Academia Pharisse [Saga Reyes Vampiros] #PGP2019

Capitulo XLI

De inmediato saqué mi espada y apunté al cuello del anciano.

—Un movimiento y puedo volverte cenizas—hablé mirando fijamente al hombre.

Todos se quedaron en silencio, varias miradas me observaban con frialdad.

—Baja ésa espada Morgan —pronunció mi padre acercándose.

—No hasta que prometan y me devuelvan a Neall a salvo—pronuncié con rabia sin mover la espada.

Todos sabían muy bien qué hablaba enserio, pues mi hermano era lo más importante para mí.

De pronto sentí un arma apuntando mi cabeza, no lo pensé dos veces y de un salto mandé lejos a quien amenazaba con dispararme.

— No querrán enfrentarme—hablé apuntandolos con mi mano en llamas—. Podrán ser fuertes vampiros antiguos pero yo, yo soy más poderosa cuando lucho por un ser preciado.

Pero a ellos no parecía importarles mi opinión pues entre quince de ellos se lanzaron sobre mí. Un punzante dolor se propagó por mi cabeza, no lo soporte y caí al suelo.

Uno de los ancianos apuntó su mano en mi dirección y varias dagas se enterraron en mi cuerpo.

Podía escuchar los gritos de mi madre y de mi padre diciendo que se detuvieran pero aquellos hombres no escuchaban sino lo que ellos deseaban o necesitaban.

En el fondo no quería herirlos pero la rabia se apoderó de mí y mi cuerpo volvió a fusionarse con el ave fénix. Sin sentir una pizca de dolor me levanté y me acerqué al primer anciano a quien lo tomé del cuello.

Su piel olía a quemado y podía ver el dolor asomándose en su rostro a medida que su cuerpo se restauraba tras quemarse.

—Morgan—una voz me llamó pero no me importó.

Ignorando las miradas de temor que todos me dirigían, expulse varias llamas hacia el suelo con el deseo de quemar ese lugar y a quienes estaban dentro de él. No perdonaría a quien quería atentar contra la vida de mi hermano, los volvería cenizas.

Y no habría algo o alguien que pudiera detenerme.

Pero de repente el frio comenzó a inundar el auditorio, volteé y detrás de mí se encontraba Noah junto a Damaeth.

Ambos habían apagado las llamas que amenazaban con incinerar el lugar y a quienes estaban allí. Con rabia por frustrar mis planes le apunté a Noah con mi mano y una gran llamarada salió disparada hacia él.

Pero ésto no le hizo daño pues él creó un escudo de hielo que apagó mi fuego.

Con rapidez me acerqué a Noah y  le atiné un golpe en su brazo izquierdo pero no mostró ni un poco de dolor. En cambio mi cuerpo comenzó a congelarse y a medida que lo hacía mis sentidos parecían volver a su lugar.