Carl Grimes Imagine: Letting go

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WARNING: IMAGINA SAD ESCRITO CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS MIENTRAS LA CANCION "HURTS LIKE HELL" DE FLEURIE SE REPETÍA EN UN BUCLE CASI INFINITO.
NO ME HAGO RESPONSABLE DE SUS LÁGRIMAS DERRAMADAS.
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Caminé a la habitación con paso firme y la cabeza en alto. Mis ojos enrojecidos ardían ligeramente después de tantas lágrimas derramadas por la terrible noticia. Michonne estaba recargada en la pared de afuera. Extendió la mano y tomó mi hombro antes de que entrara. Intentó darme una pequeña sonrisa de aliento, pero en su lugar hubo una mueca de dolor y tristeza. Yo mantuve mi careta seria.

En cuanto estuve adentro me derrumbé. Acostado boca arriba en un catre improvisado, sus ojos cerrados, pálido y con una herida mortal en su costado y estómago. Cubrí mi boca para evitar que mis sollozos se escucharan hasta afuera. Las náuseas me invadieron y me recargué en la pared. Cerré los ojos, apretándolos en un inútil intento de escapar de aquella pesadilla. Lentamente me traicionaron mis piernas y fui deslizándome hacia abajo hasta acabar sentada en el suelo. Las lágrimas quemaban. Dolían.

No tuve fuerzas para ir hacia él la primera vez que me llamó. Ni siquiera estoy segura de haber escuchado su débil voz. Cuando llamó una vez más y estiró la mano hacia mí ya no me pude contener. Caminé, no, corrí a tropezones hasta él y tomé su mano.
- Perdóname Carl. Por favor, perdóname.- Supliqué entre sollozos.
- ____...
- ¡Soy una estúpida! ¡Debí de haberte acompañado! ¡Debí de haber sido yo!
Lentamente llevó su mano a mi cara e intentó limpiar mis lágrimas.
- Por favor...- susurró.- No te culpes por eso. No lo soportaría.
- Perdóname.
Recargué mi cabeza en su pecho y lloré con más fuerza. Su corazón latía tan débilmente...
Sentí su mano en mi cabello.
- Desearía que no tuviera que terminar así.- continuó.
- Todavía tenemos cosas por hacer. Tenemos que enseñarle a Judith a escribir, a leer. Tenemos que verla crecer juntos.
La ira me invadía. La vida no era justa.

Hizo un gesto de dolor que me apartara de él. Su rostro anunciaba su destino final. Un destino que estaría dispuesta a cambiar por lo que fuera.
- ____.- me miró. - Por favor cuídala.
- ¿Cómo? No puedo hacerlo sola. Ella necesita a su familia. Necesita a su hermano. Yo te necesito a ti. Tú eres la familia de ambas. ¡No puedo!
- Por favor prométemelo.
Suspiré. No tenía elección.
- Te lo prometo.

Su pecho subió y bajo lentamente varias veces. Sus ojos se tornaron vidriosos.
- Me alegro de haber podido conocerte, ____. Gracias por todo.
Intenté responder, pero un sollozo ahogado me lo impidió.
Quise besarlo, aunque fuera por última vez, pero no deseaba robarle su precioso último aliento.
- Eres tan fuerte. - suspiró, mientras acariciaba el dorso de mi mano con su pulgar.- Trata de no pensar tanto en mí, ¿sí? No dejes que nuestros recuerdos se conviertan en algo doloroso, pero tampoco dejes que desaparezcan.
No supe que decir.
La habitación empezó a sentirse más fría y sombría. Una señal de lo que estaba a punto de ocurrir.

- Quédate conmigo hasta que me duerma.- pidió.
- No puedo decirte que no.
Con cuidado, me recargué a su lado para no lastimarlo o incomodarlo pero, para mi sorpresa, nos acomodó a ambos con sus últimas fuerzas de manera que yo estuviera casi encima de él, yo pegada a su costado y con la cabeza entre el espacio entre su hombro y su cuello y él con un brazo en mis hombros y el otro sosteniendo mi cintura.
Podía sentir su sudor y el calor de su cuerpo por la fiebre, pero en esos momentos ya nada importaba.
Lo abracé y lo besé en la mejilla.
- Te amo.- susurró.- Recuérdalo siempre.
Sentí que su abrazo se debilitaba lentamente. Yo, al contrario lo abracé fuertemente. Enrollé mi cuerpo, haciéndome bolita junto a él sin dejar de abrazarlo.
- Yo también te amo, Carl.

Ambos cerramos los ojos intentando encontrar la paz necesaria para facilitar este momento tan intenso.
Sentía que su abrazo se fortalecía a ratos para después volver a debilitarse. Estaba aguantando. Y le dolía.
No pude soportar más. Si debía irse, era el momento. Ninguno de los dos podría seguir sufriendo y ver sufrir al otro.
Me incorporé y le di un corto beso en los labios. Volví a abrazarlo, pero esta vez sujeté su mano fuertemente.
Las lágrimas caían sin parar.
- Está bien, Carl. Ya puedes dejarte ir.

Cuando vi su pecho subir y bajar por última vez, lo abracé más fuerte.

Rick tuvo que luchar conmigo a la mañana siguiente para que lo soltara.
Sostuve la manita de Judith mientras ocurría el entierro.
Le conté las mejores historias de las aventuras de su hermano antes de que se fuera a dormir la siesta.
Al caer la noche, volví al lugar del entierro.
Dejé el sombrero de sheriff que había escondido la noche anterior sobre la improvisada tumba.
Un último adiós al que fue el amor más grande de mi vida y mi alegría entre una tierra muerta.
Un último adiós a mi Carl.

Imaginas de Chandler Riggs y Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora