Epílogo

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Me encontraba en mi celda, tumbada en esta dichosa cama de muelles viejos que suenan con todo leve movimiento y se clavan en la espalda.

Miré a las cuatro paredes de cemento que me rodeaban, la pequeña ventanita cuadrada con rejas en una pared y una puerta pesada de metal en la pared opuesta, que tenía una pequeña apertura del tamaño de la palma de una mano que me permitía ver un poco el pasillo oscuro pero sobretodo les permitía a ellos verme desde fuera.

La cámara de seguridad apuntándome en todo momento, sabiendo que estoy siendo grabada en estos apenas 15 metros cuadrados tan asfixiantes.

Suspiré y me quedé mirando al techo gris tumbada en la cama.

Tras mi arresto y mis antecedentes escapando de celdas, esta vez no tuvieron ningún tipo de miramiento en llevarme a una cárcel de alta seguridad en una celda de aislamiento a espera de juicio. No sé ni dónde estoy, ni he estado en contacto con nadie más desde que me metieron aquí, no me dejan tener ningún tipo de contacto ni siquiera con el resto de presas, soy considerada una reclusa de alto riesgo.

Tampoco sé cuántos días llevo aquí metida, podría contarlos, marcando una rayita por cada vez que el sol se pone a través de la ventanita pero me niego a hacerlo, me niego a ser consciente de todo el tiempo que me están quitando de mi vida.

Estoy a espera de juicio y no creo que mi juicio sea hasta dentro de varios meses o incluso años, porque según escuché al inspector a cargo de mi caso mientras me metía en esta celda, para poder juzgarme primero tenían que tener todos los cargos de los que se imputan y aún seguían recopilando todos los crímenes que he cometido, los que aún les quedaba por descubrir y los que a saber me pondrían de más sin yo haberlos cometido.

Tanto tiempo a solas y aislada en esta celda sin poder hablar con nadie ni tener información de fuera, mi cabeza se dedicaba a hacer lo único que podía hacer, volver a repetir en mi mente una y otra vez el último día que fui libre, pero sobre todo los últimos momentos en los que apareció Luna y Mustang me abandonó.

–Mustang, no, no– escuchaba mis propias palabras en mi cabeza recordando todo. Pero ya después de haberlo recordado tantas veces ya no lloraba, ahora en mi interior se arremolinaba una sensación de asco y odio mezclada con rabia y ganas de venganza. Mustang me había abandonado y después de tanto tiempo interiorizándolo ya soy realmente consciente de ello, porque creedme cuando os digo que a mi mente le costó mucho digerir que Mustang me hubiera abandonado, pues no paraba de recordar todas las palabras que me había dedicado con anterioridad, diciendome que me quería y las ganas que tenía de empezar una nueva vida desde cero conmigo.

Me dio un escalofrío, recordando aquellos sentimientos y todo el daño que me había hecho; creo que jamás voy a poder recuperarme de este golpe emocional, jamás... ¿cómo se recupera una persona de un abandono de esta forma?¿de esta traición?

Apreté los puños, cerré los ojos y tomé una profunda respiración, mientras mis ojos picaban intentando llorar, pero mi orgullo me lo impedía; pues me prometí no volver a llorar por este tema nunca más.

Obligué a mi mente en ese momento a dejar de pensar en Mustang y cambiar el tema.

En todo momento también me pregunto qué habrá sido de Hackie y de Tony; a pesar de no ser creyente le rezo a cualquier dios que me quiera escuchar pidiéndole que los proteja, simplemente que hayan podido escapar y puedan empezar de nuevo. Ellos realmente son buenas personas que se vieron envueltos en un mal ambiente, se merecen poder empezar de nuevo.

Otra persona que me ronda la mente es Pietro y su familia, huyeron de la ciudad por la presión de Miranda, ¿habrán podido volver y recuperar su territorio ahora que se supone que todo está más calmado?

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora