Familias rotas

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Han pasado dos semanas desde la última reunión de la elite de monstruos, tanto Bonnie como Eak tuvieron que tomarse su tiempo reflexionando sobre la nueva información entregada, llegar a una conclusión que los mantuviera calmados y volver a sus actividades regulares.

Sin embargo, pronto debían volver a tener una junta, pero esta vez con dos personas más. Bon y su prometido, Freddy, o como sea que se llame ahora.

Era común que el de cabellos turquesas fuera invitado a las reuniones, ya que hablaban de intercambios de bienes o nuevas leyes que se pueden hacer, sin embargo, su presencia para lo que viene no es para hablar de negociaciones, si no para que mantuviera a raya al dios del universo si este se salía de control.

Estaban todos sentados alrededor de ese gran mesón circular en medio del bosque, con clara incomodidad e impaciencia, pero a la vez un leve temor. En 10 minutos iniciaba la junta, pero el humano junto al recipiente de un dios aun no llegaban.

Tenían que hablar de muchas cosas, resolver dudas y tratar de convencer al ser supremo de no destruir el mundo si de repente se le antoja hacerlo.

De repente, escucharon voces a lo lejos que se iban acercando, tensándolos más.

-De nuevo ¿Por qué tengo que venir a estas reuniones? Soy muy malo hablando de diplomacia o escuchar a los demás- dijo alguien que demostraba exasperación con solo su tono de voz.

-¡Ya te lo he dicho como 20.000 malditas veces! ¡Ellos, lo pidieron, quédate callado de una vez!- respondió de mala manera el otro, todos dándose cuenta que esa voz pertenecía a Bon –El Freddy del pasado no era tan quejica-.

-¡Oye, él se quejaba mucho! Solo que nunca lo decía en voz alta- bufó el dios.

El de piel morena solo suspiro, le costaba acostumbrarse a este Freddy que decía abiertamente lo que pensaba.

Le iba a regañar pero se detuvo al notar que llegaron al lugar, y no solo eso, si no como todos emitían una gran aura de tensión mirando a su prometido, que inmediatamente lo puso en alerta y se puso delante de Freddy por inercia.

-Pensé que esto sería pacifico- habló el líder de los cazadores mirando filosamente a todos los monstruos y al semi dios Eak presentes.

Felix fue el primero en relajarse y en hablar.

-Es totalmente pacífico, solo que mis compañeros presentes se incomodan estando al frente del dios creador de todo- aclaró intentando calmar el ambiente.

-Pff, él no me asusta- gruño Bonnie mirando a otro lado, ver a alguien controlando el cuerpo de su amigo de la infancia le era repulsivo, pero estas semanas se prometió superar aquello le guste o no.

-Wow, todos aquí se nota que me adoran- dijo con sarcasmo universo, luego vio al dios maya y sonrió –Hola sobrino-.

Eak le miro con una mezcla de confusión y terror, aunque como él era hijo de Sol, es normal que el dios lo vea como un familiar. Hace unos años, el trataba a Freddy como a un hijo, y ahora él es quien lo ve como un niño, demasiado bizarro.

Bon suspiro.

-Solo lo estas incomodando, sentémonos y solo responde a lo que ellos pregunten- ordeno a su pareja.

-Como tú digas-.

Se sentaron, hubo un silencio incomodo por un momento hasta que Deuz decidió entablar una conversación.

-Así que... ¿Universo, no?- el ser antropomorfo se sintió estúpido al segundo, hizo una pregunta con una obvia respuesta.

-Si- dijo rápidamente -¿Algún problema con eso?-.

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