Alicia (Ana Rosa López Villegas)

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Alicia tenía un paraguas negro, grande. Parecía un murciélago de alas descomunales cuando lo extendía hacia el cielo para abrirlo.

La época de lluvias era su favorita. Le encantaba salir en las noches lluviosas y escuchar el golpeteo de las gotas de agua cayendo rítmicas sobre la lona de su paraguas. Mientras caminaba, perdía la noción del tiempo y de la distancia. A veces cerraba los ojos y se dejaba ir un par de metros, solo sintiendo el agua caer sobre su toldo portátil. En los parques o en las pequeñas plazas que descubría a su paso sin rumbo, pisaba el césped mojado y la sensación de estar caminando sobre una cobija inmensa y mullida le hacía sonreír.

Podían pasar horas sin que nadie supiera nada de ella. Los aguaceros copiosos la alejaban de las cuatro paredes de su casa. Cuando llueve, la mayoría de la gente busca refugio, un techo para guarecerse. Pero a ella le gustaba estar afuera y tener los pies salpicados.

La lluvia limpia las calles de gente, de perros sin dueño, de las inmundicias cotidianas que las personas derraman sin pensar. Pero el agua que cae del cielo no es capaz de ahuyentar las intenciones oscuras de la gente que encuentra en la lluvia el escondite necesario para pecar.

Un día Alicia no volvió más. Encontraron su cuerpo sin vida en un embovedado de los suburbios de la ciudad. Su murciélago cubría apenas la desnudez pálida de su piel. Empapada y vacía, la lluvia nunca más volvió a ser lo que era. Jamás.

Cuentos, relatos y narrativaWhere stories live. Discover now