Si me vas a mentir...

Start from the beginning
                                    

Muevo mi mano con desdén y pienso que no voy a poner su ropa a lavar esta vez. Me meto en el baño y no tardo en estar bajo la ducha. El teléfono vuelve a sonar y decido ignorarlo porque mi jornada laboral ha acabado, devolveré la llamada mañana.

Cuento hasta veinte antes de salir del baño y llamo a Anahí para que me ayude a recoger todos los juguetes que tiene tirados por el suelo. Ella me ignora cuando la llamo, por lo que tengo que ir a por ella y cuando lo hago, escucho a Ian trastear en la cocina. Me asomo y veo que está preparando la cena.

Vuelvo a salón y me llevo a Anahí a la habitación.

— ¿Te lo has pasado bien con papá hoy? —Le pregunto.

— Sí, ha ido a recogerme al colegio y mis profesoras han dicho que es muy guapo.

— Sí que lo es, ¿Verdad? —Le sonrío.

— Tú también eres muy guapa —guarda una Barbie en una caja—. No quiero que te vayas a trabajar mañana.

Suspiro y me siento en el suelo. — Mañana vendré antes e iremos juntos al parque. ¿Qué te parece?

— Hoy papá me ha llevado al parque.

— ¿Os lo habéis pasado bien?

— Su amiga me compró un helado.

Alzo mi ceja izquierda y dejo de recoger juguetes.

— ¿Qué amiga?

— Se llama Ariana, tiene el pelo suuuuper largo, como Rapunzel.

Junto mis labios en una fina línea y sonrío.

— ¿Era guapa?

Ella asiente— Y alta.

— ¿Joven?

Anahí no me contesta y sigue guardando juguetes. Cuando me asomo a la cocina de nuevo, Anahí ya tiene su sopa preparada y no tardo en sentarla en la silla y prepararla para comer.

— Lo siento —le digo a Ian cuando entro en la cocina— Ha sido un día duro.

— Lo sé.

— No quiero que estemos enfadados —Él suspira y se gira. Sus brazos de cruzan a la altura de su pecho y se apoya en la encimera— Solo pido un poco de ayuda, Ian.

— Lo sé.

— No entiendo entonces por qué no me echas una mano.

— Estoy cansado de esto, Cassandra. Trabajas muchas horas, incluso en casa y el sueldo tampoco es nada del otro mundo. Después yo me llevo días fuera y cuando vengo no podemos disfrutar del tiempo juntos.

— Sabes que estoy buscando otra cosa.

— Lo sé, solo quiero que cuando llegue a casa estemos bien, que no discutamos.

Quiero decirle que eso no pasaría si él me ayudase un poco cuando está en casa pero lo omito porque lo veo poco y ahora que está en casa quiero estar bien con él. Me acerco lentamente y él deja caer los brazos a ambos lados de su cuerpo. Lo abrazo y apoyo mi cabeza en su pecho.

Sus brazos no tardan en rodear mi cuerpo y besa mi coronilla. Escuchamos la risa de Anahí desde el comedor y me separo un poco para mirar hacia arriba.

Sus dedos acarician mi mejilla y su rostro baja para chocar nuestros labios.

No voy a decir que este es mi primer novio, pero sí mi primer amor. Alguien con quien he aprendido que la vida no es un camino de rosas pero que acompañado puede ser mucho más ameno.

Recuerdo el nacimiento de Anahí cómo si fuera ayer. Yo apretando su mano y él apretando la mía porque vamos, éramos dos críos aún, ninguno estaba preparado para eso.

Tampoco estuvimos preparados para la muerte de su madre. Esa dulce mujer a la que adoraba.

— Mañana deberías tener el día libre. Es más, deberías dejar esa mierda de empresa —vuelve a besar mis labios.

Sí, debería.

— Con lo que gano es suficiente para mantenernos hasta que encuentres otra cosa mejor. Vamos, eres licenciada en marketing y publicidad, tiene que haber algo mejor.

Cierro los ojos y él pone sus labios sobre mi frente.

— Yo no tengo nada de eso y estoy en un trabajo mejor que el tuyo, no debería ser así.

— Eres bueno en lo que haces.

— Lo sé.

Me río un poco y abro los ojos sus manos se ponen a ambos lados de mis mejillas y habla cerca y bajo.

— Déjalo. Si nos tenemos que ajustar un poco más el cinturón hasta que encuentres otra cosa, lo haremos, pero ese trabajo no es bueno.

Asiento.

Me lo había dicho muchas veces, que lo dejara, que mi sitio no estaba ahí, que no tenía hora de llegada a casa y que no estaba bien pagado.

Cuando acuesto a Anahí y le leo un cuento, me quedo viendo como sus ojos están cerrados. Miro hacia la puerta para ver a Ian ahí, mirándonos.

Intento descifrar su mirada pero no puedo. ¿Está bien? Me levanto de la cama con cuidado y dejo el libro en la estantería. Apagó la luz de la mesita de noche y salgo de la habitación.

— ¿Estás bien?  —Le pregunto.

— Sí, es solo que no sé con qué parte del estropajo fregar la sartén por el tema este del telón.

— Teflón —me río un poco—, con la parte que no araña —paso mis manos por sus brazos—. Deja la sartén y ven a la cama.

Me agarro a sus brazos y me alzo sobre la punta de mis dedos para dejar un casto beso en sus labios.

Entro en la habitación y lo escucho ir a la cocina. Sonrío porque sé que está apagándolo todo y cuando quito los cojines de la cama, él ya está en la habitación cerrando la puerta.

Me río por la rapidez y él se acerca a mí para cogerme en peso y echarnos sobre la cama. Sus labios capturan los míos y rodeo su cintura con mis piernas porque echo de menos sentirlo.

— ¿Cuándo es el próximo viaje? —Le pregunto cuando se quita su camiseta.

— Tienen que confirmármelo, pero estoy estas dos semanas en casa —tira hacia arriba de mi camiseta y me empuja de nuevo a la cama— Y voy a disfrutar de ti.

Sus labios se dirigen a uno de mis pechos y cierro los ojos.

Puede que en otros temas no nos entendiéramos muy bien, pero en la cama sí.

One-shots. Where stories live. Discover now