22. Almas esposadas I

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El sábado por la mañana, había salido a pasear con Xena por los alrededores de la calle 89. Quería inspeccionar a plena luz del día el lugar que había estado vigilando hacía dos noches y utilizar a su mascota para ver si podía descubrir algo más. En un principio, no tenía muy claro si al final acudir a la dirección que le ponía en la nota que le llegó, donde le invitaba a descubrir algo de los negocios sucios de Wallance, pero después de su viaje con Clarke y la llegada al lugar que Raven les había dicho, todo se fue a la mierda y cambió de opinión.

Octavia había hablado con su hermano y éste con Finn. Los dos acabaron presentándose en el pub. Ahora, la fiesta de chicas se había convertido en chicas, Lincoln y dos gilipollas.

El capullo de Finn no se separó un centímetro de Clarke en toda la noche y por eso, el viaje en su moto hasta allí, fue el último momento en que pudo disfrutar del calor del cuerpo de la rubia junto al suyo y........ lo echaba demasiado de menos.

Durante el trayecto, Clarke, cada vez, se sujetaba más fuerte a ella, presionaba más sus pechos a su espalda y sus manos le acariciaban el estómago. El calor en su entrepierna era casi insoportable y más de una vez pensó que acabarían en el suelo. Al llegar, la sensación de abandono se apoderó de su cuerpo cuando la rubia se apeó de la moto, pero había merecido la pena.

Cuando las dos se quitaron el casco, las sonrisas permanentes de las dos mujeres quedaron al descubierto. Lexa tenía muchas ganas de besarla, su mirada la delataba, estaba casi segura que Clarke quería lo mismo, pero....... cabía la posibilidad de que alguien las viera, la rubia no le dio ninguna señal para que pudiera hacerlo y tuvo que aguantarse las ganas.

Una vez dentro del pub y descubrir la presencia de los dos imbeciles allí, hizo el esfuerzo de entender la posición en que se encontraba la rubia, sin despegarse de su novio, pero eso no significaba que no sintiera una presión desagradable en su pecho cada vez que Finn ponía las manos o los labios en alguna parte del cuerpo de Clarke.

Estaba celosa, muy celosa y su nivel de cabreo iba en aumento cada vez que Finn la miraba a ella sonriendo con arrogancia, haciéndole entender que sabía que había algo entre ellas, pero que Clarke era suya.

Le pareció extraño, Clarke no le hubiera comentado nada de que Finn pudiera sospechar de ellas, pero todos los gestos del fiscal le indicaban que sabía algo y eso le daba muy mala espina, ¿qué juego se traería entre manos ese desgraciado?.  Estaba claro que ese tipo no era trigo limpio porque cualquier otro habría puesto el grito en el cielo si se enterara que su prometida le engañaba, pero Finn seguía con su papel de novio inocente. ¿Por qué Clarke no se daba cuenta? Esto último le enfurecía mucho más.

Durante el rato que estuvo en el pub, algunas mujeres se acercaron a ella, coquetearon un poco, hubo algunas risas incluso algún beso en la mejilla, pero buscaban algo que Lexa no podía darles, ya que solo tenía ojos para Clarke. Llegó un momento en que ya no aguantó más y decidió irse. Ni siquiera se despidió de la rubia, no quería ningún enfrentamiento con Collins porque no se fiaba de sus instintos y salió de allí avisando a su compañero de que se iba.

Sin pensarlo dos veces, acabó en esa calle 89 y en el almacén 5.

Cuando llegó todo estaba tranquilo. Se escondió detrás del almacén, entre unos contenedores y lo que vio minutos después, fue muy interesante. Dos tipos, que reconoció como gorilas de Wallance llegaron en un todo terreno negro llevando un par de maletines de esos con candado. Llamaron a una puerta y un tipo con una automática les abrió. Lexa necesitaba ver lo que pasaba dentro y confirmar que allí se estaba "trapicheando" algo. Subió por unas escaleras y forzó una pequeña puerta de madera que había al final de las mismas. Entró en silencio y observó lo que sucedía dentro.Había dos tipos más con armas. Abrieron una mochila llena de dinero y se la entregaron a los gorilas de Cage. Éstos hicieron lo mismo con el maletín. "Bingo" susurró Lexa, parecían bolsas de droga, posiblemente Kadium. Se dieron las manos cerrando el trato y se dirigieron a una furgoneta. Las puertas de atrás se abrieron y un tipo armado con una pistola, sacó a empujones del vehículo a dos chicos, no debían tener más de 18 o 20 años y la expresión de sus caras demostraban miedo y terror.

ESPOSADAS  (CLEXA AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora