Lo único que me queda [43]

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: : 1 mes atrás : :

-¿Qué haces aquí? -preguntó Signe a Estrella en cuanto entró al camerino de Sydney y la vio husmeando en los regalos que le llegaron a la reportera antes de su actuación estelar.

Davis saltó en su lugar por la sorpresa que aquella voz le causó, pero logró mantener la compostura mientras se daba la vuelta para enfrentrarla.

-Vine a dejarle un regalo a mi mejor amiga. Le tengo admiración, al igual que todos estas personas -respondió con una sonrisa.

Sin embargo, Hansen no se tragó su redundante explicación ni por un segundo.
-Supongo que ya has terminado, así que te pido que te vayas.

Indignada, Estrella no tardó en salir del lugar e ir a poner una queja respecto a la maquillista.

Así fue como Signe perdió su empleo.
Sin embargo, ella no pensó que todo habría acabado allí. Contrario a Sydney, ella decidió investigar al respecto.

Tardó meses, pero logró averiguar todos los enlaces secretos entre Nathan y otras personas de poder en Los Santos.
Supo de la relación entre Syndey y Brian antes que alguien más, decidió contarle a él sin saber que Haner sabía mucho más al respecto.

Para cuando se le dio la oportunidad de decirle a Wackerman, era algo tarde. Ella estaba a punto de ser destrozada por quien alguna vez se llamó su amiga.

Desgraciadamente, la suerte de Signe Hansen tampoco era muy buena entonces.
En cuanto salió de aquel edificio y se alejó un par de cuadras al norte, un hombre tomó su cuerpo con sus gruesos brazos.

Signe supo de inmediato que se trataba del hermano de su jefe previo, quien también era un conocido traficante de blancas en el mercado negro.
Sus piernas temblaban y, como muchas veces, deseó ser Sydney Wackerman. Sin embargo, aceptó su papel y controló el miedo que corría por sus venas mientras escuchaba al hombre hablar.

-No seas tan entrometida la próxima vez -susurró a su oído mientras inyectaba un sedante en su cuello-. Tienes suerte de ser bonita. De otra forma te habría matado justo aquí.














: : Marzo del 2017 : :

Todos miran a Craig. Él, en lugar de explicar lo que sucede, se limita a repetir con una sonrisa retorcida-: ¡Está aquí!

Brian ladea su cabeza hacia un costado.
-Bien hecho, Fong. Has hecho que Craig enloqueciera al igual que su hermano.

Evan responde con una patada contra la silla en la que el médico se encuentra sentado. Está por golpear al hombre atado cuando Mabbitt coloca su mano sobre su pecho y lo empuja hacia atrás, alejándolo de Haner.

-¡DEBES ESPERAR! -exclama con firmeza, abriendo los ojos en demasía mientras inspecciona a todos los presentes.

Él creó un plan por su cuenta y no le contó a un alma.
Sabía que al final sería una estrategia maestra, así que confió en sí mismo para llevarlo a cabo desde que sus intentos por asesinar a Brian Haner Jr. fallaron.
Ahora, varios años después, puede ver cómo el fruto de sus esfuerzos camina dentro de la habitación y toma por sorpresa al resto de las personas a su alrededor.

-¿Es en verdad usted? -cuestiona Fong con cierto temor al inspeccionar con la poca iluminación el rostro del recién llegado.

Los ojos del médico hacen lo propio, concluyendo que la persona a unos metros de él tiene, sin duda, la misma sangre que él en sus venas. Así que no hace preguntas estúpidas como el hombre que se encontraba a punto de matarle. En cambio, permanece inmóvil y con calma; concluyendo que Luke no le había mentido del todo la última vez que hablaron.

-Gracias, Craig. Me has hecho recordar lo que es bueno -dice Brian Sr., ignorando las palabras del presidente y palmeando el hombro de Mabbitt un par de veces-. Permítanme encargarme de esto. Esperen afuera -añade, tomando el arma que se le es ofrecida.

Todos, a excepción del hermano de Nathan abandonan la habitación apresuradamente, el temor presente en su sistema.

-Lamento no haber esperado a que estuvieras listo -se disculpa el mayor de los presentes mientras levanta a su hijo del piso.

Brian Jr. se queda callado y evade a toda costa la mirada de su padre.

Sólo le tomó un par de segundos al odio para resurgir de su pecho.
Todo este estúpido tiempo su padre había estado con vida y simplemente lo enredó en el caos que él creó tras el paso de décadas sin razón aparente.

-¿A qué has venido? ¿Quieres terminar con tu inversión a largo plazo fallida? -cuestiona el menor con frialdad.

El hombre de pelo grisáceo por las canas niega con la cabeza mientras se sienta en una silla frente a él. Baja la mirada hacia sus manos mientras pasa el arma de un lado a otro varias veces.

-Pensé que podrías arreglarlo todo -murmura de manera casi imperceptible-. Quiero ayudar, salvar lo único que me queda en la vida.

-Tu hospital sobrevivirá aunque yo muera.

-No, Brian. Tú eres lo único que me queda en la vida.

El más joven en la habitación no puede contener una fuerte risa que interrumpe el silencio momentáneo.
Sin embargo, decide callar el comentario sarcástico que iba a decir en seguida, puesto que su padre ha sacado una navaja del bolsillo del overol naranja que viste y se ha hincado para deshacerse de las sogas que mantenían inmóvil las extremidades de Elwin.

-¿Qué...

-Asegúrate de que esté a salvo -interrumpe su padre, levantándolo de la silla con dificultad-. Yo me encargaré de esto.

-¿Sabes de Sydney?

-Sé absolutamente todo lo que ocurre en esta ciudad. Ahora, sígueme la corriente.

Haner Sr. empuja a su hijo hacia la entrada y, después de abrirla, lo obliga a continuar caminando hacia las escaleras.
Las personas que le esperaban en el pasillo están inquietas y ansiosas, pero deciden confiar en la mente que les llenó de beneficios absurdos desde hace varios años.



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