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Emilio

Era un nuevo día de grabación, largo, como siempre.

Desde que llegué al set, me había dedicado a charlar con Joaquín sobre cosas insignificantes.

Hasta que él preguntó, queriendo hablar de algo importante.

-Emilio, a ti no te molestaría hacer la escena del beso?

Mire hacía la pared, y pensé una respuesta.

-Pues no, a ti?

-No -dijo bajando la mirada.

Lo notaba algo nervioso y deprimido hoy, como si tuviera algo que esconder. Y no sabía si él querría decirme lo que le pasaba, pero yo no aguanté más y se lo pregunté.

-Ey, Joaquín, ¿te encuentras bien?

Levantó su vista, y yo solo podía ver esos ojos cafés. Esos ojos cafés que siempre brillaban, el día de hoy estaban apagados. Había tristeza en esa mirada, que por alguna razón, siempre me había dado curiosidad.

Joaco se decidió a hablar.

-¿Podemos hablarlo en mi camerino? Me da vergüenza que alguien me escuche -dijo nervioso, yo solo asentí con la cabeza y lo seguí hasta su camerino.

Al entrar, de inmediato, el aroma a perfume se pudo sentir.
Nos sentamos en el sillón, y mi compañero, no pudo aguantar más las lagrimas.

-Anoche, en la calle, me gritaron cosas, que me iba a morir por ser gay y muchas cosas demasiado horribles para repetirlas. Ellos hablaban de la novela, y no me hubíeran afectado esos insultos, pero yo... Yo soy gay, y no puedo evitarar que esos comentarios me duelan, soy humano, yo puedo sentir. Esas palabras son como cuchillos.

Lo abracé fuerte, aún sorprendido.

-No chilles, no me gusta ver a la gente llorar. Que seas gay no tiene nada de malo, yo te apoyo, y te tengo mucho aprecio. Y, con lo poco que te conozco, sé que eres maravilloso, y nada podrá cambiar eso.

-Gracias, Emilio, muchas gracias.

-Te prometo que yo te voy a cuidar, es más, te lo juro -sonreí mirandolo.

Me miró sonriente. Sus ojos brillaban más que nunca, tanto, que me olvidé de todo al rededor. Quería quedarme horas así con él, protegiendolo de todo, de todos.

Enredé mis dedos en su cabello, hasta que se quedó dormido. Él me hizo sentir algo, no sé qué cosa, pero algo cambió dentro de mi.

Tocaron la puerta, mierda.

-¡Joaquín! ¡A grabar! -era Azul, abrió la puerta al no recibir contestación.

Mierda, mierda, y más mierda.

Azul nos vió y empezó a gritar, aplaudir, y pegar saltitos.

-¡Azul! Vas a despertar a Joaquín.

Se tranquilizó y se cruzó de brazos.

-¿Que haces en el camerino de Joaco?

-Estabamos charlando.

-¿Hablaban mientras estaban acurrucados, le hacías piojito, y lo mirabas como tonto?

Sentí mi cara arder. Reí nervioso, esperando que algo a alguien me salvara. La rubia no iba a creerme si le decía la verdad.

-¡Habla! -me presionó.

-Eh, ¿escuchaste eso? Germán te llama, correle -dije nervioso.

Ella me miró mal, para luego salir corriendo en dirección a Germán. Hay gente que no disimula y luego está Azul Guaita.

Desperté a Joaco para que nadie más entrara sin avisar y pudiera pensar otra cosa. Me miró confundido y se separó de mi.

-¿Me dormí? -preguntó.

-No, te desmayaste y viajaste a otra dimensión -dije burlón.

-¡Ay, no seas bobo! -carcajeó.

Amaba que se ríera de mis chistes malos, que a nadie le hacían gracia, excepto a él. Lo miré detenidamente.

-¿Qué me miras tanto? ¿Acaso te gusto cholo? -movió las cejas divertido.

Lo miré aguantandome la risa por ese movimiento de cejas. No aguanté más y los dos empezamos a reirnos. Volví a mirarlo fijo.

-Eres genial, Joaquín.

-Tú también, Emilio.

Hola, estuve perdida pero ya regresé, chingados. Espero les siga gustando. Gracias por leer. Sepan entender que no soy la mejor escribiendo y que lo hago por diversión.

Joaquín. [Emiliaco]Where stories live. Discover now