XIV

8.1K 462 68
                                    

El señor Lacunza había salido en la prensa local de una manera muy poco favorecedora. Los periódicos sensacionalistas no habían aceptado la gran suma de dinero que el hombre les había ofrecido a cambio de que no publicaran las calamidades que se dijeron dos días después del incidente en la inauguración.

Desde titulares calificando a su familia como maleducada hasta mofas constantes sobre lo indisciplinada que había resultado su hija mayor, en este caso Natalia.

Mi mera opinión valía poco en este tema, ya que aquel señor no tenía influencia directa en mi vida por mucho que quisiera. Pero si es cierto que me preocupaba el estado de la morena, pues me daba la sensación de que nunca se había tenido que enfrentar a las crueldades momentáneas de la prensa.

Trabajé por horas durante toda la semana, pero siempre buscaba unos minutos de mi día para leer las últimas noticias sobre el cotilleo, pues estaban en el punto de mira.

La fama que se le estaba proporcionando a aquel hombre era abundante, pero mala. No se le había visto por ninguna parte después de aquello, probablemente estaría encerrado en su casa hasta que la oleada de risotadas se calmara.

Marta, la que después de este tiempo seguía siendo mi mejor amiga, me había insinuado varias veces que no podría hablar de Natalia para que evitara preguntas, así que es una opción que quedaba completamente descartada.

Visité la cafetería más cercana en mi descanso para encontrarme con mi amiga y desayunar, que había mucho que no lo hacíamos y ya sentía su audiencia.

Caminé despacio por las calles de Madrid, vigilando no caerme con mis altos tacones y mi uniforme de la empresa, pisando firmemente sobre el asfalto desgastado.

Marta me esperaba en la puerta con su sonrisa más enriquecedora, abriéndome sus brazos para acogerme en un cálido abrazo al mismo tiempo que gritaba de emoción.

-¡Te he echado de menos!-Chilló en mi oído, provocándome una mueca desagradable que intenté disimular torpemente.-Lo siento.

-No pasa nada.-Reí, viendo su arrepentimiento.-¿Entramos?

-Por supuesto.-Asintió, sujetando la puerta para que caminara primero al interior.-¿Qué tal tu hermana?

-Bien, ha conseguido un trabajo en una cafetería muy mona y está feliz.

Al decir aquello, me fijé en los detalles del establecimiento. El olor a café y a bollos inundaba el lugar y tenía un ambiente de lo más rústico, casi parecía bastante antigua.

Sonreí levemente cuando el camarero me observó y dirigí a mi amiga a una de las mesas cercanas a una especie de estantería de libros como objeto de decoración.

El chico se acercó felizmente y nos tomó nota. Al poco tiempo vino con dos cafés estampados con flores y dos donas caseras.

Me relamí los labios ante el hambre y Marta se burló, palmeando mi espalda un par de veces dándome permiso para comer.

-Pues me alegro mucho por tu hermana.-Comentó la chica, dando un bocado a su desayuno.-Natalia no para de preguntar por ella.

-¿Qué tal está?-Interrogué seriamente, prestando toda mi atención en su respuesta. Suspiró pesadamente y se encogió de hombros.

-No está pasando por el mejor momento de su vida, eso seguro.-Dijo rápidamente, casi atropellando sus propias palabras.

-Podría hacerle una visita.-Pensé en voz alta, rascándome la barbilla con la mirada perdida.

-No creo que fuera lo mejor para tu carrera.-Aconsejó, ofendiéndome ligeramente.-Quiero decir, no deberías verte muy involucrada con ellos.

-Entiendo tu opinión.-Señalé, diciendo mi más sincera verdad.-Pero no creo haberte contratado como mi representante.

-Tampoco hace falta que te pongas así.-Dijo, frunciendo el ceño.

-Simplemente me preocupo por ella.-Puntualicé, encogiéndome de hombros.

-No parecías sentir lo mismo cuando dejaste de hablarla y la expulsaste de tu vida.-Soltó, dando un nuevo trago a su café.

Ignoré su comentario cargado de veneno y suspiré, no había motivos para discutir de aquella manera y ambas lo sabíamos de sobra. Así que nos dedicamos a desayunar en silencio durante los próximos minutos.

Me levanté al finalizar y pagué las dos partes de la cuenta, consiguiendo la protesta tan característica por parte de Marta acerca de poder pagar sus cosas. Rodé los ojos y caminé hasta la salida con las manos en los bolsillos de mi chaqueta de traje gris.

Sentí la brisa azotar mis mejillas y suspiré, esperando que la puerta volviera a sonar en señal de que mi amiga acababa de salir del local.

-Toma.-Escuché que me decía. Me giré disimuladamente y vi como me extendía una servilleta arrugada, la tomé confusa.

-¿Qué?-Pregunté. Negó con la cabeza en desacuerdo y nos miramos por unos segundos.

-Haz lo que creas conveniente.-Murmuró con pena.-Pero no hagas más daño, Alba.

Se marchó a paso rápido, dejándome parada en medio de la acera con aquel papel blanco entre mis manos. Lo abrí para revelar los garabatos de una dirección y abrí mucho los ojos, intuyendo de que se trataba.

Guardé la servilleta sin tomar una decisión concluyente y suspiré de nuevo, comenzando a andar de vuelta al trabajo.

Por el recorrido barajé todas las opciones posibles, los pros y contras de visitar a la morena, al fin y al cabo Marta tenía razón.

Froté mi sien cansada y llegué a las oficinas en pocos minutos, moviendo los pies a ritmo rápido pero disimulado.

Marilia me saludó cuando llegué y le ofrecí una mueca simpática, que era lo máximo que podría dar de mí en aquellos momentos.

Me senté en el escritorio y me apoyé sobre el respaldo del sillón de cuero, cerrando los ojos con fuerza. Saqué el papel de mi bolsillo y lo contemplé durante unos minutos largos, pensando.

Suspiré con frustración y dejé caer mi cabeza entre mis manos, agitándola de un lado para otro, como si los pensamientos y las decisiones me fueran a llegar como un acto divino.

Si me arriesgaba a ir, demostraría que tengo un mínimo interés por la morena, cosa que le daría falsas esperanzas y me acarrearía una cantidad inmensa de problemas con la prensa sensacionalista.

Holiii, ¿Qué tal la semana? Si tenéis muchos exámenes espero poder suponer un momentito de desconexión y daros mucho mucho apoyo en vuestros objetivos, pero no os dejéis consumir por los estudios y vivir, coño. ❤️✨

@missbanana027

Gasolina. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora