Un lugar solo para nosotros dos

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"Bitácora personal del capitán James Tiberius Kirk, fecha estelar 2458.115; cuadrante de exploración Alfa.

Nos desviamos de la misión principal al encontrarnos con una especie nativa de insectos cuya picadura causa efectos como fiebre alta, mareos y desorbitación, la teniente Chen fue picada por uno de ellos y tanto ella como el médico en jefe fueron energizados de regreso a la nave; disolviendo de esa manera el grupo de exploración, no obstante, tanto el comandante Spock como yo continuamos en la superficie del planeta. Su poder de observación y rápido nivel de respuesta contribuyó a que encontráramos una solución momentánea a la persecución los mismos... Una inusual y vergonzosa solución, desprovistos de nuestro uniforme, y tratando, al menos yo, de actuar como si eso no me afectara."

Jim había aprendido que no era tan malo pretendiendo como creía, no era tan bueno como Spock ocultando sus emociones, estaba bastante seguro de igual modo que nadie podría serlo, sin embargo, había disimulado muy bien, o al menos lo suficientemente bien como para engañar a Spock, que este no le gustaba. Tal vez eso se debía en parte a que Spock era malo en los asuntos que involucran emociones y el reconocimiento de las mismas, o que por su forma de ser no fuera tan egocéntrico como solían ser, por ejemplo, los humanos a veces. Si hubiera mirado la mitad de tiempo, o con la mitad de brillo en sus ojos a alguien más, esa persona se hubiera dado cuenta de inmediato que le atraía, o al menos se lo habría cuestionado, tomado como una posibilidad; dudaba que Spock hubiera contemplado alguna vez la idea, era su amigo de cualquier manera, no se suponía que se sintiera así respecto a él, quizás esa era la razón principal por la que no había sido descubierto.

Las personas más cercanas a él lo si habían notado, es decir, el buen Doctor y Scotty, los mismos incluso le habían escuchado quejarse de ello abiertamente, y a su vez le habían aconsejado con buenas intenciones innumerables veces, claro que ninguno de esos consejos había llevado a un buen resultado aún; también suponía que todos en el turno alfa lo sospechaban, pero ya fuese por respeto o por falta de interés en asuntos ajenos, jamás le habían hecho ningún comentario insinuante, a pesar de eso también había notado que Sulu y Chekov a veces le miraban de forma condescendiente. Aún así nunca habían tocado el tema, no en su cara al menos, porque si sabía del hecho de que en la nave corría el rumor de que ambos, Spock y él, mantenían un tórrido y secreto romance, algo que se alejaba mucho de la realidad, pero no de sus intenciones y anehlos más profundos.

En la flota no existían tabúes acerca de salir con alguien de distinta especie, él mismo lo había hecho anteriormente, sin embargo, eso no quería decir que no existieran obstáculos externos entre ellos, existían por ejemplo razones por las cuales dos oficiales deberían mantener en secreto una relación a pesar de estar las mismas permitidas. Las mismas solían interferir con la toma de decisiones, y cuando no lo hacían de todos modos los altos mandos lo veían de esa manera, al parecer, las decisiones tomadas por compañerismo eran mejor vistas que aquellas que eran tomadas por amor.

Y en esa posición estaba Jim, teniendo ojos solo para su subordinado, lo peor de todo era que no se trataba de atracción física, bueno, "no era únicamente atracción física", Spock poseía una belleza que no tenía que ver con el tamaño de su cadera, o los huesos sobresalientes que la misma pudiera tener; si hablaba de su fisionomía, quizás, lo que más le llamaba su atención (Dejando aparte sus orejas puntiagudas), era su postura, la forma en que su columna siempre estaba erguida, y sus manos que siempre descansaban detrás de su espalda, como si guardaran algún secreto y tuvieran que mantenerse por ese motivo fuera de su alcance. La forma en que su lengua se movía al hablar, cosas que aunque entendiera la mayor parte de las veces, de todos modos siempre le sonaban como una clase de filosofía.

Sí, él estaba enamorado de Spock, más en esencia que en cuerpo, pero eso no significaba que no se viera afectado por el mismo, es más puede que incluso estuviera encaprichado con la apariencia de su primer oficial, ya que desde que lo había conocido, solía encontrar de atractivo en otras personas cualidades fisionomicas que compartían con Spock, el vulcano no era su tipo en un principio, y no sabía desde cuando, pero ya no le sorprendía que se hubiera convertido en su ideal de belleza, una belleza extraña que ningún otro ser parecía poseer.

Después de caminar alrededor de veinte minutos, el calor de ambos soles del planeta empezaba a diezmar su energía, los mismos parecían querer empezar a descender, sin embargo, no encontraba ninguna diferencia en su calor corporal. La humedad era alta, debido al ambiente en el que estaban, a pesar de no ser una flora antes explorada, su similitud con los pantanos terrestres le hacían sentir que no estaba en un sitio tan inusitado. Su espalda sudorosa le molestaba, pero no tanto como el hecho de que parecía que estaban algo perdidos, muy sedientos, él al menos; y aún así se preguntaba cómo podía estar tan relajado, hacía mucho tiempo que no se sentía de esa manera; quizás estar a solas con Spock, después de algún tiempo en el que no habían pasado tiempo juntos "juntos", influía en su estado de ánimo, aún cuando el moreno apenas hiciera notar su presencia, no emitiendo sonido más que el de sus pasos, o el de su cuerpo rozando alguna rama o planta, ¿Qué no daría por ser alguna de esas plantas?

—¿Spock está todo bien?, —Cuestionó finalmente Jim al sentir que el ameno silencio entre ellos comenzaba a sentirse un tanto incómodo.

No sabía qué era lo que pudiera estar pasando por la mente de Spock en esos momentos, o en que ocupara sus pensamientos a parte de la misión actual. Pero, todo esa ausencia de ruido, además de hacerle sentir que bajaba la guardia, le hacía recordar a cuando era reprendido por su tío. Después de que su madre decidiera que para poder criarlo de una manera correcta, "adecuada", necesitaría ayuda, se habían ido a vivir con él, sin siquiera tomar en cuenta sus sentimientos, siempre se había sentido fuera de lugar en ese sitio. Siempre había sentido que no pertenecía allí, a decir verdad nunca había sentido que perteneciera a ningún lugar hasta que el destino que había evitado le halló, y encontró su lugar en la academía de la flota estelar, en su nave, tomando el mando, aún así, siempre continuo sintiendo que no pertenecía del todo allí, que solo estaba tomando el lugar de George Kirk, que estaba jugando a ser él, o al menos así se sintió hasta que conoció Spock.

Por supuesto, al principio no se habían llevado bien en absoluto, como si sus cargas fueran iguales y por consiguiente se repelieran; pero no era así, ambos estaban representando papeles, sus personalidades, "sus cargas", siempre habían sido opuestas y ambos lo sabían, quizás esa fuera una de las razones por las cuales le atraía de esa manera.

—Todo lo bien que puede estar dadas las circunstancias Capitán, —Comentó Spock deteniéndose un segundo para analizar el tricorder con más tranquilidad— Respecto al suministro de agua, detectó una gran cantidad de la misma al parecer subterránea, para dar con ella deberíamos internarnos en esa pequeña gruta.

—¿Esa especie de cueva?, —Preguntó asomándose a la misma parándose justo detrás de Spock, era algo complicado concentrarse en la misión cuando tenía la perfecta vista delante de él de toda la hilera de huesos de la columna vertebral del medio vulcano, esas no eran el tipo de cosas a las que tendría que prestar atención en ese momento, pero él no podía decirle a su mente lo que debía pensar o no, como a veces creía que Spock si hacía.

—Así es, Capitán, detectó en la misma distintas formas de vida, criaturas del tipo insectoide al parecer, no coinciden con los datos de las "Libélulas" que hallamos en los alrededores, pero no puedo asegurar que se traten de especies inofensivas.

—Tendremos que entrar y ver Spock, no se preocupe, voy a estar cuidando su retaguardia, —Comentó Jim sin poder disimular una media sonrisa causada por sus propias palabras, por supuesto que cuidaría su espalda, se ocuparía de todo su cuerpo si pudiera, si Spock le diera el consentimiento de hacerlo, por ahora solo podía disfrutar la vista, esperar no ser tan obvio, y aguardar el momento oportuno para declararsele a Spock, eso si ese momento llegaba alguna vez, porque últimamente cada vez estaba menos esperanzado respecto a eso, ¿Cuántas veces tenía que sentir que Spock escapaba de su alcance para finalmente dar un paso hacia él y frenar los suyos?

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Notas del autor: Gracias por leer, si les gusto pueden dejar su voto o un comentario como muestra de apoyo, aunque si tienen una crítica también es bienvenida, besos nos vemos en la próxima actualización.


Las luces de la gruta de Auckland [Spirk]Where stories live. Discover now