Capítulo 40

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Es inevitable cometer errores.

Cuando Yuuri y Otabek regresaron de vuelta para reunirse con los demás, Yurio estaba demasiado entretenido acariciando al gran lobo que se recostaba con sus patas alzadas, tenía muchas preguntas para hacerle a Victor, lamentablemente solo ahora po...

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Cuando Yuuri y Otabek regresaron de vuelta para reunirse con los demás, Yurio estaba demasiado entretenido acariciando al gran lobo que se recostaba con sus patas alzadas, tenía muchas preguntas para hacerle a Victor, lamentablemente solo ahora podía encontrar el único tiempo de hablar de estos temas, lo que no pudo hacer en la mansión y con todo el problema que trataban de resolver. Sin embargo, sabía que tampoco los podía retrasar, más allá de una corta conversación que se interrumpió cuando aparecieron los otros dos.

De todas formas, no significaba que no habría comunicación alguna de ahora en más, después de todo el contacto persistiría, pero claro, cada lado entendía que trazaban un camino individual en donde dependía de ellos aprender y crecer.

—¿Está todo en orden? —preguntó Victor que se colocó de pie luego de estar acariciando a Makkachin, apenas se levantó, el gran lobo hizo lo mismo y aguardó sentado.

—Sí, ya tengo mis cosas. Deberíamos irnos, la noche se acerca —confirmó Yuuri queriendo organizar la forma en la que llevarían el equipaje—. Es un viaje largo, nos ausentamos varios días por lo que dudo que mi ave ande cerca.

—No te preocupes, Makka nos ayuda a agilizar el viaje. Pero sí, deberíamos darnos prisa ya que algún animal salvaje nos podría obstaculizar, aunque de solo ver a Makka se asustan.

—Solo quiero llegar y descansar adecuadamente, Shiori también está bastante agotada —sonrió hacia su sobrina y la elevó para colocar sobre el lomo del lobo—. No te duermas, si tienes mucho sueño avísame, no quiero que te caigas de Makkachin.

—Está bien, tendré cuidado —respondió la niña acomodándose.

Otabek y Yurio los observaban con paciencia hasta que decidieran que estaban preparados para emprender viaje. El rubio lucía inquieto, como si quisiera decir muchas cosas pero a la vez no podía ponerlas en orden, jugaba con sus manos ansioso. Yuuri se dio cuenta de esto, hasta le resultaba gracioso.

—Yurio, no tienes que decir nada, no hace falta —dijo el hechicero sin necesidad de escuchar explicaciones o disculpas, no las veía necesarias, no guardaba rencor, él mismo se sintió culpable inicialmente por ser el alfa que lo mordió pero decidió que lo mejor era dejar ese pasado atrás, fue un error. Yurio era muy joven para percatarse lo insurrecto que era de niño, invadiendo una propiedad imponiendo una actitud y desconociendo su real naturaleza de omega.

—¡Aún asi... —descendió su mirada—. Los involucré en esto, ¿acaso no están enojados? ¿No me odian? Las cosas pudieron haber salido diferentes.

—Pudieron, pero no salieron mal. Cualquier equivocación que alguno haya cometido no tiene sentido mantener un rencor que no nos llevará a ningún lado. No estoy diciendo que sea sencillo dejar de lado la culpa, cada uno tendrá sus propios fantasmas sobre su espalda, solo no hay que agrandar tanto las cosas. Ya dije que no hace falta decir nada, no guardaremos ningún tipo de rencor.

Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]Where stories live. Discover now