirada de Chaeyoung.

La Alcaide suspiró y con la parte trasera del arma dio un golpe fuerte en la parte trasera de la cabeza de la castaña que estaba en el suelo.

El cuerpo desmayado de la chica cayó a los pies de Chaeyoung, ella mirando el cuerpo fijamente, deseando que esa escoria estuviera muerta por lo que había intentado hacer.

- Que limpien todo esto.- Habló la Alcaide a unas guardias de alto mando que venían con ella.- Venga conmigo, Celadora.

Chaeyoung siguió a la mujer, completamente desorientada, tenía miles de preguntas circulando su cabeza, pero no tenía permitido hablar hasta que se le ordenara.

Llegaron hasta la oficina de la mujer, después de caminar unos largos siete minutos.

La Alcaide se dejó caer en la silla de su escritorio, suspirando y pasando su mano repetidas veces por su cabello suelto.

- A ver, sé que es nueva aquí, así que seré paciente.- Comenzó.- Siéntese.- Ordenó, la pelinegra haciendo exactamente eso.- Está rotundamente prohibido que esa mujer muera, eso nos costaría la vida a todos aquí, ¿entendido?.- Obviamente Chaeyoung no lo había entendido, necesitaba saber más.

- Alcaide, con mucho respeto, esa escoria intentó matar a una de sus subordinadas, además de que intentó escapar. No debería estar viva.- Dijo en tono tranquilo y respetuoso.

- No es como si fuera la primera vez que pasa.- Suspiró de nuevo.

- ¿A qué se refiere?.

La mujer soltó una risa, intentando cambiar de tema.

- Piensa un poco.- Se levantó de su asiento y se puso de espalda a la pelinegra, mirando por el gran ventanal.- ¿Por qué crees que el gobierno mandaría a su arma secreta a una prisión en la que todo está relativamente normal?, ¿no te parece extraño que estés aquí, en vez de estar en otro país siendo de espía o planeando como asesinar a algún terrorista o político importante?.

Silencio.

Todo silencio, en el que Chaeyoung pensaba en lo que la mujer acababa de decir. Tenía razón, esa tarea era muy fácil para ella, demasiado fácil.

The Flip - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora