10

12.2K 871 300
                                    

Narra Emilio.

Camino junto a Joaquín, él se ve nervioso. Y eso me asusta un poco.

-Ey, bonito, ¿qué pasa? -digo cuando llegamos a una cafetería algo vieja.

-Estoy un poco nervioso.

-¿De que nos vean? ¿O por nuestra cita?

Él no contesta hasta que nos sentamos, uno delante del otro.

-Por nuestra cita.

-Tranquilo, estamos bien. Todo está bien mientras te tenga aquí conmigo.

-También me gusta pasar tiempo contigo, y mucho.

-Tú me gustas mucho.

Logro calmarlo y hacerlo sonreír, toma mis manos por arriba de la mesa, su tacto hace que me olvide de todo, menos de él.

Me mira y yo no puedo creer que sus ojos sean tan perfectos, tienen ese color café que siempre hacen que me quede embobado por varios segundos, minutos y horas.

-Emilio, Emilio, Emilio -me llama Joaquín, pero no puedo evitar que verlo haga que las palabras no salgan de mi boca.

No me doy cuenta de que se sentó a mi lado preocupado, hasta que se acerca a mi oído y... Me grita.

-¡Emilio! ¿Hola?

-Perdón, se me fué la onda.

-Sí, sí, me dí cuenta. Te decía, ¿qué vas a querer?

-Quiero unos buenos becerros tuyos, la neta. ¿Me los das?

-¡Ey! El mesero viene enseguida, decide que vas a pedir, y hablo en serio, Osorio -intenta cubrir su sonrojo con amenazas.

-No me digas Osorio sin decir mi nombre antes, siento que estás hablando con mi papá. Y supongo, qué tú quieres salir conmigo, no con mi papá -me acerco quedando a escasos centimetros de su cara, aguantando las ganas de reír.

-¿Cómo estás seguro de que quiero salir contigo?

-¿Es broma? La otra vez nos mirabamos en el camerino, apunto de darnos un atascón. ¿Piensas que puedes hacerte el tonto despúes de eso?

-Bueno, si quiero salir en más citas contigo. Pero no te hagas el coqueto aquí porque nos van a ver.

-¿No quieres que nos vean?

-Mailo, no me molesta, el problema es que no somos nada...

-Todavía -lo interrumpo.

-Todavía -asiente con una sonrisa-. No quiero que ningún chismoso se entere, al menos no ahora. Sabes que la gente es mala, no quiero que te difamen y támpoco quiero que me difamen a mí, con cosas raras y extrañas que no son.

-Entiendo.

Le sonrío por un largo rato, mientras no hacemos nada más que mirarnos a los ojos como estúpidos. El mesero llega y salimos de nuestro trance.

-Hola, buenas tardes, ¿qué desean ordenar? -no está viendonos, simplemente mira su libreta.

-Buenas tardes, yo nada más quiero un café, ¿y tú, Joaco?

-También, un café.

El señor queda enmudecido, levanta la mirada, y al parecer confirma sus sospechas.

-¡No manches! ¡Son Emilio Osorio y Joaquín Bondoni! -se tapa la boca sorprendido y empieza a mover sus pies dando pequeños saltos-. Antes de tomar su ordén, ¿puedo sacarme una foto con ustedes? Los admiro mucho, ¿qué digo mucho? Muchísimo.

-Por supuesto -le sonreímos, saca su télefono y despúes de intentar prenderlo, nos mira apenado.

-No tengo pila, Dios, lo siento, que pena.

-¡No te desanimes! Ven, nos sacamos una desde el mío -dice Joaco, es un ángel.

Nos tomamos una foto y mi cita la sube a su historia, para que luego el pueda sacar una captura de pantalla al ingresar a su instagram.

Nos toma mejor la ordén que había dejado a medias, y nos dice un montón de cosas geniales acerca de nuestro trabajo; esas cosas hacen que una felicidad enorme se apodere de mi. Luego se retira y sigue en lo suyo.

Mi acompañante vuelve a sacar un momento su celular, yo saco el mío, le tomo una foto y la subo a mis historias.

"Mi amor plátonico, irónico, ilógico".

-Ey, no me saques fotos distraido -carcajea luego de ver la foto.

-No me pude resistir, te ves tan hermoso.

-¿Coqueteandome? -alza una ceja.

-Si tú no lo haces, lo hago yo.

-Lo siento, bonito, me intimidan tus ojos. Las palabras coherentes tardarían en salir si estoy en ese estado coqueteando contigo.

-¿Hasta cuándo me vas a hacer aguantar para besarte? -me muerdo el labio y niego divertido.

El café llega y seguimos hablando, este niño nunca me aburre. Tiene un sin fín de cosas interesantes para contar.

Despúes de varios segundos, nos levantamos y él está dispuesto a irse.

-Adiós, fué genial estar contigo, eres un solecito. Gracias por ser tan lindo, de verdad.

-Alto ahí, loca. No me agradezcas nada ahora. Es temprano para te vayas, así que quiero aprovechar llevarte al parque. Te necesito por más horas -hago un puchero y el sonríe.

-Sólamente porque eres tú, Mailo -repite la frase que dijo horas antes.


Mis niños cada vez me traen más orgullosa. Todo lo que hacen es maravilloso, los amo. Ah, y para mí, los reporteros esos son una cagada, alguien tiene que enseñarles a no comportarse tan rídiculamente frente a la gente y no faltarles el respeto de esa manera "indirecta".
Siento que me quedó raro este capítulo, pero bue, es lo que hay, sorry. 💛

Joaquín. [Emiliaco]Where stories live. Discover now