Capítulo 39

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–En dónde se han metido, debieron llegar hace quince minutos –Touya daba vueltas y vueltas en el jardín de la casa de los castaños–

–Se han de estar arreglando, no seas tan controlador –bufó Eriol, a sabiendas que Tomoyo se demoraba en arreglarse y que de seguro las demás también–

–¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Siento que hasta la corbata me aprieta –Shaoran se movía ansioso, se había revuelto el cabello incontables veces–

–Mi mamá me dio un té, con eso me relajé, le pediré que traiga un poco para ti y Touya.

A Eriol también le estaba ganando la ansiedad, pero debía disimular un poco, no podían estar los tres al borde del colapso, aunque el más nervioso es Touya, caminaba de un lado a otro como un león enjaulado y veía el reloj cada segundo para darse cuenta de que la manecilla no avanzaba tan rápido como él quisiera.

–¡Ya llegaron!

El grito de una de las hermanas de Shaoran los hizo palidecer, morían de ganas de verlas y de estar con ellas, llevaban un día sin comunicación, las chicas se habían ido a un Spa y se quedaron en la pequeña casa en donde vive Sonomi y el profesor Kinomoto, alegando que tendrían una pijamada como en los viejos tiempo.

Eriol y Shaoran se la pasaron arreglando los últimos detalles para la luna de miel, ambos tenían destinos diferentes, pero coincidían en un solo lugar, y no solo en el lugar, sino que también en la fecha en que estarían ahí, querían sorprenderlas y sabían que, con eso, lo lograrían.

Touya, por su parte estuvo histérico, le mataba no tener comunicación con Nakuru, por más que su papá y que Yukito trataban de apaciguarlo, él acababa al borde del colapso cuando miraba el reloj y no es por dudas, si algo sabía Touya es que quería pasar el resto de su vida con ella, más bien lo que le molestaba es que no podía tenerla junto a él como estaba acostumbrado.

Los tres se colocaron en el altar, esperando el momento de por fin verlas, una música muy suave comenzó a inundar el lugar y las tres jóvenes hicieron acto de presencia, la boca de Shaoran se secó en el instante que vio a Sakura con un vestido blanco con detalles rosas que se le pegaba al cuerpo dejando a la vista sus curvas y un ramo de puros claveles, su cabello lo tenía con un medio recogido y una pequeña diadema de brillantes, se veían demasiado hermosa.

Eriol, se imaginó este día, pero jamás se esperó lo que estaba mirando, su hermosa novia con el cabello completamente recogido con uno que otro mechón suelto en forma de riso, el vestido le quedaba entallado hasta la cintura y caía la falda, lo había combinado con algunos detalles azules y el hermoso ramo también de claveles.

Nakuru no se quedaba atrás, el vestido era estilo princesa, pomposo y con mucho tul, ella decidió que su ramo tendría lo más valioso para Touya, por lo que su ramo es de claveles con algunas floreces de cerezo, detalle que no fue desapercibido por Touya, ya que al verla, sintió como si su madre estuviese junto a sus dos personas especiales.

Hubo algunas lágrimas derramadas, sobre todo cuando llegó
el momento de decir los votos, Touya fue tan cortante como suele serlo, aunque esta vez fue por todos los sentimientos encontrados que estaba sintiendo en ese momento, no solo se estaba casando, sino que también se casaba su hermanita, la joya más preciada que había estado cuidando tan recelosamente.

–Yo, Eriol Hiragizawa, prometo amarte, respetarte, ser tu modelo, amigo y confidente... prometo estar contigo en los momentos buenos como en los malos y siempre apoyarte en las decisiones que tomes –fueron las palabras que Eriol usó mientras le ponía el anillo a la amatista–

–Yo, Tomoyo Daidouji, prometo amarte, respetarte, ser tu compañera, amiga, tu apoyo y todo lo que me pidas, prometo estar en los momentos de alegría y tristeza y apoyarte en cada paso que des. –concluyó la amatista mientras colocaba el anillo en el dedo de Eriol–

Pase lo que pase... Todo estará bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora