❈ 62

3.3K 578 142
                                    

A la mañana siguiente Ghaada se comportó como si nada hubiese sucedido, como si la visita la noche anterior por parte de Darshan nunca hubiera tenido lugar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la mañana siguiente Ghaada se comportó como si nada hubiese sucedido, como si la visita la noche anterior por parte de Darshan nunca hubiera tenido lugar. Ante el mutismo por parte de la nigromante sobre ese asunto, decidí guardarme la conversación que había escuchado entre ambos para cuando Cassian y yo estuviéramos a solas, pudiendo hablar de ello con relativa libertad. Acordamos que había llegado el momento de marcharnos; la única opción viable, dadas las circunstancias, era conseguir refugio en mi antiguo hogar. La simple idea de volver a la propiedad de Ptolomeo me retorcía el pecho, ya que no era una opción; no después de lo que había presenciado la noche anterior.

Rechazamos la oferta de Ghaada para abusar un poco más de su hospitalidad, aunque sí aceptamos las dos capas gemelas que nos tendió la nigromante como último gesto de voluntad a favor de la ayuda que nos había tendido al vernos aparecer en la puerta de su casa, conmigo desangrándome en brazos de mi amigo.

No pude evitar observar a la mujer con demasiada atención mientras ella me explicaba cómo debía ocuparme de mi costado herido hasta que lograra sanar. Busqué pequeños detalles que pudieran delatar la verdad que conocía; lo que suponía aquel fragmento de información para aquel rompecabezas que seguía girando dentro de mi cabeza.

Los ojos azul grisáceo de Ghaada me devolvieron el escrutinio, en especial la zona de mi cuello, donde asomaba el colgante de damarita que mi madre me había regalado siendo niña. Un relámpago de reconocimiento pasó fugazmente por su mirada al contemplar la piedra de color sangre.

No obstante, no dijo una sola palabra al respecto.

Nos despedimos en la puerta, agradeciendo de nuevo la hospitalidad e inestimable ayuda que nos había brindado. Después nos calamos las capuchas hasta que nuestros rostros quedaron ocultos y nos arrastramos hacia la vespertina multitud que ya se había echado a las calles en aquel nuevo día; no nos costó mucho mezclarnos entre la muchedumbre, dirigiendo nuestros pasos hacia mi hogar.

❈ ❈ ❈

La desgastada madera de la puerta crujió a nuestras espaldas cuando Cassian la cerró. Aspiré una trémula bocanada de aire, empapándome de aquella imagen tan familiar y vacía; mi padre continuaba ausente a juzgar el ligero abandono que flotaba en el aire, revelándome que seguía estando en las cuevas, junto a la Resistencia.

Observé la sala polvorienta antes de cruzarla, llegando al pasillo que conducía a mi antiguo dormitorio. De manera inconsciente recordé que había dejado una gran cantidad de pertenencias en la habitación prestada que tenía por ser doncella de Aella mientras me dejaba caer sobre mi viejo colchón; Cassian me seguía de cerca, vigilando cada uno de mis movimientos. Comprobando que me limitara a seguir las indicaciones de la nigromante.

El silencio se extendió entre nosotros y pensé: «¿Y ahora qué?». No teníamos noticias de los rebeldes que habían ido a la nave, cayendo en esa emboscada; no sabíamos qué había sido de ellos debido a que Cassian había tenido que huir conmigo, siguiendo las indicaciones de Darshan para encontrarnos con aquella nigromante que vivía en la clandestinidad.

EL TRAIDOR | EL IMPERIO ❈ 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora