Capítulo Once

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Como una cinta vieja quemándose muy lentamente, los ojos de Karin contemplaron la escena desde su sitio, sin poder moverse. Estaba atrapada, de alguna forma, con un mareo en todo su ser. Sus ojos admiraron al hombre frente a ella, aunque su capacidad auditiva parecía reducida de lo que era normal para la pelirroja. Por supuesto, estaba aturdida. Ella había recibido un golpe muy fuerte, así que se encontraba sentada con una pierna extendida y la otra doblada hacia su costado, mientras se esforzaba para volver a estar despierta. Su espalda se encontraba contra el tronco de uno de los enormes árboles de Konoha y, frente a ella, el hombre por el que en el pasado pudo haber entregado su vida. Sasuke Uchiha era un señor de cuarenta y tantos años que lucía sumamente atractivo, pero era frío para ser el orgulloso padre de Sarada, quien se había casado recientemente con Boruto Uzumaki. Mientras ella sentía que cabeceaba, quedándose dormida, se le volvía más claro el ruido de muchísimas aves cantando, un sonido muy familiar que era acompañado de un centelleo. Era algo que conocía muy bien, pues su cuerpo había sido atravesado por esa técnica en el pasado, y como un déjà vu del terror que sintió en ese momento su respiración se alteró, temiendo que fuera su víctima de nuevo. Pero, ¿por qué debería de ser así?

—Lo siento, Karin —alzó la mirada, encontrando sus dos ojos descubiertos mientras él alzaba su brazo—. Es algo inevitable.

—No... lo hagas —su voz salió con dificultad, mientras sus dos manos se apoyaban en el suelo, frente a su cuerpo—. Sasuke... detente —le dolía la garganta como si algo la estuviera presionando. Poco a poco, el sonido se hizo más claro—. Sasuke...

—Cantar de mil aves —murmuró—. Chidori.

—¡DETENTE!

Un grito desesperado brotó de los labios de Karin, mientras se levantaba de la cama estando aun escandalizada. Su frente y cuello estaban perlados por un sudor frío, mientras que sus manos temblaban incontenibles, y su respiración estaba a todo galope. La propia pelirroja había escuchado el grito que había emitido, el que la había despertado de tremenda pesadilla, con el cabello despeinado y sus nervios alterados. Le tomó unos segundos recordar que se encontraba en su departamento, que no había nadie por ahí y que solo había sido un sueño. Sin embargo, tuvo que mirar a su alrededor para confirmar que solo había sido una espantosa pesadilla la que la había llevado a una sensación tan desesperada como esa. Al final suspiró con alivio, pues no era más que un error. No estaba sucediendo de nuevo, ella no tenía que enfrentarse a ningún fantasma del pasado, solo se trataba de recuerdos que la atormentaban de vez en cuando y... ¿qué? ¿En qué estaba pensando? Se alarmó de las respuestas que tuvo para sí misma, pues no entendía qué podría provocar algo como eso. Lo que era peor: no tenía ni idea de qué estaba soñando, o porqué había gritado esa palabra en específico, ni siquiera estaba segura de hacia quién iba dirigido todo eso, pero tenía la sensación de que no era la primera vez. Aunque por fin se tranquilizaba, apretando las sábanas de su cama, Karin no era capaz de comprender lo que había sucedido. Ella no era consciente de que había sufrido lo que Jiraiya llamaba un "episodio".


Capítulo Once: Amor es Amor


Dos semanas después de la charla entre Sakura y Sasuke—y una desde la visita de Itachi—, ella se tomó un par de días del laboratorio y de cualquier responsabilidad extracurricular. Los últimos cinco días habían sido un caos total, pues los tres miembros del laboratorio habían estado corriendo por toda la facultad para terminar un informe de resultados. Tenían una nueva respuesta por parte de las muestras, así que se habían informado de todas las formas posibles, formularon un documento con todos los detalles, un resumen para el análisis del doctor Orochimaru, además de las evidencias y demás detalles para acreditar sus avances. Habían dormido entre diez y quince horas en esos días—en sumatoria, es decir—, así que estaban completamente fulminados por el trabajo. Ahora, Kabuto se había despedido tras besarle los labios a Sakura y besar la frente de Shin, para salir en modo automático del laboratorio. Los dos estudiantes tuvieron que regresarlo para convencerlo de cambiarse los pantalones y zapatos, que seguían siendo parte de su pijama—pues habían dormido ahí esos días—, antes de dejarle ir. Todavía tuvieron la oportunidad de quedarse dormidos unos minutos, antes de que la alarma los obligara a levantarse y darse una ducha en el edificio. Se bebieron un café de camino a sus clases, para sobrevivir. Al final, Sakura se compró otro antes de dirigirse a la cafetería, un sitio casi desconocido para los que eran de su tipo.

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