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Tumbada en mi cama, pensativa por las palabras que Pietro me acababa de decir, mi mente no podía dejar de pensar en Mustang y no pude evitar recuperar del pasado un recuerdo muy amargo que guardo dentro de mí. 

Cuando Luna regresó a la organización después de abandonar por primera vez a Mustang, mi estancia aquí dentro fue bastante dura. Cada día veía menos a Mustang y me sentía más desprotegida. Fue una época muy oscura en general para la organización porque el jefe no estaba tomándose en serio sus responsabilidades y es que su cabeza estaba exclusivamente pensando en Luna. 

El lado bueno es que debido a eso conocí a Tony y a Hackie pues Tony se convirtió en mi entrenador físico y Hackie era mi compañera en los entrenamientos y desde entonces somos inseparables. 

Luna duró esta segunda vez en la organización poco más de medio año, medio año en el que arrasó todo por su paso, simplemente queriendo más y más y abusando de todo el poder que Mustang le facilitaba. Pero como era de prever Luna volvió a abandonar a Mustang, pues como estaba claro aunque mi jefe no era capaz de verlo solo estaba en la organización por interés, otra vez.

Y yo presencié ese momento amargo cuando Luna abandonó por segunda vez a Mustang, segunda vez que a Mustang le rompian el corazón fuertemente. 

Luna espera–salió corriendo Mustang fuera hacia el aparcamiento del Centro de Control hace cuatro años. 

Yo daba la casualidad que estaba ahí, pues siempre me gustaba salir a fuera a tomar el sol y simplemente relajarme ya que  en el aparcamiento casi nunca había nadie, solo los vehículos negros aparcados al sol y el paisaje desierto de la inmensa nada en la que se encuentra el Centro de Control. 

Déjame en paz Mustang.–gritó Luna avanzando rápidamente dirigiéndose hacia un vehículo. 

Yo corriendo me escondí para no ser vista. 

No me abandones otra vez Luna, no por favor.–Mustang alcanzó a Luna y la cogió del brazo con auténtico pavor en los ojos. 

Mustang te dije que ella o yo, han pasado meses y esa niñata sigue estando aquí–dijo Luna enfadada. 

La Carterista no se va a ningún lado, es una niña todavía Luna, ¿Qué quieres que haga? ¿que la abandone en la calle a su suerte?–decía Mustang. 

Como veis Luna abandonó a Mustang en gran parte por mi culpa o eso le hizo creer y eso siempre se quedó guardado en el interior de mi jefe, siempre me ha guardado rencor por ello . 

Pues entonces me voy–Luna se deshizo del agarre de Mustang, abrió la puerta del coche. 

No Luna, no me abandones, te quiero.–le dijo Mustang. 

Luna impasible ante sus palabras se metió dentro del coche y arrancó el motor. 

Luna, no te vayas, te daré todo lo que quieras, por favor.–Mustang no paraba de arrastrarse, era patético. 

Qué triste, estar tan enamorado de una persona que llegues al punto de reconocer que estás dispuesto a dejarte utilizar con tal de que esa persona no se vaya de su vida por muy tóxica que sea. Y es que Luna es la persona más tóxica que he conocido jamás y cada día que pasa me doy cuenta que es aún peor de lo que recordaba. 

Adiós Mustang.

Los ojos de Mustang adoptaron un color rojo y lágrimas comenzaron a caer sin consuelo por su rostro, sus ojos verdes brillaban de la angustia. 

No, no Luna, por favor no me abandones, por favor.–seguía diciendo Mustang llorando.

Luna comenzó a poner en movimiento el coche. 

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora