Capítulo 14: Bajo el mismo techo.

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Luego de recoger todas mis pertenencias que fueran necesarias y mis productos de higiene, salí del departamento con Kyara en una pequeña bolsa de manta. Asomaba la cabeza asustada, no comprendía hacia donde nos dirigíamos.

Max aún se encontraba de pie a lado del coche observando la pantalla de su móvil con una sonrisa de oreja a oreja. Me agradó un poco observar su reacción al mirar su teléfono. Quizá estaba comunicándose con su mujer vía chat o con alguno de sus hijos y eso hacía que él optará por una expresión feliz y sonriente, algo meramente admirable.
Despegó la vista de su móvil y me observó con las maletas y el bolso con Kyara en mano. Se apresuró a ayudarme cogiendo las dos maletas que llevaba en ambas manos. Las arrastró hasta el coche y cerró la cajuela.

—¿Segura que no olvida nada señorita? —Me preguntó Max al momento en que abría la puerta del automóvil para que subiera.

—No, nada, es todo lo que llevaré, gracias —Le respondí musitando.

Al subir al coche, continuó la trayectoria a el domicilio de Zack en un breve silencio. Yo estaba concentrada acariciando a Kyara, que a Max no se le daba por interrumpir tal acto de afecto entre una mascota y su amo.
Al llegar a la mansión Andersson volví a sentir ese nudo que oprimía mi estómago, estaba en la boca del lobo, estar bajo el mismo techo que Zack me ponía los pelos de punta.
Max abrió la puerta del coche y me ayudó a salir de una manera amable. Tenía bien sostenida la bolsa donde cargaba a Kyara para que no escapara. Max bajó mis maletas y comenzó a arrastrarlas mientras yo caminaba a su lado.
En el marco de la puerta principal estaba Zack en su silla de ruedas observando como nos acercábamos hasta él, en su regazo estaba Tigre durmiendo plácidamente.

Por mi parte, sostenía aún en mi bolso a Kyara, la cual también había quedado dormida debido al viaje y a las caricias que le proporcioné en este.

Al estar frente a Zack, sentí que nuestros corazones latían al compás, no entendía el porque pero sentía una presión en el estómago y me apañaban las náuseas.
Involuntariamente le sonreí a Zack, aunque solo me dedicó media sonrisa forzada.

—Bueno Ainsworth, tu habitación está a dos puertas de la mía, si necesito algo por la noche he dejado un radio en la cabezera de tu habitación. En cuanto a tu felina, puede quedarse en la habitación de Tigre, seguro se llevan bien, mi gato es amigable con cualquier animal y persona.

Unos nervios repentinos me arrasaron, no sabía si quiera si Kyara iba a poder pasar la noche tranquilamente con Tigre, era exactamente lo mismo que pasaba con Zack y yo. El caso es que él no era del todo amigable.

Asentí con la cabeza ya que no me apetecía seguir conversando.

—Disculpe por la osadía —Dije de repente causando la atención de Zack—, ¿Aproximadamente cuánto duraría el servirle?

Zack desvió la mirada y se frotó la barbilla con el dedo pulgar e índice, mientras fruncía los labios ligeramente.

—No lo sé, quizá hasta que tengas el dinero que necesito para dejarte ir, ojalá no sea pronto, parece que será divertido —Me guiñó el ojo divertido.

Apreté mi mano en un puño tanto que mis nudillos tornaron un color blanco.
Estaba cansada de que fuese así, parecía un monstruo sin compasión alguna, que no le interesaba que yo era una pobre chica sin recursos económicos.

—Usted habló de un contrato... ¿Será que puedo verlo y de una vez por todas firmarlo? —Le pregunté con cautela.

—Está bien, ven, vamos a mí despacho.

Lo ayudé empujando la silla de ruedas y al llegar a su oficina lo dejé justo en su escritorio. Con el brazo que tenía movilidad sacó de entre sus papeles una carpeta color negro y me la extendió.

—El contrato señala que estarás aquí dándome tus servicios como yo lo ordene hasta que se complete por completo la cantidad de dinero que me dispuse a pagar. También señala cuánto ganarías trabajando para mí, obviamente no te voy a pagar porque ese sueldo va irse añadiendo a la cifra de los daños. Te ofrezco un techo y comida y creo que con eso es suficiente —Le miré más que desconcertada, después añadió—. Sé que tienes las ganancias adquiridas por tu libro y conforme se venda ganas una parte, podrías darme el dinero que ganes si así lo deseas para saldar la deuda más rápido o bien ese dinero podrías usarlo para tu uso personal, al fin y al cabo eres una chica y a las chicas les gusta gastar, ir de compras y esas cosas.
No sabía que hacer, quería saldar la deuda, con el sueldo que me prometía Zack no iba a ser rápido liberarme de esto, faltarían unos cuantos meses para liberarme de sus garras y eso sí lo conseguía.

—Le daré el 50% de mis ganacias del libro y creo que podría así disponer de un poco de lo gano. Por lo que veo el sueldo que ganaría con usted es más de lo que ganaría en mi trabajo, aún así la cantidad por lo que se pagaron los daños es muy alta, eso me retiene aquí al menos un par de meses.

—Es correcto, espero te empiece a caer bien mi compañía —Sonrió con cinismo.

—Está bien... —Tomé el bolígrafo que me extendía y firme el contrato. Luego de eso me despedí y salí de la habitación con un gran malestar.

Me encontré en el pasillo a Evelyn y le hice un gesto para que me siguiese.
Le dije que si podía llevarme primeramente a la habitación de Kyara y asintió con cautela. Después de ello, me acompaño a mí habitación, la cual era más grande de lo que esperaba; sus paredes estaban tapizadas en color café claro y su aspecto me recordaba al vintage.

—Es hermoso —pensé mientras rodeaba la habitación tocando todo a su paso.

Había una gran estantería donde se encontraban uno que otro libro de expresión teatral. Recordé que Zack tenía fija su carrera como modelo y actor y era extremadamente famoso.
Quién diría que una chica como yo estaría bajo su mismo techo. Muchas morirían de envidia, quisieran estar en este lugar, sin embargo no saben el infierno que se meten con el cara bonita de personalidad mezquina.
Me senté en la cama para después caer en ella. Las sábanas olían a menta y eran frescas, estaban frías al tacto. El techo tenía estrellas, al parecer todo lo que había en la casa de Zack Andersson tenía que tener una temática con la astronomía. Que interesante. A fin de cuentas era un ser humano y tenía pasiones, tales como la actuación, la astronomía, el modelaje. Poco a poco comenzaba a entender quién era Zack, y como era la estructura de su personalidad.
Solté un gran suspiro y me levanté de la cama. Saqué de mis maletas la pijama de algodón y me la coloqué.
Comencé a ordenar mi ropa en el clóset, el cual no se llenaría con las pocas prendas que había llevado, era dos veces enorme al de mi departamento. Fui acomodando todas mis cosas por la habitación, había traído conmigo uno que otro libro si tenía tiempo libre, o para disfrutarlo antes de dormir.

Me planteé cerrar la puerta con el pestillo, pero no tenía ningún derecho a hacerlo, además no lo creía necesario.

Me tumbé en la cama y me escondí bajo las sábanas de seda, dejando que su aroma a menta pasara por mis fosas nasales. Apagué las luces y me quedé observando las estrellas de color azul que brillaban en el techo. No eran como las de la vida real, sin embargo transmitían cosas conmovedoras.

Poco a poco fui perdiendo la noción del tiempo quedándome profundamente dormida.

• • •

Desperté con el cantar de las aves provenientes de la ventana. Aún estaba un poco dormida, sentía los pies entumecidos. Me sobresalté al ver una mano rodear mi cintura, abrí los ojos como plato y mi respiración se agitó.
Solté un grito repentino y la mano se movió de su sitio.

—Agh no grites Krysten, me duele mucho la cabeza —Dijo Zack incorporándose en la cama.

Me levanté de golpe mientras me cubría con la sábana el cuerpo.

—¡Q-Q-Que haces aquí! —Exclamé nerviosa.

No puede ser posible que haya pasado la noche junto a este tipo ¡¿Pero qué había pasado?!

Filo Rosso Where stories live. Discover now