Capítulo 19: Donde todo comenzó

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—¿Qué tal? ¿No piensan que tal vez es demasiado revelador?

Tessa y yo la miramos de arriba abajo para luego ver nuestras reacciones, intentando mantener nuestros rostros en blanco. Quizá estábamos torturándola un poco. Penny Lane estaba cerca de un colapso nervioso gracias a que, en una hora, Adam la vendría a recoger para ir a su tan esperada cita.

La verdad, Penny Lane nos habíamos mantenido cautivas en su habitación desde hacía horas ayudándola a elegir el atuendo perfecto para su cita. Había modelado para nosotras por lo menos cuatro conjuntos, unos cinco vestidos y dos bragas. Sin embargo, mi amiga de cabello rosa seguía sintiendo que ninguno era suficientemente perfecto para salir con Adam, sin importan cuán linda le dijéramos de lucía con cada uno de ellos.

—¿Recuerdas aquella vez que le gustaste a Adam y vestías una camiseta con estampado de comida en ella? —comentó Tessa de manera burlona, llevándose a la boca un pedazo de su cupcake de menta, cortesía de Emily Landfield—. No sé por qué te esfuerzas tanto ahora, mi querida amiga. Estoy a punto de sacarme los ojos si me dices que te probarás otra cosa. En serio.

Penny Lane le lanzó una mirada severa desde el centro de la habitación. No era el momento de bromas para ella, podía notar que estaba bastante nerviosa.

—Yo creo que es perfecto. Sin duda el ganador —intervine, dedicándole una sonrisa afirmativa y tranquilizante.

Ella dio una vuelta completa para que pudiéramos apreciar mejor lo que llevaba puesto: un vestido ajustado con cuello tortuga color vino, medias negras hasta las rodillas y botas negras de tacón bajo. La combinación del vestido y las botas negras de tacón la hacían lucir realmente hermosa, su ondulado cabello rosa (ondas cortesía de Tessa) resaltaba mucho más con esa combinación de colores oscuros.

Adam iba a tener un paro cardíaco en cuanto la viera. Era un chico con suerte.

Había pasado una semana y media desde que mi mente (y corazón) tuvieron aquel momento de lucidez en la cafetería y de verdad estaba orgullosa de mí misma por estar manejándolo mejor de lo que esperaba. Bueno, estaría mintiendo si dijera que no me afectó saber que no había manera sana de que Ryan y yo tuviéramos cualquier tipo de relación con el otro.

Estaría mintiendo también, si dijera que todo estaría bien conmigo luego de que mi corazón fuese aplastado como lo fue. Era y seguía siendo de alguna forma una masoquista sin remedio. Y eso no cambiaría en una semana y media.

Pero sí, lo estaba manejando bien. El hecho de ver de nuevo a Ryan y Kate de la mano por los pasillos, siendo cariñosos el uno con el otro en la cafetería, no me había estado afectando tanto, sólo intentaba evitarlos a toda costa. Y problema casi resuelto.

Les aseguraba a las chicas que me encontraba bien las tantas veces que preguntaban. Incluso cuando en las noches me era muy difícil dormir a causa de las miles de preguntas que seguía haciéndome. Mi mente divagaba en su mayoría en las razones por las cuales las cosas se habían descontrolado tan repentinamente: Primero, Duckie no parecía querer ni un poco resolver nuestras diferencias. Segundo, Ryan se había colado en mi vida, haciendo estragos a su paso y se había ido de una manera tan abrupta que seguía desconcertándome.

Si tuviera que definir cómo realmente me sentía, diría que estaba... enojada. Me sentía enojada conmigo misma, con Duckie, aunque sobre todo con Ryan. No era justo que simplemente viniera, sacudiera todo mi mundo a su antojo y luego se fuera, sin importarle otra cosa más que su Trono de popularidad. O lo que sea que él estaba usando como excusa esta vez.

Viendo el lado bueno de las cosas, esa ira interna que sentía me ayudó a atravesar estos días sin tener ningún ataque de ansiedad.

Mantenerme molesta con Ryan era una buena forma de "Reír, para no llorar".

XOXO, Blogger Girl ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora