Fragile - Carl Grimes Imagine

939 52 8
                                    

- ¡Por si no te has dado cuenta, estoy intentando mantener con vida a estas personas!
- ¿Tu crees que me gusta quedarme aquí sentada viendo como alzamos una nueva lápida cada tres días? ¡Tenemos que hacer algo, Carl!
- Eso intento ____, ¡joder, realmente lo estoy intentando!
- Sé lo difícil que es, pero no tienes que hacer esto solo, puedo ayudarte.

Carl estaba volteado de espaldas, pero al sentir el roce de su maltratada mano contra la suya, la apartó de golpe.
Tomó el sombrero de sheriff que se encontraba en la mesa y se lo puso con cierto aire autoritario.
- Mi padre me dejó a cargo de ellos. No puedo fallarles.
- Carl...
- Es la carga que me toca. La que él me puso. El creyó que puedo ser un buen líder, y su memoria debe ser honrada cumpliendo su deseo.

La tensión podía verse físicamente en la sala. Los músculos tensados de ambos, los ojos enrojecidos de _____, los puños cerrados y la mirada fija de Carl para ella.
- Ve con los demás, necesito tiempo para pensar en todo.
- Tengo algunas ideas, ¿crees que-
- Ve con los demás.- alzó la voz, cortando sus palabras.
____ se quedó parada frente a él unos segundos. Él no pudo sostenerle la mirada y le dio la espalda, dando por terminada la conversación. La situación requería de dos o más cabezas para tomar una decisión, y Carl parecía querer ocupar todos los roles.

- ¿Qué te pasó, Carl? Tu no eras así.
- Las circunstancias cambian a las personas ______. Ahora la prioridad es sobrevivir. Acostúmbrate.
- Este no es el Carl del que me enamoré.
Un silencio sepulcral llenó la habitación.
- Él se fue junto con mi padre y los demás aquella noche.- dijo, mientras se giraba a verla por unos instantes, captando la expresión de decepción en su rostro. - Esto es todo lo que queda.
- No. Se que está ahí, en alguna parte.- con un paso decidido se acercó a el y puso la mano en su hombro.- Por favor, Carl. Tienes que volver. Te extraño.
- ¡Basta!
En un arranque de desesperación, apartó su mano de su hombro y la empujó lejos de él.
- No tengo tiempo para distracciones estúpidas. Este grupo depende de mi para salir adelante y no voy a dejar que nadie, ¿oiste?, NADIE interfiera con las decisiones cruciales para nuestra supervivencia, ¿entendido?
- Si tan solo aceptaras aunque sea ayuda de alguien más no te alterarías tanto como ahora.- ____ se atrevió a contestar, elevando su tono de voz al igual que él.
- ¡No necesito ayuda de nadie, _____!- la paciencia de Carl había llegado a su límite y la agresividad se hizo presente a través de sus puños cerrados cayendo sobre la mesa.- Esto es lo que hace un líder, el tomar control de las cosas por si mismo y hacer lo necesario para proteger a los suyos.
- ¡Mírate! ¡Mírate en lo que te has convertido! No eres un líder. Un líder guía a los demás, no los controla bajo ley marcial. Un líder escucha a sus compañeros y encuentra ideas útiles, no se pone en un nivel autoritario esperando que se haga todo lo que él dice. Estás presionado y en algún momento explotarás y terminarás como Ri-
- ¡CÁLLATE!

El chasquido atronador que hizo el dorso de su mano al chocar contra su mejilla fue fuerte y cargado de ira. Tanto la mano de Carl como el rostro de ____ mostraban un color rojizo y emanaban dolor y picazón. Ella fue la única que lo demostró a través de la única lágrima que resbaló de su ojo. El dolor físico y emocional era agonizante.

- Si no quieres aceptar la realidad, vete. Me has demostrado que no tienes nada que hacer aquí. Eres frágil y te dejas llevar por tus emociones, esa actitud no te va a llevar a ningún lado en este nuevo mundo. ¡Vete!
____ no lo pensó dos veces y salió corriendo, azotando la puerta en el proceso.
Carl respiró profundamente y se apartó de la ventana.

Sabía que no sería tan estúpida como para dejar la seguridad que el grupo le brindaba. La seguridad que él le había dado desde que la encontró por primera vez.
Era tan pequeña, tan frágil y estaba tan asustada.
La llenaba de pavor sostener una pistola entre sus manos, aún con el seguro puesto.
Lloraba cada vez que debía matar a un animal para poder comer.
No soportaba ver a los caminantes y hasta cierto punto sentía pena por ellos.
Sabía que no se atrevería a salir sin él.
Él había jurado protegerla a toda costa hasta el final de sus días, pero después de ser forzosamente nombrado líder del grupo y ahora que su padre no estaba, no solo debía velar por ella, si no por todos aquellos jóvenes, niños e incluso adultos que dependían de sus desiciones para sobrevivir.
Tuvo que ser duro con ella para que por fin entendiera que las cosas habían cambiado, y su enfoque ahora era protegerlos a todos.
Ella no duraría ni un día allá afuera.

A la mañana siguiente, cuando no la vio durante el desayuno no se preocupó. Nadie se atrevió a decirle nada. "Debe seguir molesta" pensó.

Una hora más tarde, estaba al borde de las lágrimas y corriendo entre los árboles y las hojas secas gritando su nombre. Detrás de él, el grupo intentaba detenerlo, temiendo lo peor y esperando una posible horda de caminantes atraída por los gritos de su líder.
A él no le importó. Ya no le importaba nada. La había perdido, y todo por su estúpido orgullo.

Estuvieron en vela tres noches seguidas, buscándola y exponiéndose a los elementos. Había perdido la esperanza de encontrarla viva, pero seguía buscandola.
Durante el día, se mantenía firme frente a su gente, pero al caer la noche, cuando creía que nadie lo veia, lloraba en silencio, la llamaba y le pedía perdón.
- ¿Cómo pude haber sido tan estúpido?- había reclamado una de esas noches
- Todos cometemos errores.- un miembro del grupo había acudido a consolarlo, perdiendo el miedo hacia él, ahora que el dictador en potencia mostraba su lado humano.- La encontraremos.

Al amanecer del tercer día, todos estaban cansados, desesperados y hambrientos. Incluso el joven que se había atrevido a acercarse a Carl estaba a punto de decirle que se rindieran cuando escucharon el silbido de una bala.
Por instinto, todos sacaron su arma y apuntaron a distintos direcciones, esperando un segundo disparo.
Ninguno se había dado cuenta del caminante que se arrastraba por el suelo intentando alcanzarlos hasta que el chasquido de una pistola los hizo dirigir su atención a lo que pasaba detrás de ellos.
El caminante yacía entre las hojas secas, con un disparo en la cabeza. Detrás de él, una mujer.

Era fuerte, decidida e inexplicablemente valiente.
Bajó la pistola, caliente después de los disparos, y la guardó en su cinturón.
Miró al caminante con desdén para después alzar la mirada hacia el grupo.
En su hombro llevaba atravesada una piel de conejo.
Había salido sin él y había soportado tres días alejada de todo y de todos.

Carl no podía creer lo que estaba viendo. Se convenció de que era una alucinación por el hambre y el sueño, pero supo que todo era real en cuento cruzó su mirada con la de ella.

- Aquí estoy. ¿Sigo siendo frágil para tí, llorón?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 21, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Imaginas de Chandler Riggs y Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora