Mala espina

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Jim se quedó esperando un momento la respuesta de Spock, le había pasado tantas veces, esperar una reacción de él y no recibir más que confusión en su lugar; recordaba la vez que le había confesado que iba a extrañarlo, esa añoranza era mutua, ahora lo sabía, pero Spock no había sido capaz de expresarla. Por lo que al esperar, y queriendo evitar una situación similar, habló de nuevo.

—¿Sus orejas se sienten frías?, —Preguntó después de desviar la atención de sus ojos marrones; un error, creyó ver en el rostro de Spock que le había dejado poco tiempo para reaccionar, un movimiento en sus labios, como si le hubiera dejado con sus palabras en la boca… Que torpeza, no podía volver atrás, el momento había pasado.

—Sí, —contestó, atendiendo a su nueva consulta.

Inmediatamente el rubio subió su mano y dedos, desde su mejilla a su oreja, apretando ligeramente entre estos entre su lóbulo.

—Están heladas, Spock, —dijo algo alarmado— ¿Está seguro de que esta temperatura está bien para ti?

Los vulcanos habían evolucionado en un planeta desértico, un lugar inhóspito de temperaturas elevadas en casi cualquier región del mismo, había notado que Spock no solo prefería el calor, sino que la temperatura que el consideraba agradable ya era un poco baja para su comandante, posiblemente debido a su anatomía; el frío era necesario en ese momento, pero no dejaba de ser una exigencia…

—Esta bien, este frío es mi mejor defensa, —La mejor respuesta que tenía en ese momento para ayudar a su sistema inmunológico deprimido.— No se preocupe, piensenlo como lo opuesto a la fiebre en los humanos, aunque es inconveniente, es necesaria para eliminar la enfermedad o contenerla.

La sensación de sus sensibles orejas, al tacto de las gentiles manos de su oficial superior había logrado en un santiamén que las mismas se calentaran; pasando  las mismas de un pálido color cetrino, a una pigmentación verdosa más llamativa.

Jim sonrió al notarlo, ¿Los vulcanos se ruborizaban?, y si lo hacían, dado que su sangre era verde, se ¿Viridizaria?; eso sonaba gracioso.

—Es solo por el momento, tiene que tolerarlo un poco más. —fiebre, curiosa comparación, una fiebre muy alta que no era combatida a tiempo podría no solo matar la bacteria en cuestión sino a su portador, esperaba que aquello no fuera exactamente como la fiebre.

—Ya no siento tanto el frío.


Kyle miró con atención cada rincón desde que abordó la nave, claramente no era la primera vez que abordaba una nave estelar ni mucho menos; pero la nave insignia de la flota era algo distinto, le hacía honor a su renombre. Seguro no estaba allí para admirar las aleaciones de las que estaba hecho el casco de la nave, o la eficiencia energética y el simulador de ambiente que parecía estar configurado en un regulador de veinticuatro horas, doce que corresponden a la noche y doce que no lo hacen.

El hombre que había desaparecido treinta y dos horas antes, había sido encontrado por la flota, inconsciente, cercano a la muerte; ojala despertara, se mejorará, pero esperaba que no fuera tan pronto, tendría que aclarar porque había mentido al respecto de su parentesco.

—Hacemos todo lo posible por su padre, —dijo McCoy, guiando al hombre a la sala en la que reposaba el hombre que habían encontrado.

—Me gustaría solicitarle al capitán, permiso de transportarlo al planeta, —dijo Kyle, tomando una de las manos del paciente, girando un poco su muñeca, para poder observar sus venas; podía notar que dentro de poco empezarían a brillar también.— eso sí cuento con su consentimiento, no quería poner su salud en más riesgo del que ya corre.

—No será posible, —No daría permiso de que se llevarán a su paciente de allí— si piensa en su comodidad, le aseguro que en la nave será tratado de la misma manera que si fuera un tripulante, los médicos no hacemos distinciones entre pacientes…

—No es eso, —Le interrumpió.

—Si no es eso, y acaso cree que su personal tiene forma de ayudarlo; estoy seguro de que el capitán estará encantado de recibirlos a bordo y yo de sumar esfuerzos, pero por amor de Dios, no dejaré que se transporte a un herido crítico por capricho señor Moore.

El semblante de Kyle cambio, dejando atrás la afable sonrisa por un rostro serio, este hombre no iba a hacer las cosas fáciles; llevarse a su hombre a tierra iba a tener algunas complicaciones, pero de no hacerlo, existía la posibilidad de que descubrieran la verdad o falleciera.

—Lo comprendo. —dijo con tranquilidad.

—Me alegra, ahora, el capitán mencionó que tienen un suero capaz de eliminar los síntomas que causa la picadura de las "libélulas", ¿Es eso cierto?, —preguntó el médico curioso.

—Es verdad, —dijo Kyle soltando la mano del paciente y dejándola reposar en la camilla.— puedo ayudarlo a replicarla aquí, si pudiera facilitarme un padd le compartiré los componentes.



Scotty estaba feliz de estirar las piernas, respirar aire de verdad y no el oxígeno de los soportes vitales de la nave, amaba su nave, pero tocar tierra de vez en cuando era algo que todos los marineros necesitaban de cuando en cuando para no sentir que estaban navegando a la deriva, más si "las aguas" en cuestión eran inexploradas; pero sobre todo estaba contento de haber bajado con el segundo grupo de exploración. Los primeros se habían topado con libélulas asesinas  y cavernas misteriosas, mientras él podía examinar junto con su equipo las hazañas de ingeniería que seguramente los tacaños de la flota no ponían en las naves por abaratar costos, cuantos recursos debían haber destinado a esa colonia, lo que fuera que estuvieran sacando de la tierra debía valerlo.

Lo único tan valioso que venía a su mente era el dilitio, pero ni los escáneres ni la flota habían detectado ningún cristal en ese planeta, si los hubiera se sabría; y las condiciones para formarlo no parecían darse en ese planetoide, en efecto, era un recurso escaso, este hecho sumado a su uso y función en los viajes estelares lo hacían un mineral en extremo codiciado, no sólo por la flota sino por casi cualquier civilización que ya hubiera descubierto el warp.

—Señor Scott, tiene que ver esto, —Lo llamó uno de sus subordinados, hablándole por lo bajo y enseñándole su tricorder— Estas señales de vida…

Scotty dio un vistazo las lecturas, no había equivocación, eran múltiples libélulas, hacinadas dentro de los límites del recinto. Era como si las tuvieran de alguna manera encerradas, pero, ¿Para qué harían eso?, eran peligrosas.



McCoy y Moore habían estado trabajando juntos en la replicación del antídoto, Leonard estaba casi emocionado por ello; hubiera batallado mucho para llegar ha dicha fórmula, el trabajo que él llevaba en investigación no estaba tan lejos, se conformaba con comprobar que no había estado perdiendo el tiempo aún con la preocupaciones por el comandante y todos los imprevistos, pero siendo sincero, llegar a un resultado final como ese hubiera sido cosa de prueba y error con la computadora hasta dar con la fórmula y proporciones específicas, era casi sospechoso que ellos tuvieran con tan poco tiempo allí un suero contra el veneno de una especie nativa que no había sido vista o puesta en la base de datos de la Federación con antelación. Había algo en eso, algo que no terminaba de encajar, y lo hablaría con su capitán, solo que no aún, Jim estaba haciendo fuera lo que fuera con Spock, y él sabía como necesitaban ese momento a solas, además de lo bien que le hacía a los pacientes el estar animados; por el momento, puso el suero en un hypospray, dejó un momento al señor con su padre y se dirigió a la sala en la que se encontraba la teniente para poder inyectarle el mismo.


Las luces de la gruta de Auckland [Spirk]Where stories live. Discover now