Capítulo 34

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Lilia Baranovskaya.

Lilia Baranovskaya

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En esa mañana, Yuuri fue el primero que abrió sus ojos, apenas el cielo se aclaraba y poco descansaron ambos adecuadamente. La primer vista que captó fue a la persona que dormía a su lado, tan sereno, tan profundo, como si necesitara unos minutos más para recobrarse. El pelinegro se lo permitió, depositando un beso sobre su frente y abandonando la cama para preparse, asearse, colocarse su ropa, aguardar a que Victor también despertara y luego tener la paciencia en que aquel caprichoso príncipe apareciera para dejarlos en libertad.

Por suerte, no debió esperar demasiado; mientras se encargaba de hablarle a Victor dormido y lo agitaba para despertarlo, fue entonces que la puerta se abrió con lentitud. Inseguro, Yuri se asomó para revisar el estado de esos dos. Se sorprendió cuando vio al hechicero despierto, a un lado de la cama y devolviéndole la mirada con seriedad; el plato de comida estaba vacío, el supresor fue usado pese a que sabía que llegó tarde para eso. El príncipe no tenía excusas para lo que había hecho, sus razones no le daban el derecho de negar libertades ajenas, no negaba eso, reconocía lo culpable que era. Al escuchar al platinado removerse en la cama, la sábana que lo cubría descubrió su cuerpo lo suficiente para revelar las numerosas marcas de besos y mordidas en su piel, una con mayor impacto que otras, la del cuello.

Yuri, automáticamente, acarició su propia marca del cuello y apartó su mirada avergonzado. Por su culpa, esa persona recibió un celo que nunca debió haber ocurrido y su cuerpo recibió el castigo de ello. Quiso decir unas palabras pero cuando levantó su mirada, observó cómo Yuuri se sentó a su lado y comenzaba a pellizcar sus mejillas para despertarlo.

—¡Ya deja de dormir, Victor! Anda, podrás descansar cuando nos vayamos.

—Mmh, Yuuri —se giró dándole la espalda—, no quiero, tengo sueño, me duele todo.

—Lo entiendo, pero hay que irnos —lo sacudió de nuevo—, ¿dónde te duele? Si puedes caminar es suficiente, lo siento Victor pero no hay otra opción.

—Estómago —murmuró.

—¿Ah?

—Estómago —repitió, acurrucándose más debajo de la sábana.

Yuuri lo comprendió. Luego de la acción nocturna, agregando el haberse corrido en su interior, era lógica que le doliera el estómago; fue un error de su parte no asegurarse en que se limpiara correctamente, no sabía bien qué hacer, nunca le ocurrió algo como esto, lo que menos se le ocurrió es que al siguiente día Victor pudiera sufrir de esa forma las consecuencias. Estaba consciente también de las marcas en su cuerpo, él también poseía pero no eran nada en comparación, temía también por su cuello, en que sufriera alguna infección.

—Está bien, de igual manera sería complicado que salieras así. Escucha, iré a buscar mis elíxires y los traeré, mientras tanto intenta reponerte como puedas, volveré, así bebes el elíxir de alfa y oscurezco tu cabello de nuevo. No hay que descuidar la identidad con la que llegaste a la ciudad, luego intentaré darte algo para los dolores —apoyó una mano en su cabello—, ¿puedes esperarme?

Bohemia vida de un inusual hechicero. - [ Victuuri ]Where stories live. Discover now