Capítulo Cuarentaiséis

1.1K 105 52
                                    

Sábado. 27 de abril. Eran las diez de la mañana, y Naruto Uzumaki se levantó porque se había terminado su vaso de agua nocturno. Estaba sediento, lo que le hizo ponerse de pie—más dormido que despierto— y caminar por el pasillo que separaba el piso en dos. Su relación con Sasuke Uchiha, con quien compartía departamento, se había vuelto poco a poco más distante. Apenas se hablaban para lo estrictamente necesario, habían dejado de compartir auto y, actualmente, no eran más que conocidos compartiendo el espacio. Por eso, a diferencia de su costumbre, el rubio no se había preocupado en los últimos días por su compañero, a pesar de que se suponía que eran mejores amigos. En lugar de ello, los dos pululaban evitando el contacto, aunque era probable que alguien como el pelinegro no estuviera en casa en este horario. Es decir, hasta Naruto sabía que Sasuke pasaba sus días persiguiendo al amor de su vida sin poder entender que ella no quería verlo... no tenía idea de cómo alguien que siempre fue tan "cool" se había vuelto terriblemente patético. Sin embargo, así eran las vueltas de la vida, o eso pensó mientras se metía a la cocina a buscar un poco de agua. Sin embargo, lo que encontró no fue del todo refrescante...

Sakura Haruno vestía unos pantalones cortos de deporte que seguramente había usado para dormir ahí, según su aspecto. Su cabello había sido apenas aplacado por sus manos, vestía una camisa masculina que le quedaba grande—la cual, por cierto, definitivamente pertenecía a Sasuke—, tenía en su mano izquierda una taza de café caliente y, con la mano derecha, leía en su celular lo que parecían ser algunas noticias de importancia. Ella ocupaba un taburete junto a la barra, y sus miradas se cruzaron en lo que parecía ser un momento indeseado por ambos. Claro, al menos ella era consciente de que existía la posibilidad de que esto sucediera al estar en su casa, pero el chico del zorro jamás se habría imaginado que despertaría para encontrarse a su mejor amiga en su cocina, no importando que un mes atrás ella había tenido un grave pleito con su mejor amigo y roomie, lo que se reducía a este momento: los cinco segundos más largos e incómodos de la existencia del rubio, mientras ella solo volvía a acercar la taza a sus labios y daba un sorbo con total tranquilidad.

—... ¿Sakura-chan? —evidentemente, Naruto estaba confundido. Seguía en calzoncillos, apretaba el gesto cansado, y la confusión le emanaba de los poros. Ella tuvo que dejar la taza con cuidado, por precaución, sobre la mesa.

—Buenos días, Naruto —oh, ¿cómo no iba a sentirse culpable? Él la había atrapado, aunque no era del todo una sorpresa, ¿verdad?

—¿Qué estás...? —pero ni siquiera logró formular su pregunta del todo, para despertar de golpe y buscar a su alrededor—. ¿Dónde está el idiota de Sasuke? ¿Acaso te hizo venir por la fuerza? Dime, ¿quieres que lo golpee?

—Está bien, Naruto —afirmó, poniéndose de pie y alzando sus manos frente a él, para calmarlo y convencerle de quedarse con ella—. Sasuke está durmiendo todavía... anoche se nos hizo tarde, creo que no ha dormido muy bien tampoco, así que no lo desperté —sin embargo, sus palabras no estaban dejando nada claro para el rubio, quien la miraba cada vez más confundido—. Pasé la noche aquí. Él dijo que parecía alterada y no quiso dejarme sola... en realidad, lo estaba. Fue muy dulce de su parte invitarme.

—No es estúpido —gruñó, el muchacho—. Te invitó a su cama, ¿cierto?

—No fue de esa forma —afirmó, sonriendo un poco—. Yo le pedí que no me dejara sola, así que está bien... vamos, siéntate. Te serviré café.

—¿Vas a decirme qué sucedió?

—No te haría sentarte de lo contrario —aseguró, buscando una taza para él—. Aunque no es tan complicado... vino, como siempre. Hablamos, y una cosa llevó a la otra.

—Sakura-chan, él no es bueno para ti.

—Sasuke Uchiha es inofensivo —se rio suave, con un aire dulce y amable que hizo a su amigo sentir más desconfianza que antes—. Sé que es un idiota, como también yo lo soy a veces. Siempre ha sido así, y siempre lo has sabido. Nosotros no somos niños, pero es de esperar que nos equivoquemos, de la misma forma en la que tú te equivocaste alguna vez.

EternallyWhere stories live. Discover now