★ T r e i n t a y s e i s ★

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El sol ya estaba en lo alto cuando la madre de Eunyoung se vio obligada a subir a la habitación y despertarla; la adolescente ni siquiera escuchó las tres alarmas que programó muy entrada la madrugada para que la despertara, el sueño que creyó tener había sido tan bonito fue interrumpido cuando escuchó el golpe a su puerta y se cayó de la cama, torpemente:

— Ya voy, mamá —murmuró, como si la mujer hubiera sido capaz de escucharla. Esta entró y se encontró con la habitación desordenada, como si durante la madrugada su hija se la hubiera pasado haciendo manualidades, teniendo a su alrededor recortes de papeles y bolas de estos por todos lados.

— ¿Qué has hecho anoche que todo esto es un desastre? —le regañó.

— Buenos días, mamá —quiso simular que no escuchó aquello.

— Buenos días, linda —le respondió, algo dudosa mientras avanzaba hasta ella para depositar un beso sobre su frente —. Antes de irte al colegio ordenarás tu habitación —le advirtió antes de marcharse.

Aquello era mejor a que su madre ordenara en su lugar, pues podría tener curiosidad por qué se trataban todas las bolas de papel y qué tenían escrito dentro: eran la decena de borradores de la carta a Sanha que estaba dispuesta a enviar, de caprichosa, pero llevando a cabo su idea y propuesta para sus padres luego del desayuno.

Esa mañana sí que sería intensa, por lo que cuando la mujer salió de la habitación de inmediato se metió al baño para ducharse mientras escuchaba música y trataba de idear mejor su plan: estaba decidida a no quedarse de brazos cruzados, no cuando su corazón la instaba a seguir con lo que tanto había amada y adoraba hacer, la amistad que habría brindado al chico, de manera inocente e incondicional, se convirtió en algo realmente importante para su vida y no quería perderlo. Hablaría con sus padres, tenía que hacerlo.

Ambos adultos se encontraban sentados a la mesa, el padre de Eunyoung le dio los buenos días a su hija cuando esta bajó pasada una media hora de ducha y aseo; ella le respondió de igual manera, pero con las mejillas sonrosadas como si él hubiera podido haber leído sus ideas en el momento en que la vio:

— Dime, Eunyoung, ¿hasta qué hora tienes clases el día de hoy?

— Un par de horas pasado el mediodía, alrededor de las tres de la tarde estaré libre por ser el último día de la semana... ¿Por qué lo preguntas, papá?

— Porque nuestra familia ha sido invitada por el señor Kim, uno de mis superiores en mi trabajo...

— ¿Señor Kim? —Eunyoung se desconcertó y observó a su madre, esperando respuesta de esta—. ¿No es acaso-?

— ¿El padre de YoungSoo? Sí, lo es —respondió—. Nos invitó a cenar esta noche y como veo que tú y su hijo parecen llevarse bien, supusimos que te gustaría ir.

Eunyoung lo pensó unos instantes: aquello cambiaba totalmente los planes que tenía previsto para esa tarde, creyendo que iría a la oficina de correos con su padres en el mejor de los casos, si todo salía bien ahora...

— Sí —accedió, pues la propuesta no impedía que realizara su cometido.

— Es una suerte —sonrió la mujer—. Sus padres están ansiosos por conocerte.

Ella solo asintió y continuó con su desayuno, de a tantos escuchaba lo que charlaban, comentando un poco acerca de las correspondencias que llegaron a la mañana y que todo parecía normal hasta el momento. Eunyoung sintió un nudo en el estómago, se dio cuenta de que sus padres parecían esperar una reacción de ella, quizás suponiendo algo que ella creía que ignoraban como el haberse quedado con una de las cartas la noche anterior:

Quiero ser tu estrella © [YSH] [ASTRO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora