✔ Ghoulish/ Los hijos del Diablo 2

7» ℭ𝔞𝔱𝔥𝔢𝔯𝔦𝔫𝔢, 𝔞𝔮𝔲𝔢𝔩𝔩𝔞 𝔞 𝔩𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔪𝔞𝔱𝔞𝔯𝔬𝔫

"En esta oscuridad, nuestros rostros no son más que simples esferas que resplandecen con luz pálida. "

-1992, Peter Hoeg.

Día martes. 
Hora. 15.36pm. 

Repiqueteo la lapicera sobre la hoja de cálculo. No me puedo concentrar en el problema que tengo en frente. Los números parecen letras chinas, mi cabeza sigue en cualquier lado menos en lo importante. Sin embargo, Audrey a mi lado mueve el lápiz a una velocidad increíble. 

—¿Cuánto te dió el total?—pregunta. 

—¿El total de qué? 

Sé que debería prestar más atención a la tarea que tengo por delante, aunque Aaron, Luhan y todo un mundo demoníaco permanece en mi cerebro, colándose por doquier llegando a tal punto de no ser capaz de pensar en otra cosa. 

Audrey deja el lápiz sobre la mesa y me pide verla. 

—¿Qué ocurre contigo?—y ante el silencio por mi parte, prosigue:—No tienes hambre, no puedes dormir, no tienes ganas de correr, no contestas el celular…dime si es algo para que me preocupe, Blas. 

—No me ocurre nada—miento y me duele. Ya pasé por esto en un pasado, tener que mentirle para mantenerla segura, para dejar los secretos y el peligro fuera de su alcance-El que no pueda dormir no significa que algo malo…

—Pero lo presiento—me interrumpe—Llevas mirando a un punto fijo desde hace media hora. Y tienes una...mala energía encima. 

Me levanto para ir a buscar un vaso de agua. 

—No pasa nada—alzo la voz—No te preocupes por mí. Sé lo que hago. 

Mentira. No lo sé. No sé ni siquiera por dónde comenzar para que las cosas estén como antes. ¿Y saben qué es lo que más me molesta? Que no quiera eso. No sea capaz de hacer algo para remendar el pasado, o que no tenga la iniciativa siquiera para haberle dicho a Aaron que no volveré a caer en algo así jamás. Y sin embargo lo hice, porque mi curiosidad me pueda más que otra cosa en el mundo. Eso me aterra, me asusta el saber que necesito volver a como estaba mi vida hace un año. Porque, quiera o no, sé perfectamente que la vida normal me aburre. Rutina tras rutina, de la facultad a casa, de casa a la facultad. Salir por las noches en un fin de semana, hacer amistades que no sé si quiero, tener que encajar en un grupo social en el cual me incomoda estar. ¿Y todo para qué? Para mantener a los que más quiero conformes. Para hacerle saber a mi madre que todo va de maravilla, que estamos sobrellevando la situación mucho mejor de lo que nos esperábamos. 

Pero bien sé que nada de eso es verdadero. Porque el lugar al que pertenezco es otro. ¿Nunca sentiste que deberías haber nacido en otra época? No...en otro tiempo, con personas diferentes, en una sociedad que no te ate a cuestiones reglamentarias. Así me siento yo.