II

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Apenas la puerta de hierro se abrió, su expresión cambió a una completamente diferente.

Algo que aprendió en el ejercito fue intimidar, cada vez que se enfrentaba a algo que posiblemente sería un peligro, se convertía en otra persona. Y ser celadora de dos chicas no era una excepción.

Espera... ¿Dos?.

Frunció el ceño conforme entraba a la habitación y dos chicas volteaban a verla.

- Así que los rumores eran cierto, una nueva celadora solo para nosotras dos.- Una de las chicas se había pegado a los barrotes de la celda para mirarla sádicamente de arriba abajo.- ¿Qué te parece, Momo?.- Le dio una mirada a la otra.

La otra chica, que estaba sentada en la parte de arriba de la litera, bajó de un salto, caminando a paso lento hacia los barrotes, pasando su lengua por sus labios repetidas veces, mirando de arriba abajo a la pelinegra frente a ellas.

- Nada mal, nada mal.- Sonrió ampliamente.- Mucho gusto, celadora, mi nombre es Momo, y esta loca es Sana.- Concluyó dando un leve empujón a la contraria.

Chaeyoung miraba con asco a ambas chicas, odiaba a muerte ese tipo de escoria, y sabía exactamente quienes eran las dos.

Momo: Pelinegra, cabello por los hombros, fleco, con buena masa muscular y una mirada penetrante.

Sana: Castaña, cabello semi-ondulado, le llegaba a la mitad de la espalda, hermosa, rasgos muy notorios y ojos grandes que hipnotizaban a cualquiera.

Ambas asesinas, fueron capturadas hacía tres años atrás, en Japón, Momo se centraba en hombres de mediana edad, los cuales consideraba que merecían morir por el simple hecho de ser hombres. Sana, por otra parte, secuestraba, violaba y por último mataba colegialas, tenía cierto fetiche con chicas en uniforme.

- Al parecer nuestra celadora no habla... se llevaría bien con La Muda.- Se rió Sana, mientras caminaba al rededor de la celda.

¿Muda?, ¿a qué se refería con Muda?.

Una de las muchas cualidades de Park Chaeyoung (o más bien, maldición) era que siempre fue muy curiosa, y cuando no comprendía algo, o algo estaba fuera de lugar, ella lo averiguaba.

Y esa prisión estaba llena de misterios.

- ¿A qué te refieres con "La Muda"?.- Hizo las comillas con sus dedos, mientras se sentaba en la silla de su pequeño escritorio.

Momo soltó una risa.

- Cariño, si de verdad piensas que puedes llegar aquí, creyéndote que eres superior a nosotras solo porque estás del otro lado de las rejas. Déjame decirte que te equivocas.

- Cierto, además, no puedes pretender que te soltemos información sobre otras prisioneras así como así.- Se unió la otra chica.- Eres nueva aquí, y supongo que no estás al tanto del tipo de tratos que hacemos a cambio de información o favores.- Concluyó con superioridad.

La pelinegra se levantó de su asiento, dando pasos largos hasta la celda, golpeando con su bastón uno de los barrotes fuertemente, haciendo que Sana se separara de golpe de estos.

Chaeyong sonrió.

- Creo que no has entendido quién está al mando aquí.- Movió el bastón al rededor de los barrotes, haciendo que estos emitieran un sonido hueco y un poco tétrico.- Tengo entendido que ustedes no valen nada tanto fuera como dentro de estos muros, así que mejor no me provoquen a menos que quieran despertar "por accidente" en la jaula de los perros. Si es que despiertan... claro.- Concluyó con la misma sonrisa cínica en sus labios.

The Flip - ChaennieWhere stories live. Discover now