Momento en que Eak se convirtió en un Dios Maya

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Hace más de 600 años de la actualidad.

Eak se estaba despertando de una pesadilla corriente que tenía. Intento acomodarse pero al moverse escucho un gran sonido de metales chocando entre sí, al estar más consciente se percató de las cadenas que amarraban sus muñecas y tobillos.

Aun le dolía todo el cuerpo a pesar de que sus heridas ya habían sanado al menos en el exterior, pero aun parecía tener unos cuantos huesos rotos y otros dolores internos como la gran jaqueca que le molestaba en ese momento, pero era menos doloroso que otras veces.

Se dio cuenta tarde de que le habían puesto aquel collar que restringía sus poderes nuevamente.

-Por fin despertaste- se escuchó una voz secundaria que puso nervioso al moreno - ¿Sabes manso problema en que me pusiste?-.

-No creo que sea algo tan malo como lo que me hacen a mí- contesto de mala gana.

-Es tu culpa-.

-¿Tengo culpa de haber nacido diferente? ¡Ni siquiera se el porque me dicen que soy diferente! Tampoco se el porque me tratan como una abominación-.

-Yo no soy de un rango tan alto por lo que tampoco se al respecto. Yo no te veo como abominación, pero sé que eres peligroso – comento agachándose al frente el encadenado.

-No por ser poderoso significa que seré peligroso. No tenía ningún motivo para matar-.

-Era una amenaza que ellos no querían dejar pasar, yo como que soy socio de ellos así que no me queda de otra que estar de acuerdo con ellos-.

-Sé que eres mejor que esto Fox. Tú no eres como lo otros, tú eres menos cruel-.

-Lo sé, pero si sigues visitando secretamente a esos humanos que te tratan como un dios mi amabilidad de ira al carajo ¿Entendido?-.

El de cabellos grises solo le miro de mala manera, era una forma indirecta de mostrar negación ante esa orden. Algo que el fénix comprendió de inmediato.

-En 47 soles más vuelves con tus antiguos dueños. Y rogarás volver conmigo, ahora te traigo tu comida- dijo el de pelo rojo marchándose.

Se largó de la cueva dejando nuevamente solo al más bajo, quien a pesar de odiar al contrario, lo que decía era verdad. Fox era quien le trataba mejor y no quería volver con los demás por nada del mundo.

Uno tenía un extraño fetiche de romperle todos los huesos, uno a la vez, se conocía todos. Otros a veces le hacían miles de cortes y luego lo tiraban al mar donde el agua salada provocaba que sus heridas ardieran demasiado, o le hacían beber distintos tipos de ácidos por embudos. Muchos métodos de asfixia, a veces lo quemaban, le cortaban la lengua, los típicos azotes, una de las que más odiaba eran las de sentidos sexuales. Pero prefería siempre ignorar aquellas. Y así muchas más, y todas para siempre mantenerlo débil y vulnerable.

Fox era el único que respetaba mínimamente su integridad, solo limitándose a los azotes y quemaduras... a veces dormía con él. Pero no por razones sexuales, sino porque los fénix al dormir sus llamas son más intensas como sistema de defensa, son como lava hirviendo por lo cual también era una gran tortura. Menos mal esa especie solo duerme una vez al mes.

Pero comparado con los demás, el pelirrojo era el menos doloroso y traumatizante.

A veces podía despertar y dormir en paz sin preocuparse por sus castigos del día continuo.

Ahora mismo tenía la fuerza suficiente para liberarse de las cadenas, pero si lo hacía solo lograría que Fox considerara más el que es peligroso y le castigaría de formas más duras. Todo lo contrario a lo que buscaba.

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