Un par de anuncios [35]

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: : 4 años atrás : :

(2013)

-No vayas -pidió Sullivan con angustia.

El mayor de los jóvenes acababa de leer una carta que Brian recibió ese mismo día por la mañana y, como se esperaba, no tardó mucho en mostrar su descontento.

Haner tragó saliva con dificultad.
Sabía muy dentro de sí que no debía abandonar la comodidad en la que se encontraba. Sin embargo, sentía que lo menos que podía hacer era obedecer las palabras de su difunto padre.

-Debo hacerlo, Jimmy. Soy la única persona que tiene derecho a hacerse cargo de ese hospital.

-Tengo un mal presentimiento -insistió el joven de ojos azules.

-Ven conmigo.

James lo miró con tristeza. Deseaba poder acompañarlo pero ya había conocido a quien consideró su verdadero amor y ni si quiera su hermano le convencería de abandonarla.-No puedo.

-Dile a Mel que se mude acá -ofreció el médico, tomando con gentileza la carta que había leído ya decenas de veces-. Te escribiré todos los días, lo prometo.

Entonces, Sullivan no pudo argumentar más. Tal vez lo que causaba un hueco en su pecho no tenía que ver con el regreso de Brian al centro de Los Santos; sino, más bien, porque la persona de la que más había dependido los últimos años no estaría para él cuando le necesitara.
Y eso, pensó, era algo extremadamente egoísta.

El más alto de los dos suspiró amargamente, su semblante aún lleno de preocupación en el momento en que accedió a dejarlo ir.










: : Marzo del 2017 : :

Aunque estaba extremadamente nerviosa, la mente de Sydney Wackerman aún está inundada de la voz de Brian Haner y el hilo de emociones que provocó su temprano encuentro.

Ella no podía creer que nunca revisó el documental que había enviado y, por ende, que no se había dado cuenta de que no era de su autoría.
De pronto, creyó hallarles lugar a varias piezas; concluyendo que todo había ocurrido de manera tan perfecta que debió haber sospechado el final desde incluso antes de que todos los terribles sucesos ocurrieran.

Varios golpes a la puerta del camerino que nunca volverá a visitar en el futuro la sacan de sus pensamientos.

La mujer traga saliva y se mira por última vez en el gran espejo frente a ella, notando hasta ahora el par de aretes que cuelgan de sus delgadas orejas.
No recuerda con exactitud la razón por la cual decidió utilizar los pendientes que le regaló Haner hace algunos meses, si es que existió alguna.

De manera presurosa, intenta quitárselos. Sin embargo, la persona que le espera en el pasillo golpea la puerta una vez más con desesperación, imposibilitando su objetivo.

Rendida, la mujer suspira y abandona el iluminado lugar.

Sabe que la entrevista se transmitirá en vivo, por lo que debería bloquear todo impulso.
La visita del médico, sin embargo, desató un poco de su cordura; exponiendo parte de su interior a la hambrienta manada de leones que enfrentaría.

-Buenos días -la saluda Estrella con una gran sonrisa, abrazándola fuertemente.

Wackerman suspira y acepta el abrazo a pesar de su gran deseo de empujar a la mujer lo más lejos posible de ella.

-Buenos días.

-¿Estás lista?

La más joven de las dos responde con un simple movimiento de cabeza mientras ambas se colocan en sus posiciones, una frente a otra en amplios sillones separados por una mesa con la superficie de vidrio.

Tras ajustar los últimos detalles, la entrevista esperada por cada habitante de Los Santos se comienza a transmitir en absolutamente todos los televisores de la ciudad. Incluso en los resguardados dentro del hospital a cargo de Haner; quien intentó pasar el resto de su mañana alejado de aquel bullicio.

Para su mala fortuna, se dio cuenta algo tarde de que no había escapatoria del lío que él había ayudado a construir.

Después mandar el último correo electrónico desde su oficina, el hombre presiona con firmeza el botón que activa el altavoz para toda habitación y todo pasillo en el hospital.

Aclara la garganta y acerca sus labios al frío micrófono que descansa sobre su escritorio para anunciar-: Debido a falta de recursos, el hospital cerrará sus puertas a la media noche.

Brian repite el mensaje un par de veces antes de relajar su mano y recargarse en el respaldo de su cómoda silla a esperar los fuertes reclamos de sus trabajadores.

Sin embargo, nadie se acerca si quiera a él.

Con curiosidad, el médico decide salir de su oficina y averiguar si alguien si quiera escuchó su voz.
Él, por supuesto, ignora que justo eligió el momento en que la gente estaría más entrometida en asuntos de los que debería alejarse.

Al llegar a la primer sala de espera, Haner es bienvenido por la mejor parte de la entrevista transmitida en una gran pantalla cuyo audio, al parecer, ha ensordecido a su audiencia ante cualquier otro sonido externo.

Por primera vez, el hombre ignora por completo al gran grupo de personas alrededor suyo que no saben si continuar viendo el entretenido programa o si deberían aprovechar y ver el desnudo rostro de Brian Haner.

-Cuéntanos, exactamente, lo que sucedió en el momento en que se tomó esta foto -pide Estrella tras pasarle una hoja a su invitada especial

Incluso a través de los múltiples lentes por los que es procesada la imagen, se puede apreciar el momento justo en que los ojos de Sydney se llenan de lágrimas. La mujer toma la hoja y observa el curioso ángulo del que el fotógrafo logró capturar el momento en que los amantes se despedirían.

Esta honesta reacción hace que la furia dentro del médico reviva de entre las cenizas.

Él da media vuelta y huye de regreso a su vacía oficina; ignorando por completo de las noticias que no se perdería si se hubiera quedado un par de minutos más.

Sin que alguien lo esperara, la entrevista se termina antes de que Wackerman responda. Entonces, el morbo de las personas se castiga de inmediato con múltiples dósis de pánico.

La pantalla que mostraba a un par de chicas lindas dando un espectáculo sin igual ha sido cambiada por una imagen completamente en blanco.

Algunas personas de la audiencia golpean su televisor un par de veces, pero la imagen no cambia.
Los que se han reunido en grupos intercambian miradas de desconcierto hasta que el silencio proveniente de las bocinas de cada dispositivo es interrumpido por una fría y gruesa voz.

"[...] Que ningún ciudadano de Los Santos permanezca en las calles. Cientos de reos de la cárcel en Tataviam han logrado escapar hace a penas unas horas. Corran la voz. La policía ya ha capturado a algunos y se han mandado unidades a todos los barrios de la ciudad, así que mantengan la calma y busquen refugio en casas, hospitales, escuelas o locales. Repito, esto no es un simulacro..."


Wrecker | Syn Gates ✔️Where stories live. Discover now